TREINTA Y UNO: Una foto más

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Micaela estaba acostumbrada a vivir sola, y siempre estuvo cómoda con eso. Pero ahora que tenía a Bruno viviendo en su casa, se dio cuenta que compartir el espacio privado con otra persona no estaba tan mal. Además con todo lo que estaba ocurriendo en su vida, Bruno era una distracción, una muy buena distracción. 

Llevaban unos días viviendo juntos, Bruno se pasaba el día en el taller y otro tanto buscando otro empleo. Quería alejarse de su barrio natal, la pelea con su familia le había afectado y estar cerca y tan lejos a la vez lo hacía recordar.

La rubia trabajaba más que nunca y cuando volvía a su casa tenía largas sesiones de sexo con Bruno. Pero sabía que no podía seguir ignorando lo que se avecinaba. Tenía que hablar con Dalila antes que Ignacio se le adelantara. Era ella quien tenía que darle las explicaciones pertinentes, sino la morocha no se lo iba a perdonar nunca. 

Lucas aún tenía sus dudas respecto a Bianca pero ya no podía dar un paso al costado, ahora la joven estaba embarazada de un supuesto hijo suyo. Él no estaba seguro de ello. 

Su novia había tomado ella misma la decisión de irse a vivir con él. Y aunque Lucas no estuvo para nada de acuerdo tuvo que aceptarlo. Matías, que también vivía en la casa, solo le dio unas palmadas de aliento a su hermano menor después de regañarlo por ser padre tan joven. 

Bianca había dejado su pobre vida atrás, y sin darle muchas explicaciones a su familias, se fue de su casa decidida a nunca volver; ella estaba para más, mucho más.


Dalila seguía recuperándose, ella ya quería volver a su trabajo pero Matt le pidió que descansará unos días más así no tenía una recaída luego. 

Aprovecho esos días extra y se puso a reacomodar su casa y limpiar las cosas. Su mamá había ido a trabajar temprano ese día entonces la morocha se decidió por acomodar las cosas de su mamá. Se llevó una sorpresa al encontrar algo que nunca antes había visto. Una fotografía.

Pero no cualquier fotografía. Era una antigua, de como hacía 25 años atrás. Allí estaba su mamá, Paulina, junto a un hombre elegante y apuesto de su misma edad. Dalila no tenía idea de esa foto, ni de ese hombre. Pero sabía quien era. Lo sabía porque se veía identificada en él. 

Dueña de mi silencio, esclava de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora