CUARENTA Y TRES: Empezar de cero

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Matías se encontraba en la sala de espera junto a Luz, la amiga de Dali. Tenían que contarle lo que había pasado con Paulina; la policía les había comentado a ellos por el estado delicado de la morocha, Matt suponía que Mica sabía más sobre el tema pero no se había podido comunicar con la rubia, hacía varios días que no sabía sobre su socia. 

- ¿Estas seguro? - le preguntó Luz.

- Sí - aseguró él. - Voy a responsabilizarme de contarle esto a Dalila, creo que soy yo quien debo decírselo, soy su novio. 

- Bien, te espero acá. Me llamas cualquier cosa - le dio ánimos Luz. 

Matt ingresó a la habitación donde estaba Dali, ella estaba comiendo una gelatina que le habían dado mientras hacía zapping en la televisión. 

- Hola amor - se alegró ella al verlo. Había estado sola toda la mañana y ya le estaba pareciendo raro que nadie la haya ido a visitar, sobre todo su mamá que siempre era la primera en estar.

- Hola mi vida - le dio un beso él. - ¿Cómo estás hoy?

- Mejor, los médicos dicen que pronto me van a dar el alta y voy a poder volver a casa - comentó con entusiasmo la morocha. 

- Eso es genial - sonrió un poco forzado él. 

- ¿Qué pasa? Estas raro - notó ella. 

- Dali, paso algo con tu mamá. Voy a contártelo pero tener que tratar de mantenerte calma - expuso Matt.

- ¿Qué le paso? ¿Ella está bien? - se preocupó rápidamente. 

- Está bien - afirmó Matías. - Pero fue detenida en la comisaría - los ojos de Dalila se abrieron por la sorpresa y en su cara se instaló una mueca de confusión. - Fue acusada por la muerte de tu papá, Victor, y la de sus amigos los Viciconte. 

Y esa noticia fue mucho para Dali quién no pudo soportarlo, su visión se ennegreció antes de yacer desmayada. 

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Lucas estaba esperando para abordar el avión. Estaba sentado mientras bebía un café y reflexionaba sobre lo que estaba por hacer.

- Vas a dejar a tu hermano. Vas a volver a quedar solo. - Le señaló la rubia. - Yo si estoy sola en el mundo. Vos no. Tenes una familia y si la tiras a la borda solo por un fracaso amoroso no sos el hombre que creí que eras. 

Eso le había dicho Micaela cuando estuvo de visita en la mansión Ferrario y vio las valijas que él estaba armando. Entonces le preguntó dónde se iba y Lucas le contó. Ella mostró una cara de disgusto y le hizo notar con fuerza su punto de vista. 

En ese momento, Lucas no le había prestado mucha atención. Él era muy soberbio y no iba a dar su brazo a torcer pero ahora, minutos antes de subirse a ese avión que lo llevaría a otro rumbo, esa conversación surgió en su mente para hacerlo dudar, ¿estaba haciendo lo correcto? Micaela tenía razón, él estaba huyendo, se sentía humillado y derrotado por Bianca. Pero él no era así, él no tiraba la toalla con sencillez, él no se daba por vencido. 

En segundos había tomado una decisión diferente. Una decisión que sin saberlo la había tomado años atrás, cuando tan solo era un adolescente. Salvo que ya no era un adolescente, era un hombre, e iba hacerlo notar.

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Bruno había invitado a su novia a cenar a su nuevo departamento. Laura había aceptado y había propuesto llevar una amiga para presentársela a Paio. 

- Esto no es una buena idea - repitió por quinta vez Pablo a su amigo mientras esperaban a las chicas.

- Basta boludo, ya te liberaste de Bianca. Disfruta, sé libre - le aconsejaba Bruno. - No te digo que te cases con la mina, pero conocela, divertite esta noche, sin preocupaciones. 

Cuando Pablo iba a volver a reprochar justo sonó el timbre interrumpiendo la conversación de los amigos.
Bruno fue abrir saludando a Laura y su amiga. 

- Hola Paio - sonrió Lau dándole un beso en la mejilla. - Ella es mi amiga, Paula. - Presentó a la morocha que la acompañaba. 

Y ni bien la vio, Pablo suspiró. Tal vez, la noche no iba a ser tan terrible.

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora