Parte 5: "El comienzo de los sueños más salvajes" ✔

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NOTA: Hola a todos, les habla la escritora. Quisiera pedirles, por favor, que voten en cada capítulo si es que están leyendo la historia, para saber si les gusta y si les va a ir gustando. Me ayudarían mucho y a la historia también, así que no se olviden de dejar su voto y, si desean, su comentario. No a los lectores fantasmas :(  

Narra Ethan:

Abro los ojos de golpe, abatido y con la respiración entrecortada. ¿Ya he despertado, acaso? Me cuesta tener la noción de la realidad luego de aquel sueño tan desesperante.

Doy un suspiro y me siento en la cama, sin ganas. ¿Qué rayos fue eso? En primer lugar ¿por qué soñé con ella? Ni siquiera me interesa como para tenerla ocupando mi mente durante las noches. Estoy confundido y todavía asombrado.

Me levanto y comienzo a caminar arrastrando los pies hasta llegar al baño. Ya ahí, puedo apreciar que tengo varias marcas en todo el cuerpo. El dolor aún persiste en mí. Me quito la ropa, y entro a la ducha para que la helada agua me golpee el cuerpo. Tiemblo con los labios separados, pero al menos eso me distrae para dejar de pensar en todo lo demás que ha ido pasando en este corto tiempo. Necesito despertar del todo.

Al salir, me fijo en el reloj que está sobre mi mesa de noche, que marca las siete y media de la mañana.

«Hoy será un día de mierda»

Luego, me coloco una camiseta blanca, unos jeans negros y unas botas marrones, para así bajar al primer piso y encontrar a mi madre haciendo desayuno.

—Buenos días.

—Buenos días, Ethan —dice con una tierna sonrisa en su rostro. Su herida sigue algo notoria, pero no tanto como ayer—. ¿Hoy irás a la escuela?

—Si. Me siento algo dolorido pero nada grave.

—Estás muy golpeado...

—Lo sé, pero no me duele mucho —miento—. Tengo que hacer unas cuantas cosas hoy así que iré —me fijo en lo que me está preparando y vuelvo a mirarla—. Me gustan los waffles. Gracias.

—Lo sé...

—¿Y a qué hora regresarás de trabajar? —inquiero al tiempo que saco las tazas y las coloco en la mesa.

—No lo sé, tal vez mi jefe quiere que siga trabajando hasta tarde, o puede que me deje la tarde libre. Ya sabes cómo es esto.

Claro, trabajar de camarera debe ser espantoso.

—Te noto cansada y... tu herida... —frunzo el ceño y le acaricio la mejilla—. ¿Hoy no puedes faltar?

—No puedo —se separa.

—No tendrías que estarte preocupando por eso si me dejaras trabajar.

—Ya hablamos del tema, Ethan. No empieces.

—Pero yo puedo y quiero trabajar para conseguir dinero.

—Me sentiría muy culpable... más de lo que ya me siento —pronuncia apenada.

—No tienes la culpa, madre. Sólo quiero ayudar.

—No hasta que termines tus estudios, y ya no quiero hablar del tema. Desayuna ahora o llegarás tarde.

Mierda, ¿tan malo es querer ayudar a tu madre? Al menos para dentro de poco tendré mil dólares. Mientras tanto, debo ver otra forma de ganar más dinero.

Narra Angela:

—¡Vamos! ¡No estoy tan gorda! —le reclamo a mis jeans, que se niegan a cerrar.

Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora