Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETA

CAPÍTULO FINAL (Parte 1)

18 de diciembre

Narra Angela:

Doy pasos ligeros, pero angustiantes. Este largo camino no tiene fin, y yo no logro mantener la cordura con cada centímetro que avanzo. Estoy al borde del precipicio, y no tengo miedo de tirarme con tal de estar con él. Es, probablemente, la peor situación en la que me he encontrado. Entre la espada y la pared... Estoy en una batalla constante de emociones desde hace varios meses; sin embargo, ahora todo podría llegar a su fin.

¿Qué es lo que he hecho? ¿Qué haré? ¿Cómo se lo diré a Ethan? ¿Cómo podré vivir con esto?

—Espero que lo hayas entendido —Escucho detrás de mí, con su voz grave y seria.

—No lo entiendo y no lo entenderé nunca —me limito a decir con la cabeza gacha, dejando caer las lágrimas por mis mejillas—. Déjame sola.

—Yo te lo dije desde hace semanas, Angela, pero tú simplemente no quisiste...

—¡Que me dejes sola! —grito y me giro hacia mi padre, quien mantiene su ceño fruncido—. ¡No lo haré! ¡Jamás!

—¿Es por él, verdad?

—¿Por él? —mascullo suavemente.

—¿Estás abandonando todo por él? ¿Qué te ha hecho? ¡Soy tu padre! ¡Te di la vida!

—Comprende que estoy enamorada...

—¡No vuelvas a decir algo así porque juro que te abofetearé, Angela! ¡Ya he tenido suficiente!

—Papá... —Aprieto los labios para no seguir hablando.

Solo me dedico a llorar sin parar, con un dolor en mi corazón que no calmará nunca. Es mi padre o él. Es un gran futuro o él. Es mi vida o él.

Pero lo elijo a él. Me he enamorado perdidamente de Ethan y no pienso dejarlo. Me ha demostrado ser la mejor persona del mundo, el que me ha apoyado en mis peores momentos, y quien ha estado conmigo en los mejores. La única persona que es capaz de hacerme sonreír con todas sus ocurrencias, y quien me hace sentir especial en todo momento. El que siempre estuvo allí.

—Te arrepentirás de todo esto, hija. Sé que será pronto.

—No me arrepentiré jamás. Yo... lo amo.

—¡Cállate!

Antes de que pueda reaccionar, su mano ya chocó duramente contra mi mejilla izquierda. Un inmenso dolor en esa zona se esparce por todo mi rostro, provocando que más lágrimas furiosas salgan a la luz.

Es la primera vez que me golpea, y es la primera vez en mi vida que me he sentido tan miserable.

—Angela...

—Papá, vete —lo interrumpo sin mirarlo, con una mano en mi enrojecida y ardiente mejilla—. Lárgate. No quiero volver a verte. Haz lo que quieras, pero a mí déjame sola.

—No puedo, Angela... Te amo... ¡Eres mi hija!

—Ya no lo soy. Compréndelo. Lárgate de aquí.

Me giro sobre mis talones, aún sin poder reaccionar tras el golpe. Estoy tan enfurecida, tan... impactada por todo. Es demasiado sufrimiento para mí.

Escucho la puerta de la habitación cerrarse, y, en menos de un segundo, ya me encuentro de rodillas en el suelo, llorando escandalosamente.

—¿Por qué? —se escapa de mi boca—. ¿Por qué a mí? ¿Por qué?

Me sujeto el pecho, a causa de la gran presión que crece allí.

¿Es que acaso merezco esto? ¿Merezco estar pasando por tanto dolor solo por amar a una persona como nunca antes? ¿Qué no todos querían eso? Merezco amarlo. Él me merece a mí. Solo queremos estar juntos, sin problemas y sin gente que esté detrás de nosotros diciéndonos que es incorrecto. Necesito de él.