Capitulo 28

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La noche llego rápidamente después de una gran fiesta celebrada en la mansión Grandchester de Inglaterra.
Todos se fueron a sus habitaciones para poder descansar y gozar de un nuevo día a la mañana siguiente.

Candy y Terry permanecieron en su habitación durante horas, platicando y disfrutando de su mutua compañía.

—Sabes Annie me dijo que seremos los padrinos del bebé.— exclamó Candy.

—De verdad, que gusto me da.

—Si... Aunque también me hubiera gustado serlo del bebé de Stear y Patty, pero en fin.— suspiro resignada.

—Vamos, serás madrina de tu sobrino.— contestó él.

—Y tu el padrino.

—Si...

—Jaja, que bueno que Annie ganó la apuesta si no, no hubiera podido ver tu cara— dijo con una sonrisa.

—¿Apuesta?— pregunto desconcertado.

—Si... Annie y Patty apostaron por si yo sería la madrina de sus hijos pero Annie ganó.— respondió ella.

—Aun no conozco persona que no peleé por ti... Bueno creo que sí— comentó sonriendo.

—Tu no peleas por mí— intervino ella.

—No lo hago... Yo mató por ti, incluso podría dar mi vida por la tuya... Si así fuera como puedo salvarte.

—Dime... ¿De que sirve mi vida si tu das la tuya por salvarme, y no estarás a mi lado?. Entonces no valdría nada, no sin ti. Antes prefiero estar muerta...

—Shh... Basta, no pienses eso... Y no hables de la muerte, no la tolero y menos si es tu vida la que esta en esa condición. Tu morirás sí, pero cuando estemos muy viejitos, y hayamos gozado a nuestros nietos...

—Hablando de eso... ¿Terry a ti te gustaría tener un hijo?—pregunto con una expresión de emoción y duda.

—Sabes...— se levantó del sillon— Yo pensaba en casarme algún día, y estar al lado de ella siempre. Pero solos ella y yo sin nadie más, ni siquiera un hijo...— Dijo mirando hacia la ventana y muy serio y derecho.

—Entonces no...—susurro desanimada.

—Soñaba con permanecer sin responsabilidades—Prosiguió sin atender al comentario de su esposa— Pero ahora... Pienso que sería lo mejor del mundo, la mejor noticia, y la más grande bendición que pude haber tenido. Simplemente me encantaría... Un hijo tuyo y mio, una criatura que sea parte de ti y también de mí... No sabes cuanto me ilusiona...— Confesó tomando a su esposa de la mejilla y a su misma altura mirándola hacia arriba, ya que ella estaba sentada y el incado.

—Terry... Gracias, yo también quiero tener un hijo tuyo sueño con ese día...

Después de esta pequeña plática, Candy se quedó sola en la habitación ya que Terry había ido al despacho. Pero prefirió recorrer los pasillos, observando cada retrato que había.

Y así se quedó frente a uno que le llamo mucho la atención, donde se encontraba Terry al lado de su padre en su cumpleaños número diez.

Mostraba su perfecto rostro un poco melancólico pero solo Candy podía notar eso, sin embargo quien lo viera pensaría que esta normal, porque tenía la expresión dura y fría de siempre.

Tan metida estaba en sus pensamientos que se espanto cuando alguien toco su hombro derecho. Era Terry que se aproximaba a la habitación, y vio como la joven sostenía en sus manos una de tantas insignias que le habían dado así que la tomo del hombro y le beso la mejilla.

Ella solo volteó a verlo y al instante volteó hacia ese retrato. Él solo se quedó viéndolo pensativo.

—En ese entonces nunca pensé llegar a amar, ni siquiera pensé llegar a fijarme en una mujer mas allá de amiga, o dejar de verla como una diversión, un pasatiempo y en vez de eso apreciarla como lo más hermoso en mi vida. Jamás pensé llegar a amar como te amo o siquiera conocer ese sentimiento... ¿Y tu? ¿Lo conociste antes...?

Amor sin alas [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora