«Hitaru Kaburengo», sonaba constantemente en mi cabeza.
No pude soportar mas esa parte de mi que me decía “Tienes que hacerlo”.
Busqué su significado, vi muchos vídeos del tema, no dormí muchas noches pensando «Hitaru Kaburengo».
No sabía si hacerlo, dado a que es algo extremadamente peligroso.
En momentos de debilidad pensaba “No es que quieras, debes hacerlo, por Eileen, por sus padres, por ti, Rigby hazlo”.
Llegó el 31 de Octubre, para muchos una simple celebración donde los niños piden dulces, eso solo para ocultar la verdad detrás.
El 31 de Octubre se abren las puertas del infierno mismo, dónde los descerebrados, psicópatas y asesinos sádicos se dan la libertad de hacer pactos con los espíritus del mas allá.
Un mundo sádico, disfrazado con una simple decoración de calabazas.
Sabía que Eileen trabajaría ese día.
Sabía que su casa estaría sola, que no habría ni un signo mínimo de vida.
Lo sabía, sabía donde estaba la llave, lo haría, jugaría, Liberaría al Hitaru Kaburengo.
Tomé mi teléfono celular, me aseguré de que estuviese cargado, lo estaba.
También tomé a Fussy, nombre que portaba un oso de peluche blanco.
Salí de la habitación.
Bajé las escaleras topandome con Gabriella, que se había disfrazado de superheroína y con Benson que se había disfrazado de vampiro.
- ¿Adónde vas? - preguntó Gabriella al ver mi rostro, que seguramente irradiaba incomodidad.
- Si te llamo, será porque no estoy a salvo - dije.
- ¿Qué?
- Si te llamo, contestame, creeme será importante, si te llamo es porque estoy en problemas - la abracé, no dudé en abrazar a Benson, el cual se extrañó.
Sin decir nada más abrí la puerta de la casa, me dirigiría a casa de Eileen, jugaría.
Cada paso que me acercaba a la casa de Eileen era solamente un paso más que me llevaba a una insegura oportunidad de ganar ese juego.
Llegué a la casa de Eileen.
Saqué la llave debajo de su adorno de tortuga y abrí la puerta.
Al entrar me aseguré de todo.
Saqué un poco de Arroz de la alacena de Eileen.
Vertí en agua un poco de sal; corté parte de mi cabello y saqué al oso de peluche.
Saqué completamente su relleno de felpa con un afilado cuchillo y lo volví a filtrar con arroz todo su cuerpo.
También puse el cabello adentro del oso.
Vertí el agua junto al blanquecino condimento en medio del arroz.
Cocí con hilos rojos al oso, sellando su interior, mi cabello adentro del muñeco había creado un vínculo.
Me dirigí al baño.
Llené la tina.
Sumergí al vinculado oso de peluche en la tina hasta quedar este completamente mojado.
Lo saqué al ver que estaba empapado.
Y dije claramente “Es el turno de Rigby, Es el turno de Rigby, es el turno de Rigby”, exactamente tres veces claras y seguidas.
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Eileen & Yo
FanfictionJusto creí que entre ella y yo no pasaría nada, pero un día la ví mas linda que nunca, y paso el tiempo y ella se volvía cada vez mas parte de mi...