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"Quiero amarte Pero si no está bien, ¿qué puedo hacer?" –G-Eazy ft. Dominique LeJeune, Marilyn.
Los padres de JongIn acababan de llegar, a la misma velocidad en la que SeHun se había ido.
—¿Cómo te llamas, querido? —preguntó la madre de JongIn, tan simpática como lo había sido con SeHun.
—Do KyungSoo.
—¿Y qué haces acá? —Su tono era amable a pesar de las palabras que pronunciaba, así que me fue imposible tenerle miedo o algo por el estilo, incluso teniendo en cuenta todo lo que JongIn me había dicho de ella.
Lo miré sin expresión alguna en el rostro, casi diciéndole mentalmente que le diría a la muy amable Señora Kim yo mismo que me cogía a su hijo si él no lo hacía.
Definitivamente entendió lo que le quería decir porque, después de unos segundos de silencio, decidió por fin abrir la boca.
—Mamá, papá. —Tomó una respiración profunda—. KyungSoo es mi novio. Soy homosexual desde hace mucho, no culpen a SeHun por esto. Él no tuvo nada que ver con... lo que soy.
Supuse que lo que JongIn realmente quería decir era que no fue su culpa nacer de ese modo: homosexual. La cosa era que no sabía qué palabras eran las correctas para utilizar con sus padres. Y mierda, eso sí me parecía tierno.
Apenas terminó de hablar, no pude evitar fijar mi vista en sus padres.
El Señor Kim tenía el ceño fruncido y los puños cerrados fuertemente, un gesto amenazante que dejaba en claro que estaba furioso. La Señora Kim, por otro lado, no tenía expresión alguna. Parecía clavar la vista en JongIn con la boca ligeramente entreabierta, pero en realidad tenía la mirada perdida más allá de sus ojos.
—¡JONGIN! —grité en medio de una sonora carcajada—. ¿Pero qué sucede contigo? No deberías hacerle bromas de tan mal gusto a tus padres, eres un desconsiderado. ¡Mira sus rostros!
—¿Qué? —preguntó débilmente el Señor Kim, con ahora rostro confundido y aflojando sus puños.
—JongIn ha estado haciendo bromas así todo el día. No se preocupen, Señor y Señora Kim —expliqué riéndome por lo bajo, como si lo que había acabado de hacer en serio me generara un poco de diversión.
El lugar estaba en completo silencio y temí por mi vida por unos cuantos segundos.
—¡JA! —soltó la Señora Kim de repente, y entonces supe que podía respirar con tranquilidad. Su esposo pareció contagiarse de su alegría, así que, de un momento a otro, los padres de JongIn estaban casi tirados en el suelo rompiéndose de la risa—. Y estuve... a punto de... creérmelo.
Miré a JongIn. Estaba más confundido que sus propios padres unos cuantos minutos antes, y tenía los ojos levemente llorosos.
Mi corazón se rompió un poco al verlo así, tan roto y confundido por mis propios actos, pero no supe qué otra cosa hacer.
