VEINTITRÉS: Lo que sucede, conviene.

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Paio y Bruno estaban trabajando en el taller. Era un día lluvioso así que no tenían mucho trabajo, estaban bastante relajados.

- Me quiero matar. Lau no quiere ni escucharme. - Le contaba sus problemas Bruno a su amigo. - Encima seguro les dice cualquiera a mi hermana y mi mamá, siempre van a estar de su lado.

- Relaja un poco - le aconsejó Pablo. - Las cosas ya se van acomodar, si sucede, conviene.

- ¿Me jodes? - expresó serio e incrédulo - Bianca te dejo por el chetito y me decís que ese suceso te conviene cuando te la pasas maldiciendo todo el día e ideando planes locos para recuperarla.

- Haz lo que yo digo no lo que yo hago - bromeó Paio ganándose una mirada letal de su compañero.

- Laura me dejo por un mal entendido, es injusto lo mío. - siguió insistiendo Bruno. - Yo en verdad la amo, sabes que fue mi primer amor y cuanto sufrí la primera vez que nos separamos. Ahora, mucho tiempo después de aquella vez me la volví a cruzar, nos volvimos a enamorar...

- Y se volvieron a separar - recalcó Paio.

- Si - aceptó Bru con pesar.

- ¿No te detuviste a pensar que a lo mejor, por mucho que la ames, no es la mujer destinada a vos? Si algo me enseñó Bianca, es que el amor no es suficiente.

- Creó que es la primera vez en el día que decís algo coherente - coincidió Bruno ganándose un golpe de su amigo. - En el fondo siempre supe que Laura no era para mi, por muy enamorados que estemos. Siempre algo interfiere en nuestra pareja.

- A todo esto no me dijiste que minita te estabas comiendo - lo chicaneo Pablo.

- No voy a contarte sobre ella, no era nada serio, sólo sexo casual y cuando me puse de novio con Lau le aclaré las cosas, no tenía porque mandarme un mensaje. Si no lo hubiera hecho, Laura no hubiera creído cualquiera y ahora seguiríamos juntos y felices - pensó Bru.

- Por algo sucedió - volvio a repetir con insistencia Pablo.

- Si sucede, conviene - se burló su amigo.

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Matt estaba en su oficina cuando irrumpió como un huracán de alegría Florencia.

- Amor cuantas veces tengo que pedirte que no arnés revueltos en mi lugar de trabajo - le hablo con paciencia y suavidad él para que la rubia no mal interpretara, como siempre, las cosas y se pusiera hacer un berrinche como los de costumbre.

- Perdón bebé - excuso ella acercándose para besarlo. - Es que hoy fui a ver invitaciones y souvenirs para la boda, pero quiero tu opinión. No puedo decidir todo yo sola.

- Lo sé amor, y tenes razón. Ahora voy acompañarte - concluyó Matías.

- ¿En serio? - preguntó emocionada Florencia viendo como su prometido se ponía el saco y agarraba unas carpetas de su escritorio.

- Si. Le voy a llevar esto a Micaela y vamos a ver las cosas para el casamiento. - Florencia se arrojó a sus brazos llenandolo de besos y agradeciendole su tiempo.

Desde que habían vuelto, él estaba más pendiente de ella que nunca. Y eso a Florencia le fascinaba.

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora