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"Confiada y agraciada estoy perdida en el mar Aguas superficiales no me parecen una amenaza Deberíamos remar juntos a una isla que conozco Reorganizar el enigma y restablecer el núcleo" –The Dø, Lick My Wounds.
Abrí los ojos lentamente mientras intentaba asimilar el dolor que, curiosamente, no era sólo físico, sino también emocional.
"¿En dónde estoy?" Fue lo primero que pasó por mi cabeza. No veía nada. Sólo me rodeaba oscuridad absoluta, en una bruma que a duras penas me dejaba respirar.
El aire a mi alrededor empezó a escasear, pues me había dado cuenta de que estaba atado a una silla de manos y pies, inmovilizándome casi por completo.
Respiraba con dificultad y mi corazón latía con fuerza contra mi pecho, causa de la obvia adrenalina que recorría mi cuerpo.
¿Así llegaría mi hora? ¿Cómo podía irme de allí sin ser descubierto? Quien fuera que me hubiese retenido, me estaría vigilando en ese momento. Sentí impotencia y miedo repentinos. ¿Qué haría? Un nudo se formó en mi garganta y los recuerdos de mis últimos instantes felices de mi vida se agolparon en mi mente tan rápido como habían llegado.
No podía estar seguro del tiempo que había pasado encerrado allí, pues no sabía por cuánto había estado dormido, pero sí recordaba que MinSeok y yo habíamos llegado a casa después de nuestra primera cita oficial y un par de tipos nos habían estado esperando en la casa para molernos a golpes y llevarnos consigo a un lugar desconocido a la fuerza.
MinSeok... ¿Dónde estaría MinSeok? Debía sentirse igual de indefenso a mí y, sin embargo, me preocupaba más por su bien que por el mío. Ya había perdido la cabeza.
Pero, entonces, una voz me despertó de mis cavilaciones.
—¿JongDae? ¿Eres tú? —Un hilillo de voz resonó e hizo eco dentro de esas cuatro paredes completamente desconocidas para nosotros.
Reconocí su susurro de inmediato.
—¿MinSeok? —pregunté dudoso a la nada, sin saber si era real lo que había escuchado o no—. ¡MinSeok! —Me revolqué en mi asiento para saber exactamente de dónde provenía esa hermosa voz que me había embelesado por completo. Agité mi cabeza desesperadamente hacia adelante y atrás, en una oscilación demasiado fuerte que hizo que el material que cubría mi cabeza se cayera al suelo.
De repente, lo pude ver todo. No había nadie más que nosotros dos dentro de esas paredes espaciosas, con un techo demasiado alto, inalcanzable. Un par de ventanas estaban situadas en las paredes continuas al techo, por tanto no había cómo alcanzaras y escabullirse por ellas.
Probablemente era un sótano abandonado, pues había algunos materiales (como maderas y pedazos de metal) tirados por el suelo. Algunos de esos fragmentos parecían realmente peligrosos. Al menos teníamos algo relativamente parecido a un arma, cosa que podíamos usar a nuestro favor si es que podíamos desatarnos las manos, o... lo usarían contra nosotros.
MinSeok estaba justo en frente mío, al otro lado del lugar, con la misma bolsa negra que me había quitado a la fuerza de la cabeza. Intentaba mirar a todas partes, pero el trozo de tela le impedía ver algo claramente.
—MinSeok, no te muevas. Cálmate. —Intenté conciliarlo con voz suave.
—¿Puedes...? ¿Puedes verme? —preguntó confundido.
—Sí —respondí seguro—. Pero no te preocupes. Sólo espera unos segundos. —Me acerqué a su lado como pude, dando saltos en esa incómoda silla. Gracias al amarre de las cuerdas en mis extremidades y a la fuerza que había aplicado desesperado para zafarme, unas cuantas marcas ahora inundaban mi cuerpo. Pero ni siquiera sentía dolor.
Ya tenía las piernas cansadas de tanto saltar, pues no podía avanzar mucho o me podría caer de bruces y el golpe no sería necesariamente bonito pero, cuando finalmente estuve a su lado, pude notar la tensión que emanaba de todo su cuerpo. No se sentía para nada seguro o si acaso un poco más calmado sabiendo que yo estaba allí a su lado, y sin embargo yo sí había podido encontrar una razón por la cual salir vivo de ese lugar con sólo escuchar su voz.
Disipé mis pensamientos lo más rápido que pude para poder trabajar concentrado.
—A ver... Tenemos las manos y los pies atados. —Pude notar que la cabeza de MinSeok se giró un poco como un pequeño cachorrito confundido y lo escuché susurrar por lo bajo "y pensar que eres tú quien puede verlo todo"—. Tal vez si nos ponemos de espaldas podemos desamarrar nuestros nudos de las manos mutuamente, así como en las películas.
—Tus hipótesis están basadas en hechos demasiado certeros, Dae —dijo burlón como si estuviera reacio a si acaso intentarlo, pero se dio media vuelta entre pequeños saltitos hasta quedar de espaldas a mí, así que hice de mi parte y me giré de la misma manera.
—Okay, estoy listo.
Sin embargo, antes de empezar a intentarlo, un sonoro ruido nos desconcertó a ambos, haciéndonos saltar en nuestros puestos y buscar airadamente con la mirada lo que fuera que hubiese causado el estruendo.
Me encontré con una puerta que antes no había visto. MinSeok también la veía fijamente, lo cual me mandó un escalofrío helado por la espalda al pensar que en realidad no podía ver nada, pero dejé el detalle pasar.
Un tipo de aspecto fuerte y corpulento se situó justo detrás de la puerta que había sido repentinamente abierta, junto a otros dos tipos con unos cuantos materiales que no pude detallar dado a la lejanía de los sujetos.
Mi corazón se aceleró de nuevo, incluso ignorando el hecho de que minutos antes se había logrado estabilizar lentamente gracias a la compañía de MinSeok.
La impotencia recorrió todo mi cuerpo y me sentí incluso peor por MinSeok, quien no tenía idea de lo que ocurría a su alrededor. Yo tampoco, pero al menos podía ver lo que me rodeaba y los peligros que se avecinaban.
Sin embargo, para él... Las amenazas llegarían tan desprevenidas como la desgracia llegó a nosotros.
