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"Quedándome sin tiempo Realmente pensé que estabas a mi lado Pero ahora no hay nadie a mi lado" –The Chainsmokers, Don't let me down.
LuHan y yo nos conocimos hace un año casi que por error.
El día que lo conocí me pareció un buen chico, alegre, sencillo y de trato fácil. Sin embargo, con el paso del tiempo, pude ver que sus problemas se arremolinaban cada vez más en su interior.
No sabía mucho de su vida, ni él de la mía, pero nos llevábamos bien. Incluso había aprendido a leer sus emociones en su rostro y saber cómo hacerlo sentir bien cuando no se sentía de lo mejor.
Y sabía que, últimamente, necesitaba mi ayuda.
No me gustaba entrometerme en la vida de las personas así que respetaba su privacidad, y nunca había sido capaz de preguntarle qué le ocurría.
Parecía mucho más distante y enojado con el mundo. Estaba mucho más delgado y en varias ocasiones lo había visto con múltiples moretones por todo el cuerpo.
Pero nunca le preguntaba el por qué.
Era mi cumpleaños número 20 cuando lo conocí. Por fin alcanzaba mi mayoría de edad y mis amigos habían arreglado una fiesta para mí en mi departamento.
A veces nos gustaba disfrutar de un poco de alcohol y drogas, aunque no fuésemos necesariamente drogadictos ni alcohólicos. Mis amigos me habían pedido para esta ocasión un poco de ambas. Yo me encargaba del alcohol y JunMyeon, mi mejor amigo, de las drogas. Sabía que tenía varios contactos y que no le sería difícil conseguirlas.
Sin embargo, a las seis de la tarde, cuando estaba poniendo todo en su lugar, mi celular sonó desconcertándome un poco, pues no esperaba ninguna llamada.
—¿Sí? —contesté una vez hube dirigido el teléfono a mi oreja.
—¿Baekkie? —Era JunMyeon—. No pude conseguir las drogas, tuve un inconveniente en la Universidad. Pero te juro que llego. Un poco tarde, pero llego. Con respecto a las drogas... He llamado a un Dealer. Estará en tu casa en diez minutos.
—¡¿QUÉ?!
—Lo siento. ¡Te quiero! —Y colgó.
No tenía ningún problema con las drogas. Digo, no era drogadicto, pero tampoco les tenía miedo ni nada por el estilo. Había probado un par de veces en algunas fiestas, pero sin más fin que el de divertirme. Sin embargo, que un Dealer fuera a mi casa... Nunca había hecho algo como ello. No podía ser tan malo, pero aun así estaba nervioso.
Me asomé por el gran balcón y divisé un carro parqueando al otro lado de la acera. Salí de casa y me apresuré a bajar por las escaleras.
