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Equipo Delta, realidad virtual finalizada y superada con éxito.

La ciudad de Ingea, reconstruida de forma virtual, aunque real para nuestros sentidos, se empezó a desmoronar. Era como si una fuerza invisible la estuviera tirando abajo. Los edificios caían uno detrás de otro, con un ruido ensordecedor, y el suelo se agrietó dejando ver las entrañas más profundas de la tierra. No teníamos donde ir, y nuestros gritos se vieron ahogados por el derrumbe de los edificios más cercanos.

Lo siguiente que recuerdo, fue abrir los ojos y descubrirme tumbada en una camilla.

Miré hacia mis pies. Me encontraba llena de cables y completamente monitorizada. Una fuerte taquicardia, indicaba el esfuerzo por volver a estar consciente y, durante unos segundos, me sentí completamente desorientada. Tuve que cerrar los ojos y centrarme.

Blanco, veía blanco. Estaba en la Nave, sí, aquella que habíamos visitado con Diana el primer día en el Estadio.

Abrí los ojos de nuevo, y vi a Jon de pie, delante de mí. Todavía llevaba algunos cables colgando, pero parecía entero.

- ¡Jon! – grité asustada.

- No pasa nada Adia – me tranquilizó - tan solo estábamos conectados.

Lucas, pálido y con aspecto cansado, se encontraba desconectando mis monitores. Me ayudó a quitarme los cables y a incorporarme.

Vi a Daniel, Isaac y Dreo despertando.

- Estamos bien Adia – dijo sonriendo.

Me temblaba todo y casi no podía mantenerme de pie.

Me fijé en el montón de camillas vacías, debían ser del equipo contrario. Nai y Sarah tampoco se encontraban entre nosotros. Tan solo esperaba que se encontraran bien.

Sentí alivio por haber finalizado el entrenamiento con éxito, los chicos también estaban contentos, y se empezaron a felicitar eufóricos. Entre abrazos y miles de preguntas, las puertas metálicas chirriaron y se abrieron. Diana entró muy recta y con una ligera sonrisa.

- Felicidades chicos – dijo con su habitual frialdad.

Se detuvo guardando las distancias y consultó malhumorada una tabla con gráficos y números.

- La Nave ha sido todo un éxito, lo cual, es mucho más de lo que pueden decir otros equipos.

- ¿Qué ha pasado con Nai y Sarah? – interrumpí.

Diana me miró y puso un gesto de aburrimiento.

- Los eliminados están en la sala de control.

Respiramos aliviados.

- ¿Hemos finalizado el entrenamiento? – preguntó Jon frunciendo el ceño.

- Si, ya habéis finalizado el entrenamiento.

Señaló nuestras muñecas.

- Vuestros brazaletes están completos, finalmente están encendidos del todo.

Vi a Dreo comprobar el lugar en el que le había picado el insecto, pero no había ni rastro de la picadura, o de la infección.

- El dolor que habéis sentido ha sido real pero las heridas, como podéis comprobar, han sido ficticias – aclaró Diana – lo conseguimos a través de la estimulación de los músculos y las fibras nerviosas.

- Tal vez nos lo podíais haber dicho antes, ¿no crees? – protestó Dreo.

- En un combate real, no podrás saber si una herida es tan fatídica como para provocar la muerte.

Crónicas de Ingea                             Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora