7) Martes 17 de Noviembre de 2020 12:35 pm

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Son pocos los segundos en que los dos amigos y el sujeto frente a ellos están quietos. Sin embargo, para Alan y Marc esos segundos se hacen eternos, dándoles la oportunidad de observar con detalle la fisonomía del hombre que antes era un profesor y ahora está irreconocible. Su postura y sus movimientos no parecen normales, pero lo que más destaca son sus ojos color sangre, que tienen una mirada hambrienta de carne.

Tras ese momento de quietud, el sujeto comienza a correr con la clara intención de saciar su hambre incrustando sus dientes en la piel de los alumnos. Marc reacciona inmediatamente, empujando a su amigo detrás de él y esperando que el profesor se acerque. Quizá deberían correr hacia atrás para alejarse, pero sus intenciones son salir de la escuela lo antes posible, y para eso deben llegar a la puerta que está detrás del horroroso hombre. Alan está helado, sin poder reaccionar, solo mira por al lado del brazo de su amigo lo que viene corriendo hacia ellos. Las películas de terror son sus favoritas, pero estar viviendo una escena de terror como ésta no lo disfrutaba.

Se escuchan resonar los fuertes pasos del hombre que intenta agarrar al más alto de los dos chicos. Pero Marc lo empuja contra la pared del pasillo, dejando libre el camino hacia la puerta. -¡Corre Alan! ¡Corre! –Grita el moreno mientras tira del brazo de su amigo para escapar.

Los movimientos del profesor son algo torpes, y cuando logra recobrar el equilibrio vuelve a correr detrás de lo que para él es su alimento que se escapa. Los corazones de los alumnos laten a gran velocidad, y la distancia que los separa de la salida parece infinita. Pero logran poner sus manos en el picaporte de la puerta, abriéndola bruscamente. Ambos logran salir al exterior, cerrando la salida segundos antes que el hombre choque contra ella. Desde el interior, esos ojos rojos los miran con odio, pegados al pequeño cuadrado de vidrio, mientras el aliento que sale de la boca del sujeto empaña el cristal. Alan sale corriendo hacia la calle, dejándose caer de rodillas en el césped mientras se toma la cara y las lágrimas le comienzan a brotar de los ojos. Todo lo que vio antes lo han dejado impactado. Marc corre detrás de él, inclinándose a su lado y rodeando a su amigo entre sus brazos.

-Tranquilo, ya pasó. Ya salimos de allí, no te preocupes todo está bien. –Sus palabras de optimismo se ven un tanto opacadas por los gritos que aún se pueden oír desde el interior del edificio.

-¡¿Qué esta bien?! ¿Acaso no viste lo que yo vi? –Dice el rubio mirando a la cara a su amigo, con sus ojos azules inundados. –Quiero ir a casa, por favor. –Alan vuelve a hundir el rostro en el pecho del más alto.

-Tranquilízate, respira despacio. –Marc trata de calmar un poco a su amigo, que está muy agitado y siente como su cuerpo tiembla bajo sus brazos. Cuando lo nota un poco mejor se pone de pie tendiéndole la mano para que el otro haga lo mismo. –Vamos, te acompañaré hasta tu casa. Allí podrás olvidar todo esto. –

Los dos corren por las calles, que se notan con menos tránsito que de costumbre. Por suerte para ellos, sus casas no están muy lejos de la escuela. Algunos autos pasan a toda velocidad, pero la mayor parte de ellos son camionetas de la policía y del Centro Médico. No les resulta extraño ya que seguramente se dirijan a prestar servicio en la tragedia de la escuela. A pocos metros de la casa de Alan, antes de llegar, pueden escuchar el grito cercano de una mujer. Marc se detiene y voltea con la intención de corren en dirección al sonido, pero la mano del más bajito lo agarra del brazo. –No me dejes solo. –

El moreno tiene el impulso de averiguar si esa mujer está en problemas y ayudarla, pero ver el rostro de su amigo le causa algo más profundo, y no puede negarse. –Esta bien, corramos. Te metes a tu casa y me esperas ahí mientras veo que son esos gritos. –

-No Marc no vayas, quédate dentro de la casa conmigo. –Mientras corren, Alan trata de convencerlo de que no se arriesgue a ir, teme que algo malo le pase.

Pero antes de que el más alto pueda responder, escuchan como los gritos se acercan cada vez más y ven a una mujer correr varios metros atrás. Otra persona viene corriendo tras ella, pero no es alguien normal, una vez más esa persona tiene esos horribles ojos rojos. Los chicos corren más rápido para llegar a la casa, y cuando llegan a la puerta Alan busca rápidamente las llaves para entrar y protegerse allí. -¡Aquí! ¡Ven con nosotros! –Grita Marc a la mujer, pero ella parece no escuchar por el temor y sigue su camino corriendo por la calle alejándose. Ahora, el sujeto dejo de prestarle atención a la mujer para mirarlos a ellos, que están más cerca y más quietos. -¡Abre la puerta Alan, rápido! –Dice el moreno al ver que el sujeto viene corriendo hacia ellos. La llave gira dos veces y ambos entran en la casa, cerrando nuevamente. Solo se escuchan los golpes en la puerta que da el hombre desde afuera, furioso por no poder saciar su hambre, pero están seguros ahí adentro.

El rubio corre hasta su habitación, dejando a Marc en la sala. La casa está vacía, se supone que ambos están en la escuela a esta hora y los padres de los dos no salen del trabajo hasta varias horas más tarde. Solo queda esperarlos, quizá vuelvan antes si se enteran de lo que pasó en la escuela, pero parece que está pasando en las calles también. Marc camina hasta el cuarto de su amigo, abre la puerta y lo ve acurrucado en su cama. Todo lo que pasó es demasiado para Alan, y el moreno siente pena al verlo llorar de esa manera. No dice nada, solo se acerca y toma lugar en la cama junto al más pequeño. Con delicadeza pasa su brazo sobre él. –Tranquilo enano, nunca voy a dejar que te pase nada. –A pesar de tener un poco de miedo también por lo que pasó, Marc trata de mostrarse tranquilo y sonriente, y Alan a pesar de estar tan asustado, se siente seguro teniendo a su amigo al lado. Ambos cierran los ojos, esperando el pasar de las horas, tratando de despejar su mente de todo lo que acaban de ver.

Virus HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora