-¡Ya estamos muertos! –Grita el sujeto más grande mientras mira hacia todos lados inquieto y asustado.
-¡Cállate! –Responde inmediatamente Marc para que cierre la boca. Los cristales de las ventanillas empiezan a mostrar unas pequeñas grietas que se van haciendo cada vez más grandes a cada golpe que le dan los de afuera. En cualquier momento podrían hacerse pedazos y dejar libre el paso para que los enfermos se den un festín. Pero el de pelo negro no deja de intentar hacer arrancar el vehículo.
-Podemos intentar salir y correr lo más rápido que podamos. –Dice Alan mientras mira fijamente los rostros de afuera.
-Eso sería un suicidio. –Dice Noah dando por hecho que ya no hay ninguna salida.
-También lo es quedarse aquí. –Agrega el rubio pensando que todo se terminó aquí para ellos. Pero de repente un sonido que no es el de los gruñidos de los enfermos los hace sobresaltar. Es el motor, el motor del auto que se puso en marcha.
-¡Si! –Grita Marc emocionado. -¡Se los dije! –Rápidamente una sonrisa de apodera del rostro de todos.
-¡Acelera! –Exclama el hombre ansioso por alejarse de todos esos infectados.
El pie de Marc pisa con fuerza el pedal del acelerador, haciendo que la parte delantera del vehículo empuje a la gran masa de sujetos. Algunos quedan sobre el auto, otros son aplastados por las ruedas, pero poco a poco se abren paso dejando atrás a los enfermos. Ya solo tienen el gran camino despejado por delante, rumbo al sur de la ciudad para llegar al río.
-Eso fue una maldita locura. –Dice Alan seriamente, pero luego termina por sonreír mirando a su compañero de la izquierda.
-Al menos estamos vivos y con un auto. –Responde Marc, sabiendo que lo que han hecho fue muy arriesgado. –Ahora solo tenemos que llegar al río y salir de aquí de una vez. –
Después de esa situación tan estresante, lo único que pueden hacer es recostarse sobre los asientos y respirar relajados. No parece haber ningún otro peligro delante, solo conducen por la carretera. Alan intenta encender la radio del vehículo pero solo se oye interferencia, quien sabe si aún quedará alguien más vivo en la ciudad a parte de ellos. Y aunque lo hubiera sería muy arriesgado buscarlos. Lamentablemente no pueden dejar pasar la oportunidad de salir a salvo y arriesgarse por cualquier otra cosa.
Luego de un par de horas, los caminos comienzan a ser de tierra, mientras Marc sigue las indicaciones del hombre para poder llegar hasta el río. En pocos minutos llegan a ver el agua del tan ansiado río. Pero antes de que puedan acercarse más el auto comienza a detenerse.
-Bueno, al menos la gasolina alcanzó para llegar hasta aquí. –Dice Marc viendo el marcador titilando en rojo y apagando el motor. –Tendremos que caminar un poco. –Agrega abriendo la puerta y saliendo del vehículo.
Todos los demás hacen lo mismo, observando a su alrededor y viendo que están en medio de la nada, muy alejados de cualquier urbanización. Solo hay árboles y plantas alrededor, y el sonido de algún pájaro que aún queda volando en la copa de los árboles.
-Creo que estamos seguros aquí, esas cosas no pueden haber llegado caminado, y menos por aquí que no hay nada de gente. –Dice Noah mientras los demás también asienten con la cabeza.
-Vamos por aquí. –Señala el de pelo negro apuntando una huella en la tierra que va en dirección hacia donde se ve el agua.
-¿Y qué haremos cuando estemos del otro lado? –Pregunta el rubio mientras todos caminan.
-¿A que te refieres? –Responde Marc con otra pregunta.
-Si los militares no dejan cruzar a la gente por la frontera de tierra, no creo que a nosotros nos reciban muy bien si se dan cuenta que también hemos cruzado ¿no? –
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Virus H
Science FictionLa intervención de la ciencia en la salud puede salvar millones de vidas, pero también puede acabar con ellas. El brote inesperado de un virus que se expande rápidamente por el planeta trajo pánico a la población. El mundo da un giro inesperado haci...