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"Si te alejas de mí Yo voy detrás tuyo" –Foo Fighters, Walking After You.
Habían pasado tan solo un par de días después de la explosión. Mis hematomas estaban verdes, mis rasguños sanando y mi oído izquierdo aún zumbaba. No poder escuchar me desesperaba cada vez más. Mis amigos me preguntaban "¿Por qué estás gritando?" cada vez que les hablaba, pero no entendían que una puta explosión te deja así de atontado. Malditos idiotas.
Últimamente no tenía ganas de nada. A duras penas comía, ni siquiera me bañaba. No me importaba oler a mierda y parecer mendigo mientras salía a la tienda de la esquina a comprar un pote de helado y encerrarme en casa para pasar mis penas. ¿Cómo había podido ser tan tonto?
La soledad me mataba. Extrañaba tanto a Tao... A mi pandita. Mi hermoso pandita. Era lo mejor que tenía, lo único de verdad valioso. Lo demás era todo superficial, no significaba nada para mí. Él...
No había palabras para describir lo que me hacía sentir. Feliz era una, pero había más, muchas más. ¿Cómo lo había podido dejar ir tan fácil?
No pude soportarlo otro segundo más. Ya estaba desesperado. Habían pasado unas dos semanas desde su partida. No estoy seguro, ni siquiera contaba el tiempo y no me importaba. Pero ya no podía más.
Salí a caminar por la calle, sin rumbo, porque estaba en busca de algo, de él, pero no sabía por dónde empezar. Quería una distracción, un amigo, pero no podía pensar en nadie que me entendiera tan bien como lo hacía él.
Quería contarle mis problemas sobre Tao a Tao.
Caminé furioso, rápido, sin rumbo alguno, de aquí a allá, cruzando calles y golpeando gente. Algunos me veían asqueado porque sí, tenía pinta de pordiosero. Un pordiosero lindo, tal vez, pero pordiosero a fin de cuentas y, seamos sinceros, a nadie le gustan los pordioseros. Mierda. Me valía mierda. Todos ellos me valían mierda. Que se fueran a la mierda todos.
«LuHan» concluí. «Necesito a LuHan»
¿Cómo llegué a ese pensamiento? Aún no lo sé. Pero me amo por haber pensado en él. Era la opción perfecta. YiXing debía estar muy ocupado con su nueva, normal y feliz vida de universitario. JongDae se había ido a la mierda. Y LuHan... LuHan también estaba en la mierda, pero en la ciudad. Si tan solo supiera su dirección...
¡Pero yo soy Wu YiFan! Obviamente iba a encontrar su dirección.
Saqué mi teléfono, que por suerte lo tenía en los bolsillos, y marqué el primer número que se me vino a la cabeza.
—¿Jefe? —pregunté esperanzado. ¿Y si él también me botaba?
—Kris —respondió serio, pero con cierto deje de cariño, como siempre lo hacía cuando lo contactaba—. ¿Necesitas algo?
