Eileen & Yo

Confesiones...

Eileen era una persona muy especial para mi en aquel entonces.

Me importaba lo demasiado como para seguir ocultando lo que en realidad sentía.

Pero ese no era el Rigbone que Eileen había conocido, ese yo sentimental ni siquiera había salido a la luz en mucho tiempo.

Pero era ese día o nunca, ese día o seguiría muriendo al no expresar lo que sentía.

Es demasiado difícil que alguien te guste demasiado como para poder hablar bien.

Ahora se lo confesaría...

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- Hola Eileen - dije entrando a su casa.

- Hola - contestó abrazandome.

- Antes de que...

- Rigby tengo algo que decirte - interrumpió mi confesión.

- Ha, ¡ok! - la dejé continuar.

- Vamos - me tomó del brazo y cerró la puerta.

- Rigby, yo me he dado cuenta de que me gustas demasiado - dijo ella nerviosamente con sus ojos bien iluminados - Y bueno, ya sabes, me gustas demasiado y no se si tu sientes lo mismo...

- Eileen - la tomé de manos y acaricié su rostro - Antes me molestaba que Mordecai me dejará solo contigo.

Ella me miraba con tal entusiasmo el cual decía en su expresión «Si dice algo que no te favorezca, no llores, no hagas nada, quedate ahí para él, para siempre».

- Antes odiaba eso de Mordecai - proseguí - pero ahora es lo que más me gusta de ese tipo, que me deje solo contigo...

- ... - Eileen callaba al oírme hablar.

- Por que tu me gustas, y mucho Eileen, y me agrada que me ayudes a ser una mejor persona...
Por que los amigos hacen eso, pero yo no podría llamarte así...

Una pequeña lágrima cayó por su mejilla.

- ¿N-no somos amigos? - dijo ella entre contantes suspiros.

- No, yo creo que no somos amigos, por que no actuamos como amigos Eileen y lo sabes...

- ¿Pero entonces qué seríamos?

- Amigos, pero como "aminovios".

- Amigos con beneficios...

- Sí, esa es la frase - dije en forma de afirmación mezclado con satisfacción.

- Bueno...

- Ahora es raro - comenté.

- Sí, aunque solo un poco - mirábamos al frente sin tener un leve contacto visual.

- Pero eso pasará pronto - dije poniendo mi mano sobre la suya.

- Eso espero - aclaró.

- ¿Por qué es tan raro? - pregunté levantándome del sofá.

- No lo sé, simplemente es raro - se acostó en el sofá sin desviar su mirada hacia el frente.

- Ummm...

Me acerqué a ella y rocé su cabello mientras ella no dejaba de ver hacia el frente.

- ¿Qué sucede Eileen? - pregunté preocupado ante su actitud tan desanimada.

- Es que no sé si funcionará...

- Tranquila haremos que funcione.

- ¿Y si nos separamos?