UNO: Asuntos bancarios

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CAPÍTULO 1

Matías había tenido que ocupar por los últimos meses el cargo de vicepresidente hasta que se acostumbrara a las responsabilidades y labores que le correspondían a diario. A ese acuerdo habían llegado con Micaela, su socia que había estado ocupándose de la presidencia de la editorial. Sin embargo, él sabía que ya había llegado el momento de tomar su puesto pero no se sentía seguro y consideraba que Micaela era la indicada para seguir desempeñando ese rol.

Matt Ferrario era un joven de cabello castaño de unos 24 años, muy amable y divertido. Considerado con las personas y buen hijo. Pero la responsabilidad no era su fuerte y sabía que ahora no le quedaba de otra que serlo. Él estaba en pareja hacia más de dos años con Florencia, una ex compañera del secundario que siempre le había parecido linda. Ella era rubia de ojos oscuros, era una chica muy caprichosa y superficial, le importaban las apariencias por sobre todas las cosas y es por eso que estaba con Matt, según ella hacían una linda pareja y él era el candidato perfecto, romántico y dulce.
Él en verdad la quería, pero con el paso del tiempo había dejado de sentir la chispa que hubo en el comienzo pero aún así no la había dejado, ya estaba acostumbrado a la intensa rubia, porque ese era un sinónimo que le quedaba bien: intensa.

Esa mañana cuando se despertó a su lado vio lo linda que era, dudaba que otra mujer se viera tan bien en las mañanas. Le dio un cuidadoso beso en la mejilla y sin despertarla se levantó para irse. Tenía que llegar a la editorial, hoy era el día en que debía ocupar su verdadero puesto y no lo negaba, estaba nervioso. Le había insistido a su socia que lo conservará ella, pero Micaela se negó rotundamente, no quería más responsabilidades de las que ya tenía.
Se duchó y fue hasta la cocina donde una de las mucama de la familia Vigna, ya que la noche anterior se había quedado en casa de su novia, le había dejado preparado un café y unas tostadas con dulce.

Matt, necesito que pases por el banco a revisar si el cheque que depositamos ayer llegó en orden. Yo estoy en una reunión con unos nuevos columnistas y no llego. - Micaela.

Cuando leyó el mensaje, dejo de lado las tostadas y sólo bebió el café, saliendo disparado hacia el banco. Si algo sabía a la perfección de Micaela es que era ansiosa y quería todo enseguida.

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Dalila Martinelli, era hija única de una costurera de barrio y nunca había conocido a su padre, que se marchó en cuanto se enteró que su mamá había quedado embarazada de ella. Sólo las dos habían salido adelante, Paulina había criado a su hija como podía, privandose de muchas cosas pero con mucho amor.

Dali siempre fue una destacada estudiante, obteniendo 10 en todo. Por la situación económica de su casa había tenido que salir a laburar de muy chica, pero se las ingenio bien para trabajar y terminar el secundario. Siempre supo como salir adelante, lesión que su madre siempre le enseñó.
Dalila es una chica delgada y alta, con un lacio perfecto castaño al igual que sus ojos. Cualquiera diría que es una modelo de pasarella, pero su vida está muy lejos de eso.
Con mucho esfuerzo estudia para ser periodista, ese es su gran sueño, ser una muy reconocida y extraordinaria periodista. Pero como todo en su vida, sabía que eso iba a ser mi difícil de conseguir. Ella trabajaba con repositora en un supermercado, pero por su fuerte carácter y no aguantar las injusticias fue despedida. Ella sabía que ahora necesitaba un trabajo urgente, había tenido que dejar de estudiar y había perdido todo un cuatrimestre, sólo esperaba poder reincorporarse el siguiente.

Esa mañana, su mamá le había pedido que fuese al banco a realizar unos trámites por ella, ya que tenía que terminar unos vestidos que le habían encargado y no tenía tiempo.
Dali se despidió de ella avisandole que después de ir al banco iba a ir en búsqueda de un nuevo empleo. Paulina le deseó suerte y así la morocha salió rumbo a su destino.

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La espera estaba enloqueciendo a Matt, él era bastante inquieto e impaciente. Encima Micaela no paraba de llamarlo y él estando adentro del banco no podía atenderla.

Para su suerte, era el siguiente en la fila y atrás de él había mucha más gente, la bancaria estaba atendiendo a un hombre que al parecer estaba discutiendo, le reclamaba algo y se notaba a la joven nerviosa y con miedo.

Todos gritaron al ver al hombre sacar una pistola y amenazar a la muchacha.

- Mi esposa murió y ustedes, canallas, no quieren dejarme entrar a su bóveda que me corresponde por derecho.

- Por favor señor, tranquilicese. Baje el arma y hablemos, soy el gerente y puedo ayudarlo - intentó calmarlo el encargado que se había acercado a la zona acompañado de un seguridad.

- Ya no quiero hablar más - sostuvo el hombre armado observando como todos estaban estáticos. Y fue en un segundo en que disparó. Le disparó al que estaba atrás suyo en la fila.

Le disparó a Matt Ferrario que cerró los ojos esperando sentir el impacto pero lo único que sintió fue un cuerpo empujándolo y cayendo sobre él al suelo. Lo habían salvado.
Abrió los ojos y descubrió a su heroína, una chica con la sonrisa más hermosa que nunca había visto.

- ¿Estás bien? - le consultó ella levantándose y ayudándole también a pararse una vez que vio que los de seguridad habían podido atrapar y sacarle el arma al hombre que había disparado.

- Sí, gracias... - Dijo él esperando que ella complete con su nombre.

- Dalila - le volvió a sonreír la morocha que lo salvó.

- Dalila - repitió él hipnotizado.

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora