Parte 60: Escritor.

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(...)Y cada día, cada minuto, cada segundo que pasaban juntos, era sencillamente etéreo. Increíble para creer, imposible de describir. Iban al cine y él le robaba besos de cuando en cuando; ella solía leerle libros cuando él iba a visitarla en la noche hasta que se finalmente, se quedaba dormido –solamente los días que su padre no estaba- y, también solían ir al lugar mágico en el que él le dijo para que estén en una relación. Se quedaban las tardes sentados sobre una manta que él llevaba, y comían fruta y postres que ella llevaba. Miraban a los hermosos peces debajo de sus pies en medio del puente de madera. Conversaciones infinitas, besos apasionados y caricias dulces. Tenían más diferencias de lo que habían pensado... aunque también tenían alguna que otra similitud. Dicen que los opuestos se atraen, ¿no?

Jamás habían estado tan felices consigo mismos.

Pero... ¿Sería demasiado?

Hasta el momento, él ya le había dicho "te quiero". Y Angela, lastimosamente, todavía no. Quizás porque seguía teniendo mucho miedo de que él pueda fallarle. En estos meses le había demostrado que no lo haría; que estar con Ethan fue una muy buena decisión ya que no dejaba de sonreír... Sin embargo, todavía tenía aquella sensación de temor por lo de sus padres. ¿Él le sería infiel? ¿Le mentiría? ¿La humillaría como lo hizo antes?

—Ethan... —dijo girándose hacia él, sin dejar de caminar—. ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro —contestó con una sonrisa, mirándola atentamente.

—¿Por cuánto tiempo más durará esta alegría?

—¿Cómo?

El chico, extrañadísimo por su inoportuna pregunta, frunció el ceño. Se detuvo en plena calle, y la chica, que tenía un café en la mano, hizo lo mismo.

—No comprendo, Angela.

—Me refiero a que... Ya sabes... No... —se acarició los brazos, pensando en cómo decirlo—. Has hecho que vea el mundo de una manera diferente y no sabes cuánto me ha gustado. Me gustas, lo sabes, pero todavía no quiero... No lo sé. Tengo miedo a que me hagas daño. Sé cómo has sido con tus anteriores parejas y todo mundo en clase me mira y murmuran cosas feas, como que me dejarás tarde o temprano. Que soy tu pasatiempo. Tu juego.

—Amor...

—Yo sé, Ethan, sé que no has hecho nada para que dude. Es que de todas formas...

—Linda —la interrumpió, abrazándola por la cintura—. Te quiero. Te quiero como no tienes idea. Mi corazón se acelera cada que veo tus bonitos ojos marrones y... son los únicos que me ocasionan eso. No los demás. No es Taylor o alguna otra. Eres tú. Solo tú, Angela. ¿Cómo crees que podrías ser mi pasatiempo si eres lo más importante en mi vida?

Las palabras del joven la hicieron sentir bien, y en especial cuando le besó la frente tiernamente. Le encantaba que hiciera eso.

—Eres la mejor, mi pequeña —murmuró contra su piel—. Y la mejor merece lo mejor. Te tengo una sorpresa que te encantará.

—¿Sorpresa? Pero yo no te he preparado nada.

—Con que me beses y me dejes sacarte una sonrisa, me basta —esbozó la mejor de sus sonrisas.

***

—¿Recuerdas cuando me leíste Bajo la misma estrella y dijiste que te gustaría que te pase lo mismo que a Hazel? No lo triste, lo bonito: cuando Gus la lleva a conocer a su escritor favorito —comentó Ethan, dentro de la habitación de su adorada Angela. Estaba con muchos libros, cuadernos y papeles al lado, sobre la cama de la joven, ya que solían hacer tarea juntos desde entonces.

Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora