-¡Alan espera! –Grita Marc preocupado por no perder de vista la cabeza del rubio que se mezcla entre todas esas personas, mientras Noah también lo sigue por detrás para no separarse.
-¡Mamá! –Es lo que va gritando Alan sin quitar la vista de una mujer que está de espaldas varios metros por delante. Ella escucha el llamado, y voltea mostrando su rostro de sorpresa y dándole la certeza al chico de que efectivamente se trata de la mujer que lo trajo al mundo.
Marc ve la escena, sin entender mucho la situación, pero toda su cabeza se despeja al mirar hacia un costado y ver también una cara familiar. –Mamá... -Alcanza a decir dejando salir sus lagrimas y corriendo hacia donde está ella.
Ambos se unen con su familia en un abrazo, mientras todos lloran y ninguno es capaz de hablar. Luego de varios minutos después, las dos mujeres se despegan de sus hijos. –Sabía que estaban con vida. –Dice Alan mirando a sus dos padres a tal punto de creer que todo es parte de una fantasía cruel. Pero puede sentirlos, tocarlos, realmente son ellos.
-No sabíamos que hacer. –Dice la madre del rubio. –Los buscamos en la escuela pero no estaban allí, y el ejército nos saco a la fuerza, no pudimos volver por ustedes. –Agrega sintiéndose culpable por no haber podido proteger a sus hijos y haberlos dejado solos dentro de la ciudad.
-Eso no importa ya. Estamos vivos. –Dice Marc escuchando a la madre de su compañero.
-¿Los militares los sacaron a salvo? ¿Estuvieron en peligro? –Pregunta la madre del de pelo negro.
Marc se queda pensando unos segundos antes de responderle. –Si, tuvimos suerte y ellos nos sacaron a salvo. –Dice finalmente para no hacer mayor el sentimiento de culpa de los familiares.
-Lo siento mucho. –Dice el padre de Alan abrazando a su hijo. –No pudimos hacer nada. Pero al menos estabas con tu amigo. –
-Si. –Responde Alan mirando a Marc con una sonrisa cómplice, sabiendo que ya la palabra amigos no es la que mejor define su relación. –Marc me ayudó mucho. –
-Ya todo terminó. Ahora debemos esperar a que nos saquen de aquí. –Agrega el padre recuperando la compostura después de la emoción.
-¿Qué es todo esto? –Le pregunta Marc tomando distancia de su madre pero sin soltarle la mano.
-El ejército trajo aquí a todos los que sacaron de la ciudad. –Dice el hombre mirando al chico. –Quieren analizar a cada uno para estar seguros de que el virus terminó y así poder dejarnos ir tranquilamente. Así que debemos esperar. –
-Entiendo. Pero no creo que nadie aquí esté infectado, ya lo sabríamos. –Responde el de pelo negro dando un vistazo general y viendo un poco más atrás a Noah. –Oh, él es Noah. Viene con nosotros. –Dice presentando al chico que los acompaña. El de ojos verdes hace un gesto con la mano y saluda a los padres con una sonrisa, mientras ellos responden de la misma manera.
De repente una sirena comienza a sonar y llama la atención de todas las personas del lugar. Fuera de la carpa, los soldados parecen moverse rápido de un lado a otro, como si estuvieran preparando algo.
-¿Y ahora que sucede? –Pregunta Alan dando un paso atrás y apretando las manos de sus padres.
-No debe ser nada. –Dice su madre, mientras mira seriamente el movimiento de afuera.
Seguido de eso, varios minutos de silencio se apoderan del lugar. Un silencio incomodo, todos parecen intranquilos, como si esperaran a que algo pase. La paranoia de haber estando dentro de la ciudad sigue en cada uno, pero esta vez no es producto de su imaginación, sino que algo pasa realmente.
Un gran estruendo resuena en los oídos de todos, seguido de una gran columna de fuego y humo que se levanta a lo lejos en el horizonte, dando paso a una onda expansiva que sacude las paredes plásticas de la carpa. Muchas de las personas gritan de miedo, los niños pequeños lloran, y todos están inquietos. Son seis las explosiones que se ven a lo lejos.
-¿Esa es la ciudad? –Pregunta Alan horrorizado mirando como asciende la gran humareda.
-Si... -Responde su padre atónito. El ejercito tomó la opción más drástica, que es erradicar el problema de raíz, y eso significa acabar con cualquier rastro que pueda haber de los enfermos y del mismo virus.
Después de las explosiones todo es calma, pero en el interior de cada uno hay inquietud. Ninguno sabe que decir, todo el lugar donde vivían ahora debe ser solo un cráter en la tierra. La casa, sus cosas, los recuerdos, todo destruido. Pero sin embargo hay algo valioso que todos tienen y no perdieron, la vida. Toda la perdida se puede reponer, pero si hubieran perdido la vida no habría nada para hacer.
El agudo sonido de un altavoz hace sobresaltar a todos. Fuera de la carpa, un sujeto vestido de verde les habla a través del megáfono. –Atención. El virus que se desato días atrás ha sido eliminado definitivamente. Sin embargo, la consecuencia fue la perdida total de la ciudad afectada. –Comenta el hombre dejando una pausa. –No obstante, el gobierno repondrá todas las perdidas a las familias residentes del lugar. Lamentamos las pérdidas humanas que hayan tenido que sufrir. Por el momento nadie puede abandonar este lugar. En dos horas comenzarán a trabajar los miembros del grupo científico para asegurarse de que ninguno de ustedes tiene peligro de infección. Los que estén completamente limpios podrán pasar con nosotros para que le brindemos un lugar temporal hasta que el gobierno decida donde reubicarlos. Muchas gracias. –Termina el pequeño discurso y se aleja.
El murmullo se hace escuchar entre toda la gente del interior. Algunos se ven aliviados, otros aún siguen asustados por lo que acaban de ver. La familia de los dos chicos junto con Noah, caminan hasta una de las camas que les había sido asignada para poder sentarse. –Ya terminó todo. –Dice la madre de Marc. –Lo importante es que estamos bien, nos recuperaremos rápido de todo esto. –
Todos asienten y tratan de sonreír, mientras Alan se sienta junto a su madre. –Mamá, ¿puedo contarte algo? –Le dice en voz baja mientras los demás siguen hablando entre ellos.
-Si, claro. –Contesta la mujer tomándolo de las manos. –Dime. –
-¿Crees que Marc es un buen chico... no? –Pregunta el rubio algo nervioso y ansioso al mismo tiempo.
Su madre lo mira intrigada por la pregunta, pero responde normalmente. –Por supuesto. Lo conozco desde que estaba en la panza de su madre, siempre fue un buen chico. ¿Por qué lo dices? –
Alan la mira fijamente y toma aire. –Pues... -Se queda pensando por unos segundos en lo que va a decir, pero después de haber pasado por todo lo de la semana anterior ya no le teme a estas cosas. –Creo que me gusta. –Dice rápidamente. –Y yo a él también. –Agrega esperando la reacción de su madre. Pero ella no responde. Su cara se torna... sin ninguna expresión. Sus ojos parecen más apagados que antes, más grisáceos. –Mamá... -Dice Alan mirándola fijamente arrepintiéndose de lo que dijo. –Perdóname quizá no deb... -Pero se interrumpe por la mano de ella que lo sujeta fuertemente del brazo, apretando cada vez más pero sin mostrar ninguna expresión en la cara. -¿Mamá? Me haces daño. –El chico la empuja tratando de que reaccione y lo suelte, pero ella presiona aún más. –¡Mamá!... Qué suced... ¡¡Mamá!! –
Todos lo escuchan, todos pueden oír el sonido que recorre todo el lugar haciendo que la mayoría voltee a mirar que sucede. Todos oyen el grito de dolor de Alan al recibir una mordida en su brazo.
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Fin
Por ahora...
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Virus H
FantascienzaLa intervención de la ciencia en la salud puede salvar millones de vidas, pero también puede acabar con ellas. El brote inesperado de un virus que se expande rápidamente por el planeta trajo pánico a la población. El mundo da un giro inesperado haci...