Paio y Bruno estaban trabajando en el taller. Era un día lluvioso así que no tenían mucho trabajo, estaban bastante relajados.
- Me quiero matar. Lau no quiere ni escucharme. - Le contaba sus problemas Bruno a su amigo. - Encima seguro les dice cualquiera a mi hermana y mi mamá, siempre van a estar de su lado.
- Relaja un poco - le aconsejó Pablo. - Las cosas ya se van acomodar, si sucede, conviene.
- ¿Me jodes? - expresó serio e incrédulo - Bianca te dejo por el chetito y me decís que ese suceso te conviene cuando te la pasas maldiciendo todo el día e ideando planes locos para recuperarla.
- Haz lo que yo digo no lo que yo hago - bromeó Paio ganándose una mirada letal de su compañero.
- Laura me dejo por un mal entendido, es injusto lo mío. - siguió insistiendo Bruno. - Yo en verdad la amo, sabes que fue mi primer amor y cuanto sufrí la primera vez que nos separamos. Ahora, mucho tiempo después de aquella vez me la volví a cruzar, nos volvimos a enamorar...
- Y se volvieron a separar - recalcó Paio.
- Si - aceptó Bru con pesar.
- ¿No te detuviste a pensar que a lo mejor, por mucho que la ames, no es la mujer destinada a vos? Si algo me enseñó Bianca, es que el amor no es suficiente.
- Creó que es la primera vez en el día que decís algo coherente - coincidió Bruno ganándose un golpe de su amigo. - En el fondo siempre supe que Laura no era para mi, por muy enamorados que estemos. Siempre algo interfiere en nuestra pareja.
- A todo esto no me dijiste que minita te estabas comiendo - lo chicaneo Pablo.
- No voy a contarte sobre ella, no era nada serio, sólo sexo casual y cuando me puse de novio con Lau le aclaré las cosas, no tenía porque mandarme un mensaje. Si no lo hubiera hecho, Laura no hubiera creído cualquiera y ahora seguiríamos juntos y felices - pensó Bru.
- Por algo sucedió - volvio a repetir con insistencia Pablo.
- Si sucede, conviene - se burló su amigo.
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Matt estaba en su oficina cuando irrumpió como un huracán de alegría Florencia.
- Amor cuantas veces tengo que pedirte que no arnés revueltos en mi lugar de trabajo - le hablo con paciencia y suavidad él para que la rubia no mal interpretara, como siempre, las cosas y se pusiera hacer un berrinche como los de costumbre.
- Perdón bebé - excuso ella acercándose para besarlo. - Es que hoy fui a ver invitaciones y souvenirs para la boda, pero quiero tu opinión. No puedo decidir todo yo sola.
- Lo sé amor, y tenes razón. Ahora voy acompañarte - concluyó Matías.
- ¿En serio? - preguntó emocionada Florencia viendo como su prometido se ponía el saco y agarraba unas carpetas de su escritorio.
- Si. Le voy a llevar esto a Micaela y vamos a ver las cosas para el casamiento. - Florencia se arrojó a sus brazos llenandolo de besos y agradeciendole su tiempo.
Desde que habían vuelto, él estaba más pendiente de ella que nunca. Y eso a Florencia le fascinaba.
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Dueña de mi silencio, esclava de mis palabras
Jugendliteratur"Las palabras se pueden manipular, pueden perder su valor o tener demasiado. En cambio el silencio es más noble. El silencio es algo que se puede compartir. El silencio es estar en control. El silencio es poder. Dicen que somos esclavos de nuestras...