Micaela se encontraba agotada. Volver a ver a Bruno después que este le había rechazado fue incómodo, por suerte Matt se desocupo rápido y pudieron irse.
No sabía bien lo que su socio había hablado con Dalila, pero si noto que quedó perturbado y había decidido no volver a la oficina. Y como siempre, Micaela iba a tener que ocuparse de todo en la editorial.Paso por su restaurante favorito para almorzar algo antes de volver al trabajo.
Tenemos que hablar. Nos vemos a la tarde?
Decía el mensaje que había recibido de Bruno. ¿Quien se creía que era? Ella no estaba a disposición de nadie, menos de él. Así que prefirió no contestarle e ignorarlo como tantas veces él le había hecho cuando estaba de novio con esa tal Laura.
Siguió comiendo tranquila y media hora después salió rumbo a la editorial. Tenía mucho trabajo pendiente y sin Matt allí, no tenía a quien delegar.
Ni bien llegó se tenso al ver quien estaba esperandola.
Él no se había dado cuenta todavía de la presencia de la rubia, estaba coqueteando con la recepcionista.
A pesar de ser idéntico a su hermano, Micaela sabía diferenciarlos bien y para su mala suerte, el que se encontraba frente a ella no era Ramiro.- Ignacio, que sorpresa - hablo con falso entusiasmo Micaela dedicándole su sonrisa y saludo más profesional.
- Mica, que bueno verte después de tantos años. - la saludó amablemente él olvidándose de su coquetería con la secretaria.
- ¿Puedo ayudarte en algo? - fue directo al grano ella, si algo no le gustaba era dar vueltas.
- Deberíamos hablar en privado - propuso Nacho y ella estuvo de acuerdo así que no guió hasta su oficina y le ordenó a su secretaria que no los interrumpieran.
Después de ofrecerle café y hablar sobre trivialidades, Ignacio se puso serio y finalmente le comentó el motivo de su visita.
- Sabes porque estoy acá - apuntó él.
- Sos un fiscal de lo más ocupado, claramente no es una visita amistosa. - Señaló la rubia.
- Sabes que el accidente que tuvieron tus padres no fue tan accidente. También estoy seguro que sabes más de lo que decís, no sé porque no querés declarar para ayudar a esclarecer todo esto pero Micaela, voy a obligarte. La Fiscalía te solicita a declarar sobre el caso 870. No podes negarte. - Le informó con todo el profesionalismo del mundo Ignacio.
- Lo sé - afirmó con dureza Micaela, quien sentía todo su cuerpo contracturarse, sabía que este momento iba a llegar desde que Ramiro le informó que su hermano reabrió el caso.
- Me dijeron que una de las empleadas es la hija del piloto que viajaba con tus padres - continuó hablando Nayar, logrando poner más incómoda a Micaela quien se sentía presionada y sin salida - También necesito hablar con ella. En el caso figura que nadie le aviso nunca a la familia de Víctor Martinelli la muerte de este.
- Negligencia de la Fiscalía - acotó con mordacidad Micaela.
- Ciertamente. ¿Me autorizas para hablar con... - Nacho reviso entre sus papeles el nombre de la hija del piloto - Dalila? Sé que es su horario de trabajo pero entenderás que esto es importante.
- Esta con licencia, se enfermó - nunca pensó alegrarse como ahora que Dalila estuviera con neumonía. Eso le daba más tiempo.
- Bien, voy a tener que ir a su dirección entonces - dijo Ignacio escribiendo en una de las hojas. - Te dejo la carta en donde indica cuando y donde tenes que presentarte a declarar, en caso de no asistir la Policía procederá a buscarte para llevarte ante el juzgado - le recordó él, Micaela ya sabía como se manejaba el sistema judicial y ya no quería seguir hablando con Nacho.
Ahora iba a tener que pensar en que declarar y como encarar a Dalila y contarle las cosas que sabía. Ya no podía seguir guardando el secreto, definitivamente había llegado el momento en someterse a sus palabras.
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Cuando Ignacio se fue, Micaela sintió que sus pulmones volvieron a llenarse de aire.
Quería distraerse, después iba a tener mucho tiempo para preocuparse. No dudo más y salió rumbo a la casa de Bruno, esperaba encontrarlo allí.
Estaba llegando a la casa y lo vio en la esquina con un bolso. Se detuvo y bajo la ventanilla. Él se dio cuenta de la presencia de la rubia y se acercó.
- ¿Qué haces con ese bolso? - curioseo Micaela.
- Pelea en casa con mis viejos. Me fui - explicó como si nada él.
- ¿Y a dónde pensas ir? - le preguntó la rubia.
- No lo pensé, capaz me quedé en el taller unos días hasta que encuentre algo - dijo Bruno y Mica lo vio horrorizada.
- No seas ridículo - rodó los ojos ella. - Subí, vas a quedarte en casa - apuntó Micaela tomando por sorpresa a Bruno.
Sabía que la cosa entre ellos estaba tensa y tenían mucho que hablar para aclarar la situación, pero por ahora no tenía otro lugar para ir. Además, conociendo a Micaela sabía que no era común una actitud amable en ella.
Bruno se subió en el asiento de copiloto mientras la rubia daba vuelta el auto y manejaba rumbo a su Penthouse.
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Dueña de mi silencio, esclava de mis palabras
Ficção Adolescente"Las palabras se pueden manipular, pueden perder su valor o tener demasiado. En cambio el silencio es más noble. El silencio es algo que se puede compartir. El silencio es estar en control. El silencio es poder. Dicen que somos esclavos de nuestras...