Amor sin alas [Editando]

Capitulo 2

En la estación hacia un poco de frío, pero Candy no le dio importancia y así bajo del tren y se dirigió a tomar un carruaje para que la llevarán al hotel para después dirigirse al hospital, donde se encontraba Terry.

Cuando llegó, se adentro en el enorme edificio, donde encontró a muchos médicos y enfermeras, a los que pregunto por el joven actor y le indicaron la habitación en que estaba. Cuando avanzó varios pasillos para encontrar la habitación se topó con la madre de Terry, que por cierto la saludo y le dijo que su hijo se hallaba dormido.

Al estar frente a la puerta donde estaba él, toco levemente y una voz hermosa contestó desde dentro.

—Adelante—Respondió Terry  acomodándose en la cama y pensando que era su madre. Pero se llevó una gran sorpresa cuando descubrió la identidad de la mujer que entraba lentamente a la habitación.

—Terry, Dios en cuanto me entere quise venir a verte— exclamó Candy preocupada y dejando su abrigo en la cama.

Terry se quedó petrificado, ya que él no quería que Candy se enterará de su situación y mucho menos porque no quería que sufriera a su lado, al ser una persona inválida.

—Candy ¿Qué haces aquí?—preguntó en un tono un poco irritado.

—Terry, quería verte y estar a tu lado— contestó ella con dulzura.

—Candy nadie te pidió que vinieras— Respondió serio.

—Ya lo sé, pero yo vine para estar contigo— contestó confundida.

—Candy, vete— Pidió un tanto enojado, porque no le gustaba que lo viera en esas condiciones y aún cuando se moría de ganas por volver a verla, le dolía en el alma pedirle eso, pero no quería hacerla sufrir permaneciendo a su lado, cuidandolo mientras que ella podía disfrutar de la vida.

Y estando a su lado no lo haría, no conocería a más personas y no podría cumplir todos sus sueños, así que con esas ideologías erróneas, hizo algo que siempre lamentaria.

—Candy yo no te quiero aquí—Dijo secamente.

—Yo te amo... Y quiero estar siempre a tu lado— contestó sin entender porque el joven actuaba de esa manera.

—Candy...—titubeó Terry.

—Dime que no me amas y me iré— Sentenció con la voz firme pero con los ojos llorosos aunque sabía que él la amaba y no la iba a dejar de esa manera, por eso se atrevió a decirlo pero segundos después se arrepintió al observar la expresión dura en el rostro de Terry, que por cierto le hizo dudar de su respuesta y sentir que iba a decir lo peor.

—Yo...— pensó en decir que no la amaba para que así no estuviera atada a él, aunque eso significaría perderla, significaría el fin de su vida... Pero le interesaba más la felicidad de la joven, o eso pensaba, que al decir su respuesta previamente decidida ella sería feliz y no habría tristeza alguna en su corta vida, pero se equivocó ocasionando que todo se tornará peor de lo que ya estaba—Yo... No te amo, de hecho nunca te he amado, todo fue un juego, desde el principio y por eso yo... No te quiero mas aquí— Dijo bajando la mirada, y sintiendo como las palabras que dijo también herían lo más profundo de su ser, y le dolía tener que decirlas pero no tuvo el valor de retirar lo dicho y prefirió conservar su cabeza gacha.

Candy no creía ninguna de las palabras dichas por él, pero algo era claro: ya no la quería más en su vida. Armandose de un valor increíble pudo decir:

—Esta bien Terrence, pero que te quede una cosa clara, yo si te amé es más te amo, y jamás dejare de hacerlo lo juró, nunca podré hacerlo. Pero esta bien no te volveré a molestar, eso de mi cuenta corre, y será como si nunca nos hubiéramos conocido, o por lo menos para ti porque para mi no. Ni siquiera tuve la oportunidad de saber que es lo que paso, pero... Espero que te vaya muy bien... Y que te recuperes, adiós Terrence—logró decir sintiendo el sabor salado de las lágrimas que caían por sus mejillas y que no podían reprimirse con el dolor de su roto corazón— Adi...

—Terry, el doctor dijo que pronto podrás usar las muletas pero por lo mientras trajeron una silla de ruedas—Dijo Susana entrando en la habitación acompañada de los médicos que cargaban una silla de ruedas.

Cuando se dio cuenta de la presencia de Candy se puso rígida y con una expresión molesta. Candy por su parte no se atrevió a verla a los ojos y de inmediato salió huyendo por la pequeña puerta del hospital.