Capitulo 9

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Candy y Neil ya eran novios, y se la pasaban mucho tiempo juntos, ellos estaban intentando forjar una relación más estable y duradera.

Claro que Candy no amaba a Neil, si lo quería, pero solo como un amigo, él la verdad había cambiado mucho y lo había hecho por ella. Así que por esa razón decidió darle una oportunidad e intentar olvidar a Terry, pero le era imposible debido a que ella sinceramente lo amaba más que a nada en este mundo.

Todas las noches soñaba con estar a su lado, pero cada día que pasaba comenzaba a construir una barrera resistente a sus sentimientos y a su recuerdo de él, por lo que así como lo amaba y no lo aceptaba, llegó a «detestarlo» con la misma intensidad por creer que de verdad había jugado con sus sentimientos.

Quizá dos meses pasaron después de la ceremonia de presentación y Candy vivía estando al lado de su novio, pero era más como por inercia que por convencimiento, y se dio cuenta que esa relación jamás llegaría a algo serio.

Sabía también que con cualquier hombre que lo intentará no iba a funcionar, tenía siempre en mente que Terry era el único que la podía hacer feliz así como el único que la podía lastimar. Su vida volvió nuevamente a los días en los que ella había vuelto de Broadway, una vida casi sin fuerza, sin alegría, todo era llorar y al intentar dormir sufría incontables pesadillas.

Terry habló muy seriamente con Susana y le dijo que él nunca la amaría así como que jamás le dijo o la obligó a permanecer a su lado en todo ese tiempo de su prematura recuperación. Él estaba asistiendo a terapias, por supuesto el avance no era rápido pero si se notaba.

Al lado de su madre pidió hablar con Albert que lo trató con bastante cordialidad como si nada hubiera pasado, explicándole a su amigo sus razones que tuvo para decirle todo eso a Candy.

Albert le dijo que Candy estaba viviendo en la mansión Andley, trabajaba como enfermera en Lakewood y salía de vez en vez con su acompañante Neil Legan. Claro que a Albert no le agradaba mucho la idea de tener que ver a su sobrino lo suficientemente cerca de su hija adoptiva, pero no podía hacer mucho si eran las decisiones de ella.

Incluso había llegado a sospechar que los dos jóvenes planeaban casarse pronto, y Terry al escuchar eso se precipitó a pedirle ayuda a su amigo para poder hablar con Candy y explicarle.

Albert respondió que él no iba a ser el causante de más sufrimiento para Candy pero Terry logró convencerlo. Aún cuando Albert le dijo que evitaba siempre el tema de Terry, de la actuación, del teatro, de lugares en Nueva York, incluso de momentos en el colegio San Pablo; el castaño comprendió que ella sufría a sobremanera y decidió realizar su plan para explicarle.

Es como si hubiese querido enterrar por siempre el pasado, y más aún a Terrence Grandchester. Pero de todos modos él quizo intentar recuperar a Candy y aceptó el pase de Albert a una cena que habían reservado en un restaurante de Lakewood, donde sólo iban a estar Albert y Candy como en los viejos tiempos, pero en vez de Albert asistiría Terry.

Esa noche Candy no tenía mucho ánimo como no lo había estado tendiendo los últimos meses. Se arregló para la cena que había reservado Albert, y se dispuso a ir, un poco más calmada que todos los días, tardes y noche anteriores que tenía que salir con Neil, y para su gran fortuna él estaba en un viaje en Canadá con su padre y no regresaría hasta dentro de un mes.

Hacia poco él había comentado de una posible boda, claro la boda de ellos dos. Pero Candy contestó que sí sin tomar mucha importancia en el asunto, como si casarse fuera cosa de todos los días y sin valor alguno para la vida de la novia. A ella no le importaba si se casará con él, con un doctor del hospital o con el mismo señor Thomas, el dueño del antiguo edifico donde vivía.

Solo le importaba que no era con Terry, cada vez que pensaba en él se sacudía la cabeza recordando su promesa a ella misma, que nunca volvería a expresar ni siquiera en su mente el amor hacia Terry, porque ella no volvería a ceder más a ese tipo de pensamientos y le resultaba mas fácil vivir fingiendo amar a Neil, que volver corriendo a los brazos de aquel joven que conoció en un barco; o eso pensaba ella.

Pronto llegó a aquel prestigioso restaurante y se acomodó en una silla, mientras le indicaban que su acompañante llegaría pronto.

Terry ayudado de su chófer, Shall, bajó del auto. Shall manejó su silla de ruedas mientras Terry buscaba con la mirada a una joven rubia y de ojos verde esmeralda. Cuando por fin la halló, pidió a su ayudante que lo llevará hasta ella y así lo hizo el fiel chófer.

Al llegar a la mesa de ella, Candy tenía la mirada pérdida pensando en que Albert ya se había demorado un poco y con el rabillo del ojo pudo ver a un hombre alto y moreno que sostenía algo, le pareció que era una silla de ruedas donde estaba sentado.... ¿Terry?

No.

Terry estaba en Nueva York y... Ella no tuvo el valor necesario para voltear a ver directamente a esa persona que le pareció sería Terry. Por lo que se limitó a mantener su vista posada en una pecera con peces nadando mientras se reflejaba con la luz de la Luna, la silueta turquesa del agua y el resplandor de sus ojos esmeralda se perdía entre ese hermoso mar oceánico que se parecía tanto a aquellos ojos azul verdoso que amaba y pensó que su portador estaba justo en frente de ella.

Decidió seguir así por mucho tiempo más, sin pronunciar palabra, solo escuchando el sonido de su respiración agitada y el latido acelerado de su corazón, con la tensión en los hombros, prefirió seguir absorta en ese lindo pequeño mar infinito donde parecían danzar dos peces enamorados.

Amor sin alas [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora