CAPÍTULO 10
En la mansión de los Ferrario se organizó un sofisticado cóctel para agasajar, como todos los años, a sus clientes y empleados más importantes. Periodistas, editores, fotógrafos, fueron los invitados principales.
Lucas seguía en su habitación terminando de ponerse a regañadientes el traje que su hermano le había llevado. No le gustaba la corbata pero sabía que si no se la ponía iba a quedar informal y Micaela lo mataría. Porque le basto una simple charla con ella para saber que era controladora y antipática. Distinta a lo que él recordaba. En aquel momento era un adolescente enamorado, posiblemente idealizo a la mujer de sus sueños, sin conocerla realmente e ignorando lo que en verdad era.
Bajo las escaleras con lentitud, la fiesta ya había comenzado y casi todos los invitados estaban disfrutando del catering, el champagne y la orquesta que habían contratado.
Quedó boquiabierto al ver a Micaela en un sensual vestido de seda blanco y por una milésima de segundo, su corazón volvió a latir como cuando solo era un adolescente enamorado de la novia de su hermano.
- ¿Viste a tu hermano? - le preguntó ella acercándose hacia él quien seguía encandilado.
- No, recién bajo -logró decir después de unos largos segundos y un chasquido por parte de la rubia para que reaccionará.
- Lucas si vas a estar con esa cara de bobo toda la noche prefiero que subas y te encierres en tu habitación - lo reprendió ella con severidad pero trayendolo a la realidad. Él frunció el ceño molesto y sin decirle nada la pasó de largo para ir al jardín en donde estaban los invitados.
Lucas no conocía a nadie, no sabía porque finalmente había bajado. Pero en fin, iba a comer y tomar algunas copas y se iba a retirar, los cócteles le resultaban aburridos y estirados.
Iba caminando tan molesto por lo insoportable que era Micaela, una mujer que idealizo de chico y ahora se daba cuenta que era una bruja, que no se dio cuenta que se chocó con una de las mozas que estaba sirviendo a los invitados.
- Disculpame, iba distraído - dijo Lucas ayudando a la chica a levantar lo que se le había caído con el choque.
Cuando la moza levantó la mirada y lo vio quedo en shock unos segundos. - Siempre vas distraído chocando a la gente - lo acusó ella con molestia.
- Te juro que solo a vos - bromeó Lucas volviendo a sonreírle coqueto como la noche que la chocó en el restaurante.
Bianca se sentía avergonzada. Una vez que decide trabajar ayudando a su papá, se viene a cruzar con el caño que había conocido en el restaurante la noche pasada. Ese pibe estaba definitivamente fuera de su rango y ahora que él sabía que ella era solo el servicio no iba a darle bola.
- ¿Así que sos moza? - le preguntó él mirándola entera - No lo parecias la otra noche.
- Si, bueno. Siento decepcionarte - habló con ironía Bianca.
- No me decepcionas. Me sorprendes... gratamente - volvió él a dedicarle una de sus mejores sonrisas sexys. - Soy Lucas, el dueño de la casa - Se presentó de una vez por todas - y tu futuro marido - agregó provocando sorpresa ella que no pudo evitar reír nerviosa y esperanzada.
- Me llamo Bianca - le dijo con una sonrisa que terminó de enamorar al menor de los Ferrario.
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Dueña de mi silencio, esclava de mis palabras
Teen Fiction"Las palabras se pueden manipular, pueden perder su valor o tener demasiado. En cambio el silencio es más noble. El silencio es algo que se puede compartir. El silencio es estar en control. El silencio es poder. Dicen que somos esclavos de nuestras...