¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Bebé, ahórratelo, estamos borrachos Sé que tenemos que ir más despacio Pero cuando la ola viene, tú los enfrentas Y sabes que ahora no podemos parar" –The Kills, Doing It To Death.
Le ordené al conductor del taxi que me dejara en el bar más cercano que conociera.
Estacionó en frente de uno que nunca antes había visitado, tal vez porque era heterosexual y yo obviamente no lo era, cosa que sabía de hace ya mucho junto con mis padres, al contrario del estúpido de JongIn.
Sentí rabia de nuevo al recordarlo.
Entré con paso airado y el ceño fruncido. La atmósfera era distinta a la de un bar homosexual. Tal vez era la testosterona en exceso, no lo sé.
Aun así, me acerqué inmediatamente a la barra del fondo.
Un chico medianamente alto y apuesto hacía de Bartender con todas las ganas del mundo. Servía el alcohol con tal gracia que me perdí en el vaivén de sus manos y en la rapidez con la que atendía a los clientes.
Pude haberme quedado viéndolo toda la noche porque, aparentemente, eso hacía que me olvidara de JongIn y sus problemas parentales. Pero entonces llegó una chica totalmente desconocida. Tenía un rostro casi simpático y no era fea. Parecía ser niña de papi, por lo que no encajaba muy bien en el lugar.
—¿Te vas a quedar ahí sentado toda la noche? Porque podríamos ir a otro lugar —me preguntó.
—¿Y a mí qué?
Estuve a punto de ser amable con ella. Por muy poco. Pero abrió la boca.
—¿Quieres ir a algún lugar más privado? —insistió seductora.
—No.
—Entonces invítame un trago. —No lo había notado, pero la chica se acercaba cada vez más a mí desde la silla continua a la mía.
—Irene, deja al chico en paz —intervino una chica; su amiga, supuse yo.
La chica, Irene, como la había llamado, hizo caso y se separó de mí dirigiéndome una sonrisa amigable, completamente opuesta a su comportamiento anterior.
—Dios. —Suspiré por lo bajo. La chica no debía tener más de dieciséis años y ya andaba en bares buscando sexo. Por suerte estaba con su amiga, aunque suponía la noche no sería tan divertida para ella.
—¿Qué quieres? —me preguntó el Bartender amigablemente.
—Deme lo más fuerte que tenga —respondí después de sopesar la respuesta un poco.
El Bartender parecía estar acostumbrado a estos comportamientos, y lo comprobé cuando se rió negando con la cabeza.