Apple

344 27 6
                                    

Me despertó el sonido de mi celular.

- ¿Eileen?

- Hola... ¿E-éstas ocupado? - preguntó algo desanimada.

- Sí, un poco tengo que tareas en el parque, ¿por qué?

- No por nada, es que es importante...

- Ok, llego cuando termine, tranquila, ¿sí?

Jadeó y colgó el teléfono.

Toda la mañana trabajé lo más rápido que pude y después de el almuerzo oficialmente estaba libre, así que me dirigí a casa de Eileen.

Abrí la puerta con la llave de repuesto y entré como loco.

- ¿¡QUÉ PASA!? - pregunté jadeando.

Levanté la mirada y ví a Eileen en la cocina al lado de la estufa agachada, al parecer tenia algo entre manos.

Sin que ella se diera cuenta avanzaba hacia estaba, cuando escuché un maullido.

«Apple», pensé.

- Eileen... - me apoyé en su hombro.

En ese momento lo supe todo, ví al pequeño minino en brazos de Eileen.

Ella soltó al gato cuidadosamente y se lanzó a mi pecho con lágrimas en sus ojos.

- ¿Qué sucede? - pregunté acariciándola - ¿éstas bien?

Limpió sus lágrimas y se negó a contestar.

- ¿Eilagrimas

- Rigby... No quiero que se valla...

- ¿Qué... se valla?, ¿quíen? - dudé.

- Apple...

- ¿Qué fue lo que le sucedio?

- Hace poco se calló del tejado, y quedó muy débil y maltratado...

Rompió en llanto silenciosamente.

- Tranquila - acaricié su cabello - tranquila, cuenta me que sucedió.

Limpió sus lagrimas.

- Aún sigo esperando a que se recupere, pero no lo hace, el veterinario dijo que si... no comía iba a morir; Apple no quiere comer nada.

Junté mi frente con la suya - Descansa, veré que puedo hacer - repliqué.

Eileen se levanto y arrecostó en el sofá - se le veía agotada - y encendió la televisión donde aparecía el programa “Me engañas una vez, ¡que vergüenza!, me engañas dos veces, golpeo tu rostro” - supongo que el nombre es muy obvio -.

Me encargué de Apple - el garito de angora de Eileen - era cierto, no quería comer en lo absoluto; intenté alimentarle con una jeringa, pero Apple no hacía un mínimo gesto por querer satisfacerse, y hay que hablar con la verdad, si seguía así, no estaría vivo al siguiente día.

Pero no le hice mención a Eileen sobre esto, ya estaba demasiado cansada como para poner una carga más en ella.

Luego dejar a Apple durmiendo, me dediqué completamente a hacer un pan de Canela - para ese entonces ya había aprendido - para que Eileen comiera junto a un refresco de uvas.

- Toma, come - le sugerí extendiendo la comida a la mesa enfrente del sofá.

- N-no gracias... - se negaba.

Esto me molesto un poco - en realidad mucho - pero Eileen tenía que comer ¿Qué estupidez es esa de no comer por la depresión?, ¡Eso es absurdo!

Eileen & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora