CINCO: Rubias

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CAPÍTULO 5

Florencia llegó a la editorial de su novio al mismo tiempo que Micaela estaba volviendo.

- Holis - dijo Vigna saludando a la vicepresidente entrando junto a ella al ascensor.

- ¿Trabajas acá? - Le cuestionó Micaela rebajandola con la mirada.

- Sos insoportable - Le respondió Florencia ya fastidiada. - Sólo vine a visitar a mi amorchu.

- Déjame aclararte una cosita rubia de quinta. Acá estamos trabajando, Matías tiene muchas tareas importante como para que vengas a distraerlo. Pueden estar juntos el resto del día así que espero que sea la última vez que te vea por acá, no me obligues a que restrinja tu ingreso - amenazó con firmeza Micaela antes de bajar del ascensor y caminar con soberbia hasta su despacho.

Cuando las rubias se conocieron no se llevaron bien. Micaela opinó ni bien la vio que era una insufrible. Y el tiempo le dio la razón.
Florencia era una caprichosa y superficial, sus papás la habían consentido demasiado y ahora los demás pagaban las consecuencias. La mayoría de las personas fingían tolerarla y solo le seguían la corriente pero Mica no era como los demás, ella era directa y honesta consigo misma, cuando alguien no le caía bien lo hacía notar. Y a Florencia se lo demostraba cada vez que la veía y solo por ese motivo tenía discusiones con Matt, con quien en general llevaban una cordial relación.

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Matt había terminado de recorrer la editorial junto a su hermano menor y se habían quedado en la oficina bebiendo café mientras Lucas le contaba pequeñas anécdotas de sus viajes.

- ¿Se te deposita automáticamente por mes en tu cuenta el dinero que te corresponde por la editorial no? - le consultaba Matt que no entendía mucho sobre eso ya que los abogados se ocuparon de dividir el patrimonio Ferrario.

Cada uno de los hermanos recibía un sueldo por las ganancias mensuales de la editorial. La única diferencia es que Matt estaba trabajando y Lucas no. Sin embargo, al mayor no le importaba ser él quien trabajará.

- Sí. Igual me parece injusto recibir el dinero sin siquiera ayudar. Me gustaría hacer algo acá - Le propuso Lucas ya que a él no le gustaba llevarse las cosas de arriba.

- Tengo que hablarlo con Micaela - Matt sabía que su socia iba a aniquilarlo si contrataba alguien más, suficiente con Dalila que la aceptó sin rechistar.

- Amorchu - se quejó una voz aguda entrando a la oficina y por tercera vez en el día, Matt se sobresaltó del susto. - Me crucé con la idiota de tu compañera en el ascensor, me trató horrible y me amenazó - reprochó ignorando a Lucas y abrazando a su novio mientras llorisqueaba.

- Flor, tranquila. No creo que Mica haya querido amenazarte - intentaba apaciguarla él.

- Fue muy clara - Insistió ella percatándose que había alguien más con ellos. - ¿Vos quien sos?

- Él es Lucas, mi hermano menor. Hoy llegó de Nueva York - Se lo presentó - Lu, ella es Florencia, mi novia.

- Un gusto - Dijo cordial él estirando su brazo para estrecharle la mano - Mi familia siempre hablo mucho de vos. - Flor sonrió encantada al escucharlo, no tan sólo su novio hablaba bien de ella sino también sus suegros. - En cuanto a la amenaza, yo me ocupo. Voy a ir a saludar de paso a Micaela.

- Lucas no creo que sea una buena idea. Deja, yo después hablo con ella. - Intentó detenerlo Matt.

- Ay amor déjalo. Por fin conozco alguien que no tiene miedo de enfrentarla - puntualizó Florencia.

- Él no conoce a Micaela. No va a poder sobrellevar su carácter - se excusaba Matías.

- Puedo arreglarmelas sólo - finalizó Lucas saliendo rumbo a buscar a la rubia ojiverde.

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- Mañana comienzo a trabajar en la editorial como asistente de redacción - Le contaba Dalila entusiasmada a su mamá.

- Mi amor te felicito - la abrazó Paulina. - No puedo estar más orgullosa de vos. Vas a salir adelante luchandola como siempre.

- Gracias má. Sólo quiero poder seguir estudiando y conseguir ser quien quiero ser.

- Y así va a pasar - Le afirmó su mamá - Voy a preparar tu comida favorita para esta noche.

- Ah no. El chico al que le salvé la vida, además de ofrecerme el puesto de trabajo me invito a cenar como agradecimento.

- ¿Tenes una cita con tu jefe? - le preguntó divertida Paulina y Dali le puso una carita pícara antes de ir a su cuarto para buscar un atuendo propio.

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora