Evacuación.
Evacuación.
Evacuación.
La proyección verdosa parpadeaba una y otra vez en el centro de la sala con tintes alarmistas.
Debían tener un generador, ya que la electricidad funcionaba en ese piso.
Sentí cierta decepción al comprobar que no había nadie.
Las paredes acristaladas de la cúpula ofrecían una vista espectacular y completa de Ingea. Desde ese mismo lugar, los hombres más poderosos de la ciudad nos dirigían a su antojo.
Lo que más me impactó, fue la gran cantidad de pantallas dirigidas a emitir las imágenes de las cientos de cámaras ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad. Así era como nos vigilaban. La mayoría estaban apagadas en ese instante.
Me alegró comprobar que, al menos, habíamos conseguido un montón de puntos ciegos por toda la ciudad.
Dreo observaba atentamente el sector dedicado al Foro, aunque solo funcionaban tres de las cámaras. Seguramente también se debía poder escuchar conversaciones.
Las calles y los edificios oficiales del Estado no quedaban exentos de la vigilancia.
Intenté establecer algún tipo de comunicación, pero los paneles no respondían. Tan solo se emitían imágenes a tiempo real, con lo que pudimos ver a los Hijos del Estado haciendo presión en los pasos entre Niveles, a la Jauría intentando retomar las calles, y a los del Nivel 3 destrozando todo lo que encontraban a su paso.
Dreo me miró preocupado.
- No sé si me gusta lo que veo ¿Qué va a quedar de la ciudad?
- Ya es demasiado tarde para echarse atrás – respondí.
Dreo contempló en silencio la sala.
- Estos tipos se han ido.
- No debe hacer mucho.
Había un montón de comida desparramada y sin terminar.
Dreo inspeccionó los montones de papeles clasificados que había en un rincón. De una caja, sacó varias identificaciones. Me las tendió y las fui pasando una a una. Me parecieron los típicos tipos con sobrepeso del Nivel 1.
Las arrojé de nuevo a la caja.
Observé las paredes llenas de fotografías. Era una especie de muro del orgullo. En muchas se veía la ciudad en diferentes fases de construcción. No habíamos sido tan diferentes del Cero en un principio. Se veía a gente contenta, dándose la mano mientras cerraban tratos e inauguraban edificios. Parecían estar en orden cronológico, ya que las últimas eran bastante recientes.
En ellas salían los miembros de las distintas comisiones de Ingea y reconocí, con cierto estupor, al padre de Ío.
Me pregunté si también les habrían evacuados como habían hecho con los peces gordos.
Dreo me señaló una imagen en la que salía el Dr. Anderson en su ya archiconocida imagen del Foro.
Sonreí con ironía.
- Fíjate en esta. Por lo visto han tenido en buena consideración a Simone – susurró.
Observé la imagen con atención.
- Ha trabajado para Ingea durante mucho tiempo.
Me encogí de hombros. No creía que hubiera que darle más vueltas.
- ¿Te has fijado en este tipo?
Señaló el único retrato que había en todo el surrealista collage de imágenes. Curiosamente se encontraba en el centro.
Se trataba de un hombre con marcas en la cara y que debería tener la edad del Dr. Anderson. Vestía de un modo impecable y tenía un porte distinto a los demás.
- Sale en un montón de fotos, incluso en las más antiguas – observé.
- ¿Crees que es el tipo que buscamos?
- Es posible, aunque a mí todos me parecen iguales.
Descolgué una de las imágenes en la que él aparecía junto a una buena pandilla, rompí el fino cristal del marco, y la arranqué.
La observé unos segundos más, intentando memorizar aquellas caras y la guardé dentro del traje.
- Esto no va a quedar así – musité.
Dreo se giró para observar de nuevo las pantallas.
- Los chicos están bien.
Sonó aliviado y enfocó el muro.
- Una de las Divisiones ha intervenido y creo que están todos. Al menos están enteros.
- No tardarán en entrar.
Escuché la estática del pinganillo.
- Adia... ¿Dónde os encontráis? La señal es muy débil.
Era Diana.
Puse los ojos en blanco y me lo coloqué en la oreja.
- Estamos dentro Diana – respondí con frialdad. – Aunque no gracias a vosotros.
- También hemos tenido ciertas dificultades – respondió tensa.
- Aquí no hay nadie.
Se hizo el silencio.
- Recibido – dijo finalmente. – Esperad nuevas órdenes desde esa posición.
Dreo me hizo una señal para que me acercase a uno de los ventanales
- Fíjate en esto.
Parecía extrañado
- ¿Qué ves?
Era la ciudad, pero había algo que no cuadraba. Parecía que en ese lado no estuviera pasando absolutamente nada, sin humo, sin pequeñas aglomeraciones... incluso me pareció ver circular coches con total normalidad.
- ¿Qué ocurre ahí? – pregunté extrañada.
No entendía nada.
Dreo golpeó la ventana, primero de forma suave y posteriormente, con todas sus fuerzas.
- Espera, tengo una idea mejor.
Agarré una de las pesadas sillas de oficina, tomé impulso y sin pensarlo un segundo, la arrojé contra la ventana.
En lugar de romperse en añicos, el vidrio se agrietó y la imagen de Ingea se fundió.
- Es una pantalla... una maldita pantalla.
Me sentía entre sorprendida e indignada.
Dreo estaba absorto. Empezó a desmontarla, y arrancó los paneles con fuerza. Metió la mano dentro y a continuación el brazo hasta el hombro.
- Está hueco.
Le ayudé a quitar lo que quedaba, dejando al descubierto un pasillo en el que vislumbramos un cartel luminoso con la palabra SALIDA.
- Ya sabemos por dónde han sido evacuados.
Sonreí, al menos, teníamos algo.
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Crónicas de Ingea Volumen 1
Ciencia FicciónTras ser arrasada y agotar todos los recursos naturales, el único modo de sobrevivir a las duras condiciones de vida de la superficie, ha sido desterrar la maltrecha civilización restante bajo tierra. Los habitantes de Ingea, una ciudad modélica que...