Blanco y negro

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Dos días después, Leo seguía sintiendo sus labios. Se sentían diferentes después del osado beso de Álvaro. Por alguna extraña razón se sentía más ligero de lo habitual.

- Tomen un descanso - indicó el director. Leo salió a la calle. Era poco tiempo de descanso que ir a cualquier lugar...

- ¡Leo! - asustando al dueño de ese nombre.

- Ho...la - era Álvaro, sonriente como lo había visto en la fiesta, con una cazadora de cuero negro que le chiflaba, a juego con unos vaqueros ajustados y una playera blanca.

- ¿Té? - dándole un vaso con bebida caliente.

- Gracias... - aceptándolo inmediatamente, era una de sus debilidades.

- Cuidado, está... - se echó a reír cuando vio a Leo ponerse rojo -, caliente. Toma - dándole un pañuelo.

- ¿Qué haces aquí? - dando un sorbo con más cuidado, luego de sólo ver el ir de los autos.

- Tengo amigos aquí y vine a visitarlos, a visitarte a ti. Hola - chocando su vaso con té.

- Está muy rico el té - disfrutándolo, con el clima húmedo, de cielos grises y nubes blancas anunciando que el verano estaba cerca.

- Podríamos hacer de esto un hábito. Salir de tu ensayo, ir a un la tetería. Conocernos... - hundiendo su mano en su bolsillo, mirando a Leo -, ir al cine, al Retiro...

- No. Eso no - asustado -. Digo, eres guapo y eso pero...no puedo además...no me gusta el té de hierbabuena... - dando otro sorbo inconsciente.

Álvaro se quedó viéndolo con una leve expresión de risa, y eso ponía nervioso a Leo al grado de...

- ¡Ni siquiera sé porqué estoy hablando contigo! - gritó con una risa histérica -, tengo novio y tú está claro que buscas algo que yo no te puedo dar... Debo volver.

- De acuerdo - aceptando el vaso vacío de Leo, viéndolo alejarse, metiendo sus manos a su abrigo -, ¡no te vuelvo a traer de hierbabuena! ¡Disculpa! - viendo que apenas sacaba la piedra blanca y la veía.

Leo volteó a ver sorprendido a Álvaro quién le sonrió y se fue alejando poco a poco. Por su parte el castaño volvió al ensayo, se apresuró a volver a su piso. Ese día volvía Blas y quería sorprenderlo. Revisó todo, una última mirada al espejo para revisar su peinado, su camisa azul perfectamente planchada, la cena enfriándose lentamente, la mesa, las velas...todo estaba perfecto, sólo faltaba que llegara.

- ¿Amor? - tan pronto abrir la puerta y oler lo que salía de la cocina.

- Llegaste - alisando su ropa. Al verlo así, con esa camisa, Blas se puso como energúmeno.

- ¿Por qué llevas esas camisa?

- Es...es la única que tengo... - mirándola, pensó que podría verse vieja...

- ¿Y esa sonrisa?

- Porque hace cuatro días que no te veo y te echaba de menos - tratando de abrazarlo.

- ¿Has ido a esa fiesta con esa camisa? - alejándolo con su palma.

- Sí...pero no me he quitado el saco en toda la noche...

- ¿Has salido así a comprar las cosas? - hurgando en la cocina.

- No. Yo...he pedido servicio a domicilio... - viendo que había hecho algo mal -. Puedes preguntarle al portero...

- Por supuesto que le voy a preguntar - saliendo del piso. Logrando hacer sentir estúpido a Leo, quién se quitó su camisa y la aventó a una esquina y él cayó lentamente a un lado del sofá, ¿en qué pensaba cuando se la puso? Álvaro había mentido, se veía estúpido con ella y Blas lo había confirmado.

No entendía a Blas. Él iba por la vida con media camisa desabrochada y Leo no le decía nada, bueno, no podía, no debía sí quería no tener marcas en su cuerpo. Blas abrió la puerta justo para que no comenzara a llorar. Ahora él se sentía mal, podía verlo en su rostro.

- Ya he ido a hablar con el portero y me ha dicho que no has salido... Y...lo siento - mientras Leo se acercaba a abrazarlo -. Que ha sido un largo viaje y... - admirando el cuerpo de su novio -, yo también te eché de menos...

- Blas - tomando aire que los besos de su novio le quitaban -, la cena...

- Tú eres mi cena - besando su cuello, rompiéndole otra camiseta. Sintiendo por primera vez que esos besos y esas caricias no eran de amor.

A media noche Leo se levantó por el hambre que no le dejaba dormir. Entró a la cocina haciendo el menor ruido posible y calentó un poco de comida, se sentó y se sirvió una ración y una copa de vino.

- Feliz aniversario - levantando su copa en la oscuridad.

Chance My MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora