Capitulo 16

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Terry permaneció viendo como el barco donde Candy, su Candy se alejaba para ir directo al mismo infierno. «¿Como es posible que un ángel, el ángel más hermoso en la faz de la Tierra pueda estar cerca de la muerte en donde el mismísimo diablo esta presente?» pensaba Terry mientras las lágrimas rodaban por sus suaves mejillas.

Albert se sentía enfadado consigo mismo por no haber llegado a tiempo para detener a su pequeña y dulce Candy. Aquella a la que quería como una hermana, su hermanita. Lloraba de coraje e impotencia ya que en esos momentos no podía hacer mucho al respecto de la decisión que había tomado la joven.

Claro está sí podría tenerla un tanto protegida por medio de unas cuantas ordenes que daría a los altos comandantes. Pero eso no le aseguraba que la joven Andley regresará sana y salva, por un momento pensó en enrolarse para estar cerca de ella, pero si Candy no estaba segura en ese lugar menos lo iba a estar Albert que tendría que estar en el frente, tomando un arma y disparando a sus "enemigos".

Pero por supuesto Albert no era de ese tipo de hombres, así que decidió dejar todo como estaba y mejor utilizar su gran influencia en Europa.

Archie lloraba porque no pudo darse cuenta de las intenciones que tenía Candy, ya que hacía varios días que actuaba de una manera extraña, pero pensó que era la emoción de ver nuevamente a su antiguo amor. Por lo que jamás pudo ver a través de la chica lo suficientemente como para darse cuenta de todo lo que pasaba por su mente confusa.

Stear solo pensaba en que quizá podía alcanzar a la chica pronto, pero después analizó bien la situación y optó por detenerse, ya que la situación familiar estaba suficientemente afectada como para empeorarla más.

Los cuatro chicos pensaban acerca de la joven, su seguridad, su valor que tuvo para enfrentarse a un mundo completamente espantoso. Todos a su vez deseaban internamente que de pronto el océano pudiera ser lo suficiente pequeño para correr tras la muchacha y así salvarla de todo lo más inhumano a lo que se iba a enfrentar.

Candy paso varios días viajando, recibiendo instrucciones de lo que iban a hacer a su llegada en Francia. Todas las personas cuando aceptaron ir al frente, se imaginaban miles de cosas que ocurren ahí, pero al llegar a su destino cada día pasaban millones de imágenes reales donde se veía a las personas con heridas increíbles y de todo lo que puede causar la ambición, pero esas imágenes no eran toda la realidad que se vivía.

Por lo que simplemente cada persona quedaba afectada al ver lo que sucedía en realidad, lloraban, se lamentaban de haber decidió ir a ese lugar, en esas circunstancias. Candy al ser una persona dulce y  bondadosa, por supuesto que cuando vio la realidad en sus ojos, no pudo evitar llorar y pensar que Dios no estaba presente en cada rincón del universo como ella siempre lo creyó.

Pero de inmediato desecho esos pensamientos, ella no era nadie para juzgar a su Padre Todopoderoso. Por lo que se dedicó simplemente a dar todo de sí por salvar vidas y tratar de remediar lo que hacían unos hombres sin corazón, que solo buscan satisfacciones materiales o territorios por adueñar.

La joven rubia permaneció todo el tiempo ocupándose en el hospital que le habían asignado, realizaba cirugías, extraía partes del cuerpo que ya no tenían remedio.

Y cada vez que hacía una operación de ese tipo no evitaba pensar en Terry, que gracias al cielo se encontraba alejado de todos esos horrores.

Pasaron meses desde que la chica había ido a Francia, cada día que pasaba la muchacha elevaba sus plegarias al cielo durante sus horas libres o las noches que dormía cuando podía. En América igualmente personas que Candy quería y la querían oraban por su seguridad, pidiendo al Señor que le permitiera a esa dulce niña de ojos verde esmeralda regresar sana y salva a su país natal.

Cada mes la joven enviaba a sus amigos que permanecían millones de kilómetros alejada de ella, una pequeña carta, siempre era una para Albert, Stear y Archie, Annie, Patty, sus dos madres y por último una a la compañía Standford, por supuesto para Terruence Grandchester.

Con el pasar del tiempo las cartas que llegaban en un periodo constante, dejaron de llegar y fue ahí cuando las cosas para todas las personas que yacían en América, se tornaron delicadas y preocupantes.

El trabajo en el hospital era bastante duro, muy poco personal médico había sido enviado realmente a un campo de batalla para velar por la vida de los soldados heridos.

Pero pronto las batallas se intensificaron cada vez más y se necesitaba de más personas para que ayudarán en un intento de salvar vidas y dar primeros auxilios. Candy y varios de sus compañeros más, fueron elegidos para ayudar en el frente.

Por lo que la chica envío una carta a Albert para que comunicará a los demás que ella estaba bien y que estaría ausente durante varios meses pero que en cuanto tuviera la oportunidad les enviaría noticias. Y lo que la joven no sabia es que esa carta era posiblemente la última que enviaría. 

Amor sin alas [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora