¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Encuéntrame en el medio Dime algo Que pueda hacerme cambiar de opinión" –Jessie Ware, Meet Me In The Middle.
JongDae era un caso especial. Al menos lo era para mí. Era... mi mejor amigo. O eso me obligaba a pensar.
Lo había conocido casi un año después de la partida de LuHan. Intentaba no compararlos, aunque no fuese muy fácil, porque a veces me daba miedo estar olvidando al castaño.
LuHan era una parte demasiado importante de mi vida y, aunque se hubiese ido hace ya mucho, seguía esperando por nuestro reencuentro. JongDae, en cambio, era importante para mí, pero en otro sentido que aún no lograba descifrar.
Su compañía me hacía feliz sin explicación alguna. Me gustaba pasar tiempo con él, estar cerca de él, reír juntos.
A veces sentía cosas inexplicables que me hacían dudar. Pero no, no podía gustarme. Era un chico. Mi amigo. No podía simplemente sentir cosas por él. Siempre me habían gustado las chicas, no podía ser homosexual de un día para otro. ¿O sí?
—¿Estás bien? Te veo un poco triste.
El hecho de que me conociese tan bien y se preocupase por mí hizo que algo en mi interior se revolviera. Me obligaba a mí mismo a pensar que hace mucho tiempo, desde que LuHan y yo nos separamos, había estado buscando esa amistad que me hiciera sentir protegido. Pero con JongDae sentía muchas cosas más.
—¿Alguna vez te he comentado acerca de LuHan? —le pregunté a modo de respuesta sin tener el valor de decirle "estoy bien", como solía hacer con cualquier otra persona cuando sabía que no lo estaba. Se limitó a asentir levemente—. Pues lo volví a ver hoy. —Y en ese momento fue cuando la realidad cayó sobre mí como un balde de agua fría.
En el transcurso del día ni siquiera había procesado la idea de haberme reencontrado con LuHan, mi mejor amigo.
El amigo que algún día me dejó atrás, sin en realidad hacerlo.
Estaba un poco triste, pero JongDae nunca parecía estarlo. Siempre tenía esa pequeña sonrisa esbozada en sus labios. Siempre tenía algún comentario gracioso en mente. Y con eso siempre me alegraba el día. Sin embargo, en días como esos, la cosa no funcionaba tan bien. Mi cerebro estaba haciendo cortocircuito.
—¿Estás bien? —preguntó de nuevo mientras se acercaba a mí lentamente.
Mi corazón empezó a latir más rápido.
—Siéntate y relájate. Sabes que puedes contarme cualquier cosa.
Su actitud era de amigo tradicional, pero lo notaba un poco extraño. ¿Me estaba mirando los labios?