Después de salir de ese lugar donde sus vidas habían estado en peligro, Marc abrió la puerta del alambrado y se subió directamente al auto con el que el propio André los había llevado allí. Una vez que Alan también tomó lugar en el asiento del acompañante, lo puso en marcha y se alejó a toda velocidad por la carretera, esquivando algunos autos dispersos que estaban parados en medio de la calle. Por suerte, y a pesar de no tener licencia aún, el de pelo negro sabe manejar bastante bien. Estuvieron en silencio prácticamente todo el camino. Solo Alan hablaba en algunas ocasiones, destacando el hecho de que no sabía que su amigo supiera conducir, pero el otro solo se limitaba a asentir o negar con la cabeza sin siquiera mirarlo.
Después de un par de horas andando, la oscuridad de la noche los envolvió, y Marc decidió que no era sensato seguir conduciendo sin poder ver nada. Detuvo el vehículo a un lado de la calle, que parecía completamente desolada, sin ningún sonido o señal de vida. Reclinó su asiento un poco hacia atrás y se puso de lado dándole la espalda a su amigo, cerrando los ojos para intentar dormir un poco. Alan permaneció un tiempo más despierto, mirándolo y pensando en todo lo que habían tenido que pasar el día anterior. Sabía que Marc estaba molesto por algo, pero no estaba seguro de por qué. Su cabeza rondaba en algunas ideas, y en todo lo que había arriesgado su amigo para salvarlo creyendo que estaba en peligro, hasta llegar al punto de estar por morir. Eso lo hacía sentir culpable, de no ser lo suficientemente fuerte para poder protegerse por su cuenta. Con todo eso en su mente, por fin llegó su hora de sueño y quedó dormido con sus manos como almohada.
El amanecer ya se ha vuelto a mostrar, reflejando su luz en los ojos de ambos que despiertan de su sueño. Al mismo tiempo abren sus ojos y se incorporan, mirando hacia ambos lados y viendo que nada parece haber cambiado, que todo sigue inquietantemente tranquilo afuera. Marc suspira y restriega sus ojos, mientras Alan lo observa en silencio esperando que le diga algo. Pero eso no sucede, por el contrario, parece forzar su cabeza para no voltear hacia el lado donde él está. –Marc... ¿estás enojado conmigo? –Dice el rubio atreviéndose a ser el primero en romper el silencio.
El otro aprieta con fuerza el volante, dejando una pausa interminable de unos segundos antes de responder. -¿Enojado contigo? ¿Por qué? ¿Por confiar más en alguien que no conoces que en mí? ¿O por cuestionar todo lo que hice para protegerte? ¿O quizá porque le tienes pena a alguien que trató de matarme a mí y a ti, y gracias a eso no salimos con vida? No, no estoy enojado. Estoy decepcionado. –Deja salir de un solo golpe todo lo que tenía para decirle y luego volver a estar en silencio.
Alan se queda sin palabras, sabiendo que mucha de las cosas que su amigo ha dicho son ciertas. –Perdóname... no me imaginaba que... existieran personas tan malas... -Dice en voz baja el rubio mientras mira sus manos sintiéndose triste por todo lo que pasó.
-¿Ah no? ¡Bienvenido al mundo real! Esto no es uno de tus videojuegos ¿sabes? Aquí si te matan no vuelves a revivir, y hay miles de tipos que seguramente nos matarán tarde o temprano. ¡Entiéndelo! –Grita Marc dándole un golpe al volante. El rubio se queda en silencio, mirando al otro sin poder creer lo que acaba de decir, o sin querer creerlo. Se lleva ambas manos a la cara y comienza a llorar, ante la desolada afirmación de su amigo que podría ser cierta. Él no quiere morir, no quiere pensar en morir. Marc voltea, dándose cuenta que fue muy duro lo que dijo, y no pudiendo evitar sentirse culpable al ver a su amigo así. –Lo siento, no me prestes atención, digo estupideces. –Dice acercándose un poco al otro y atrayéndolo con sus brazos para abrazarlo.
-¡Es verdad! ¡Vamos a morir! –Dice Alan entre lágrimas, ocultando su rostro detrás de sus dedos.
-Oye... -Marc toma sus manos y las aparta para descubrirle la cara y poder mirarlo a los ojos, a sus dos ojos azules mojados por el llanto. –No digas eso ¿ok? No vamos a morir. Vamos a llegar a la frontera y saldremos de aquí para estar seguros. Y si alguien quiere hacerte daño siempre voy a estar yo para protegerte. –No puede estar enojado y juzgarlo por lo que hizo antes, menos al verlo así. El cariño que le tiene a su amigo es mucho más fuerte que cualquier problema que puedan enfrentar en medio.
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Virus H
Science FictionLa intervención de la ciencia en la salud puede salvar millones de vidas, pero también puede acabar con ellas. El brote inesperado de un virus que se expande rápidamente por el planeta trajo pánico a la población. El mundo da un giro inesperado haci...