Bajamos puntuales las escaleras de nuestro edificio, intentando no matarnos por los empujones que iban propinando Daniel y Jon. A veces podían ser muy brutos, les gustaba jugar a ver quién caía primero por los diferentes tramos sin escalones. Un día la broma les salió mal y estuvimos a punto de lamentarlo gravemente, pero ni con esas escarmentaban.
Me hizo gracia ver que los chicos se habían puesto sus mejores ropas. Nos estábamos volviendo unos virtuosos del hilo y la aguja. Las chicas no nos quedábamos atrás, una vez a la semana nos reuníamos para comparar ideas e inventar nuevas formas para teñir la ropa de colores.
Parloteábamos alegremente. Sarah finalmente había conseguido sacar de los almacenes un par de botellas de licor que Lucas identificó como ron. Solo en el Nivel 1 podía existir algo así. Tomé un pequeño sorbo que me supo a fuego y que casi escupo. Nai pasó directamente después de olerlo, y la única que se animó, junto con los chicos, fue Sarah.
Nos dirigimos al sector sur del Cero, una zona que no conocíamos pero que actualmente era de las más habitadas. Nos empezamos a encontrar gente que conocíamos del Estadio. Había hogueras por las calles y música improvisada con contenedores, recipientes, y otros objetos, la mayoría reciclados y encontrados en el Cero. En Ingea nunca se escuchaba música por placer, tampoco nos enseñaban a tocar instrumentos, así que aquello era una experiencia nueva. Notaba cómo el ritmo me golpeaba el pecho y cómo hacía que se me erizara el vello. El resto del grupo se mostraba igual de emocionado.
Una chica nos dio la bienvenida y nos explicó que la fiesta se extendía por toda la calle y en el bajo del edificio.
Decidimos dispersamos en pequeños grupos.
Era curioso ver a todos aquellos antiguos Hijos del Estado, algunos más desinhibidos que otros, interactuando entre ellos, riendo y bailando, algo que no hubiera imaginado en la vida. Todos estábamos rehaciendo nuestras vidas, reprogramando nuestros sentimientos y comportamientos. Pensé en lo afortunados que éramos de estar allí.
Nai me arrastró hasta la improvisada pista de baile, en la que un montón de chicos bailaban y saltaban al ritmo de la música. Sarah estaba allí con Dreo. Hablaban muy pegados y reían. Dreo me miraba por encima del hombro de Sarah, tal y como hacía cuando hablaba con Ío por los pasillos del Foro. Puse los ojos en blanco y busqué a Lucas con la mirada. Estaba con Jon e Isaac, hablando con unos chicos de otra División. Le hice una seña y me respondió con un gesto, pidiéndome que me acercara.
Les oí discutir acaloradamente.
- Muy pocos grupos han entrado en la Nave, no sé a qué esperan – decía indignado uno de los chicos – cuanto antes acabemos el entrenamiento, antes podremos preparar la entrada a Ingea.
- Nuestra División aún está un poco verde – le interrumpió el otro con tono de cansancio – suponemos que la vuestra entrará primero– dijo refiriéndose a nosotros.
- ¿Conocéis a alguien que haya realizado los ejercicios de realidad virtual? – preguntó Isaac.
Los dos chicos que no conocía, intercambiaron una rápida mirada.
- Hemos oído que las han realizado varios grupos de instructores, pero, por lo visto, no todos los han logrado superar con éxito.
- ¿Y sabéis el motivo? – pregunté interesada recordando las palabras de Lena esa mañana.
Me miraron sorprendidos. No me habían visto llegar.
- No lo sabemos – se encogió de hombros. - Creemos que es más complicada de lo que pensábamos, de hecho, todavía están realizando ajustes.
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Crónicas de Ingea Volumen 1
Science FictionTras ser arrasada y agotar todos los recursos naturales, el único modo de sobrevivir a las duras condiciones de vida de la superficie, ha sido desterrar la maltrecha civilización restante bajo tierra. Los habitantes de Ingea, una ciudad modélica que...