Las manos del chico se desprenden del cuello de Alan, apartándose del cuerpo inmóvil del rubio. El hombre de pelo canoso sujeta y empuja al chico hacia atrás mientras los gritos de este se escuchan por toda la casa. -¡Es él! ¡Es uno de los que quisieron matarme! –Exclama tratando de safarse y volver a seguir agrediendo al otro. A lo largo de sus dos brazos deja ver unas grandes cicatrices muy recientes, que parecen seguir extendiéndose por todo su cuerpo pero son ocultas por la camiseta que lleva. También son muy notorias las marcas moradas que tiene alrededor de sus muñecas.
Luego de escuchar eso, el hombre mayor cambia su expresión a una más enojada, dándoles la orden a los demás de que se lleven a Alan a una de las habitaciones y lo mantengan encerrado allí. De inmediato, los que estaban a su alrededor tratando de ayudar al muchacho inconciente, lo cargan y comienzan a llevárselo por el pasillo. Marc se desespera al ver a su amigo en ese estado, pensando lo peor, y corriendo para evitar que lo alejen de su vista. Pero uno de los hijos del hombre lo sujeta a él también, seguido de la orden de su padre para que lo encierren también en la biblioteca. -¡No! ¡No lo toquen! ¡Si lo mataste te juro que te mataré a ti también con mis propias manos! –Grita Marc amenazando al que atacó a su amigo, con una mirada fulminante y sus ojos llenos de lágrimas mientras lucha en vano por evitar que lo arrastren hasta la biblioteca.
-¡Es él! ¡Yo lo vi cuando me tenían encadenado en ese maldito lugar! –Dice el chico de las cicatrices ahora un poco más quieto. -¡Hay que matarlos como hicieron ellos con mis amigos! –
-Tranquilo, yo me encargaré de arreglar esto. –Comenta el hombre canoso mientras deja al chico y se acerca a una de las mesas tomando una pistola para luego dirigirse hacia donde sus hijos llevaron a Marc. Con un fuerte golpe abre la puerta y apunta al de pelo negro para que no intente nada. –Así que dos chicos que solo querían llegar a la frontera para salvarse ¿eh? Quizá también tendrías que haber mencionado el hecho de que mataban personas inocentes. –Dice acercándose sin apartar el cañón de la pistola de su objetivo.
-¡No sé de que me hablas! ¡Tú y tu familia están enfermos de la cabeza! –Grita Marc deteniendo sus movimientos al ver que el otro acerca el dedo al gatillo.
-¿Así que no han matado a nadie? –Pregunta el hombre.
-¡Claro que sí! Yo mismo mate a unos malditos que quisieron matarnos a nosotros, y lo mismo haré contigo y tu familia si se atreven a tocarle un pelo Alan otra vez. –Dice Marc con una mirada seria y penetrante fija en los ojos del otro.
-Te hundes cada vez más, supongo que iré a preguntarle a tu amigo. Quizá el si me diga la verdad. –Dice el sujeto sonriendo y moviendo el arma para luego salir de la habitación y cerrarla con llave.
-¡No te atrevas a hacerle daño maldito viejo! ¡Vuelve aquí y mátame a mí si quieres, a ver si tienes el valor! –Se escuchan los gritos de Marc detrás de la madera de la puerta que se hacen cada vez más difusos a medida que el hombre se aleja.
Con pasos rápidos, camina hasta la otra habitación donde los demás habían llevado a Alan, y entra viéndolo recostado en la cama. -¿Cómo está? –Pregunta a uno de los chicos que está parado al lado de la cama.
-No fue nada grave, solo tiene algo dañado el cuelo, pero ya recobró la conciencia. –Responde alejándose y saliendo por la puerta para dejar a los dos solos en el interior.
-¿Qué... qué pasó? –Dice Alan con un poco de dificultad por el daño en su garganta.
-Lo mismo te iba a preguntar yo... ¿acaso eres un asesino de personas inocentes como dice ese chico? –Comenta el hombre acercándose pero dejando el arma a un lado ya que sabe bien que Alan no representa ningún peligro.
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Virus H
Science FictionLa intervención de la ciencia en la salud puede salvar millones de vidas, pero también puede acabar con ellas. El brote inesperado de un virus que se expande rápidamente por el planeta trajo pánico a la población. El mundo da un giro inesperado haci...