- ¿Te apetece comer algo? - Leo negó con la cabeza. ¿Qué estaba haciendo? Miró a Álvaro, tenía un semblante tranquilo, nada que ver con lo nervioso que seguía. No lo había pensado bien.
- Para - dijo a medio camino.
- Pero... - viendo a todos lados. Iban a medio camino, en plena carretera.
- Por favor hazlo - tenso, a punto de la desesperación. Álvaro obedeció y aparcó a un lado.
- ¿Qué pasa? - tan pronto ver a Leo bajar del auto.
- Ha sido mala idea esto - comenzado a tener frío -. Es demasiado peligroso que estés conmigo yo... - dando vueltas al rededor del coche -. Lo mejor es que ...llame a David y... - viendo que esa opción ya no era posible. Desesperándose de nuevo. Daba una y mil vueltas, gritaba, se tiraba al piso y estuvo a punto de comenzar a golpear su rostro pero...
- Oye. Calma - tomándolo de los brazos, envolviéndolo con los suyos - calma - Leo sintió algo abrupto. Álvaro buscó su mirada y le sonrió -. No va a pasar nada - confortándolo con susurros suaves cerca de su oído, con su mano apretando la suya.
Leo lo miró. Era tan guapo -. No quiero involucrarte en esto...es... - sintiendo el miedo hacia Blas. Era capaz de todo, ¿qué estaba pensando? ¿Realmente creía que escaparía de él?
- El... - "amor es un peligro" pensó Álvaro. Pero era demasiado en un día lo que le había pasado como para confesarle su amor -...la vida siempre está llena de peligros.
- Te puede pasar algo.
- ¿Y qué? - Álvaro encogió los hombros, pero Leo no era alguien especialmente seguro -, oye. Sea lo que sea estoy y estaré contigo. No hay vuelta atrás - sonriéndole -, anda. Vuelve al auto.
Leo obedeció sin más. Llegaron y aparcaron cuadras antes de su casa. La noche había ya caído y sólo las luces de la calle se veían. Álvaro abrió la puerta de su casa, al final de una calle solitaria -. Por favor, como en tu casa - encendiendo las luces de ella.
- Es muy bonita - quitándose el abrigo y dándoselo a su anfitrión - ¿No molestamos a tus padres? - mirando el salón. Pequeño, cómodo y hogareño. Hacia tiempo que no tenía algo así que se emocionó al verlo.
- No. Ellos están en Barcelona. Volverán en un par de semanas - deteniéndose a admirarlo. Era tan frágil, envuelto en ropas amplias por orden del que se decía su novio, tan lleno de miedo, pero como niño pequeño que miraba el mundo por primera vez, que a Álvaro le nacieron unas tremendas ganas de protegerlo - ¿Te apetece una taza de café? ¿Leche? ¿Té? - volviendo a la cocina -, creo que puedo hacer algo... Tostadas con...Nutella - sacando el frasco, viendo a Leo. Era tan delgado, era bailarín...seguro que no comía eso - O...creo que tengo para hacer ensa... - viendo que no había mucho en el frigorífico.
- Está bien. Un vaso de leche y tostadas suena bien - acercándose a Álvaro.
Desde que había topado con él, había querido que le diera un abrazo. Necesitaba desesperadamente sentir un poco de calor humano que Blas no le proporcionó nunca o por lo menos jamás lo sintió Leo, pero se contuvo porque sabía que no era lo correcto. No quería que malinterpretara su actuar como una forma de olvidarse rápido de Blas.
Álvaro se puso con las tostadas mientras Leo esperaba en la mesa de la cocina, viéndolo casualmente, quería saber de él, ¿por qué sonreía demasiado? ¿Por qué lo había ayudado? Tenía una vida, seguro que dejó algo importante.
- ¿Por qué estás huyendo?
- No lo sé - respondió instintivamente viéndolo -, algo me hizo pensar de nuevo sí era amor lo que Blas me daba.
- Ya veo.
- Y huí porque le pegué y quedó inconsciente.
- Bueno. Aquí estarás seguro - poniéndole una taza frente a él, siendo aceptada.
- Blas...jamás me dejaría ir tan fácil - luego de un largo sorbo.
- Algo podremos hacer - poniendo su mano sobre la de Leo, sonriendo.
Leo levantó la mirada de su taza y vio los ojos brillantes de Álvaro. - Nadie me había visto así nunca - admitió avergonzado, mientras calentaba sus manos con la taza de leche caliente frente a él -. Ni siquiera Blas.
- No sé por qué. Eres alguien digno de ver por días, ¿cómo no verte así! - soltando una risa contagiosa. La sonrisa de Leo comenzaba a convertirse en un leve ruido con la boca.
- Pues gracias.
- ¿Por qué seguidas con él? - preguntó Álvaro queriendo saber la respuesta. Leo tras un sorbo lo admitió:
- Supongo que era por miedo - encogiendo sus brazos -. Tenía miedo a quedarme solo.
Hubo un silencio que Leo rompió rápido: - No te molestaré más allá de mañana... Tengo unos ahorros y... - recordando que serían para irse de vacaciones con Blas. Una sorpresa de Leo.
- ¿Qué? ¿Me estás excluyendo de esta aventura?
- ¿Aventura? - se extrañó Leo -, ¿pero qué aventura, chico?
- Claro. Es una aventura - poniéndose derecho.
¿Cómo podía decir cosas serias con esa sonrisa? Y peor, que fueran creíbles. - Pues no lo había visto de esa manera... - haciéndolo reír un poco.
Desde qué ese chiquillo llegó a la vida de Álvaro, este no había dejado de sonreír como idiota al verlo avergonzarse por cualquier cosa.
- Bueno. Ven. Dormirás en mi habitación. Y mañana, juntos - resaltando esa última palabra -, veremos qué hacer. ¿Vale?
Una afirmación, una muda de ropa y una ida al cuarto de baño para verse frente a su espejo para afrontar lo que había hecho, dieron paso al final del día. Era una cama de matrimonio cómoda y lista para ser usada.
- Estaré aquí sí me necesitas - dijo Álvaro apagando las luces de la habitación.
Por la noche, Leo trató de cerrar los ojos, metido en las sábanas de la cama de Álvaro, el olor de estas le provocaban tranquilidad, como su mismo pecho. Pero esa calma se fue pero dejado conforme el sueño era más profundo, cuando Blas le comenzaba a decir que no sería feliz sin él, que volviera y que todo sería diferente. Pero el miedo no desaparecía, pues habían sido muchas veces las que había oído eso y no cambiaba nada, sólo aparecían nuevas heridas.
"No será fácil deshacerte de mi" fue lo último que oyó antes de despertar gritando, sintiéndose inseguro y desprotegido. Sintiendo sus muñecas, le dolían de recordar las veces que Blas las había apretado enojado mientras lo amenazaba, cuando lo obligaba a ver su ira en sus ojos.
- Oye, oye. Calma, calma - poniéndose de pie rápidamente para abrazarlo -, todo está bien. Él no está aquí - lo consoló Álvaro encendiendo las luces para demostrarle que estaba a salvo. Sintiendo todo su cuerpo sudoroso. Pero lo primero que vio fue a Álvaro sonriéndole, él no podía darle otra cosa que no fuera su sonrisa. Se había quedado en el suelo de su habitación para justamente calmarlo en la noche. A pesar de estar encima de las sábanas, su presencia tranquilizaba a Leo.
Se aferró a él tan fuerte, llorando y queriendo que todo acabara pronto. Lo miró, estaba desnudo; su pecho velludo le llamó la atención a Leo, calmó su respiración poco a poco.
- ¿Te importaría dormir a mi lado? - sin mirarlo, calmándose con el ritmo del corazón de Álvaro -. Sé que no es buena idea - sollozando -, digo. Te voy a despertar y golpear y...
- Lo haré encantado - entrando en las sábanas. Abrazándolo sin pedirle permiso y sin escuchar objeción alguna por parte de Leo. Y sólo así, pudo dormir tranquilamente.
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Chance My Mind
Fanfic-Te arrepentirás de haberlo hecho - admitió. -¿Qué te apuestas que no? - respondió besándolo. ¿Sí tuvieras que elegir entre dejarlo todo por aquel que crees que es el amor de tu vida o por aquel extraño con el que a penas has cruzado miradas, a qu...