Álex dejaba la Comunidad 684 y el Distrito 27. Había iniciado la mudanza a su nueva comunidad Adulta y su nueva familia se encontraba en un distrito diferente al nuestro.
Nos mantenían por sectores. Los Júnior y Sénior en una misma zona del Nivel 2 y los Adultos en otra. De ese modo, al Estado le resultaba más sencillo gestionarnos y mantenernos controlados. Los bloques de edificios de Adultos eran iguales que los nuestros, solo que las comunidades estaban formadas por gente mayor, responsable, y con un total conocimiento de lo que debían y no debían hacer. También existía la figura del Orientador pero su función era puramente gestora. Las comunidades de Adultos eran muchísimo más numerosas, ocupaban casi tres cuartas partes del Nivel 2 y a simple vista recordaban a la estructura de un panal.
Álex estaba contenta, aunque yo no sabía exactamente cómo me sentía respecto a su marcha. Había soñado con ese momento, pero ahora se me hacía un nudo en el estómago sólo pensar la que se me venía encima.
No tenía muchas cosas para empaquetar, de hecho todas sus pertenencias cabían en una caja. Lo que le estaba llevando más tiempo había sido finiquitar todo el papeleo de la casa. En apenas una mañana había conseguido completar su traslado.
Nos reunimos todos para despedirla y desearle mucha suerte en su nueva etapa. No había caras largas ni apenadas. Álex tampoco lo estaba. Me di cuenta que la única que estaba descompuesta en ese momento era yo. La despedida fue corta, abrazos correctos y sin sentimentalismos.
Justo antes de salir, fichó en el lector una última vez. La acompañé hasta la puerta, y justo antes de bajar por la escalera me cogió la mano. Me quedé descolocada. Creo que nunca habíamos tenido un momento tan cercano como ese.
- Mucha suerte a ti también, Adia. Somos muy distintas, pero sé que lo vas a hacer fenomenal. Tienes algo...
Se quedó sin saber explicar a qué se refería, o si era algo bueno o malo.
- Tan solo vigila – me aconsejó. - Aunque no te lo parezca, en esta comunidad siempre hemos hecho las cosas a nuestra manera. Pero eso ya lo verás.
- Gracias Álex. Agradezco lo que has hecho por nosotros.
Asintió, y sin dejarme añadir nada más, se giró y empezó a descender los escalones.
Cerré la puerta y me apoyé en ella como si me fuera a caer. Un aviso sincero de Álex.
Dentro, todos me esperaban con una gran sonrisa. Expectantes de mi debut como Orientadora.
Pasé el dedo por el lector y todos aplaudieron.
Ya era, oficialmente, la Sénior de la casa.
- A ver, no os veo preparando vuestra comida. Os quiero listos en la mesa en menos de... dos minutos – dije señalando el reloj de la cocina - ¡Ya vamos tarde! – exclamé.
Todos resoplaron.
- ¿Pero qué esperabais gandules?
Les empujé hacia la puerta mientras protestaban.
Sonreí.
Tal vez eso de mandar no iba a estar tan mal.
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Crónicas de Ingea Volumen 1
Science FictionTras ser arrasada y agotar todos los recursos naturales, el único modo de sobrevivir a las duras condiciones de vida de la superficie, ha sido desterrar la maltrecha civilización restante bajo tierra. Los habitantes de Ingea, una ciudad modélica que...