TREINTA Y NUEVE: Un fino hilo

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Bruno estaba de camino a la editorial, aunque habían puesto punto final a la relación liberal que sostenía con Micaela, mantuvo su puesto de trabajo. 

Cómo iba con tiempo se decidió por pasar por un café que le quedaba de paso. Se sorprendió al toparse en la caja con Laura, su ex. 

- Hola - la saludó con tacto debido a que su ruptura no fue la mejor. 

- Ah, hola Bru - le sonrió ella. Al parecer ya lo había perdonado, lo bueno de la rubia es que no era una mujer rencorosa. 

- ¿Cómo estás? ¿Qué haces por estos lados? - le preguntó él con simpatía mientras pagaba su café y lo esperaba. 

- Quedé con una amiga - le comentó ella. - ¿Vos?

- Trabajo en la editorial de la otra cuadra. Un bues puesto fijo. 

- Que bueno. Felicitaciones - le sonrió Lau y Bruno le devolvió la sonrisa. 

Al parecer el destino estaba dispuesto a darles otra oportunidad. La tercera es la vencida, ¿no?

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Matt caminaba de un lado a otro. Ansioso y nervioso. Dali había permanecido más de 2 horas inconscientes y la estúpida ambulancia había tardado mucho en llegar. 

- Quiero matar a tu novia - le dijo a su hermano menor que permanecía sentado mientras bebía de una botella de agua. 

- Mi ex novia - remarcó Lucas. - Y también quiero matarla, ¿cómo pudo mentirme así? 

- Es una mentirosa... y una loca - agregó Matt. - Espero que permanezca mucho tiempo internada en el loquero. 

- Se merece salir de ahí  y volver a la miserable vida. Me uso todo el tiempo, que iluso fui - se lamentaba el menor. 

- Espero que pagué por todo lo malo que hizo, por su culpa la vida de Dali esta pendiendo de un hilo. 

- Una vez que tu novia se despierte y nos digan que va a estar bien, voy a volver a Estados Unidos - le aviso a Matt.

- ¿Estás seguro? - le preguntó. 

- Muy. No tengo nada que hacer acá - dijo Lucas.

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Paio esperaba del otro lado de la puerta, preguntándose mentalmente si debía entrar o no. Ya había ido hasta allí, estaba a un paso, tenía que hacer esto. Había quedado más que demostrado que ya no había vuelta atrás.

Bianca había sido traslada a un neuropsiquiátrico después del ataque de ira que tuvo en la mansión de los Ferrario que había dejado a Dalila hospitalizada por una fuerte contusión en la cabeza.

- Pai - se le iluminó el rostro a ella al ver a su verdadero amor entrar en la habitación en la que la mantenían. Pablo conservo la distancia y permaneció cerca de la puerta.

- No puedo creer en lo que te convertiste Bian - se lamentó él. - Siempre fuiste caprichosa y vanidosa, pero no creí que llegaras a estos extremos.

- Paio por favor... te amo, y lo siento muchísimo - dijo ella intentando acercarse pero el negó con la cabeza.

- Fuiste mi primer gran amor, y voy a quedarme con los mejores recuerdos de nosotros. Te perdono, si es lo que necesitas. Pero no voy a volver a verte - dijo rompiéndole el corazón a la morocha y saliendo de allí sin oír ni una palabra de ella. 

Después de tantos años manteniendo un amor tóxico hacia una persona tóxica, finalmente Paio pudo cerrar esa historia. Liberándose por completo y dejando a Bianca dónde pertenecía realmente.

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora