Capitulo 18

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El campamento estaba repleto de pacientes por atender, las enfermeras trabajaban sin parar para que pronto atendieran a los jóvenes soldados que estaban delicadamente heridos. Muchos de ellos estaban con quemaduras graves que posiblemente no podían ser atendidas de la manera requerida en ese pequeño edificio improvisado, cerca de un lugar donde estaba el enfrentamiento.

Candy estaba ayudando a un hombre de al parecer 20 años, venía de Edimburgo, la muchacha trataba de calmarlo para que fuera más rápido el procedimiento. El joven tenía graves quemaduras en las dos piernas, el brazo derecho había sido aprisionado por la fuerza de un cañon que cayó al momento del bombardeo por parte del enemigo.

Quizá perdería el brazo y la operación estaba siendo complicada, Candy sudaba por la frente, estaba muy nerviosa por la vida de ese muchacho. Al parecer él no sobreviviría... Todo transcurría normal en la sala de operación improvisada, donde el doctor, Candy y otra enfermera hacían lo que podían por salvar parte de la piel en las piernas de chico.

A lo lejos se escuchó una detonación; cinco minutos después se escuchó más cerca; cinco minutos más tarde estaba a escasos metros y el pulso del médico se tornaba tembloroso, pocos  segundos pasaron y el edificio tembló por completo.

Las luces cayeron al suelo, el hombre estaba aun en efecto de la anestesia; no percibía nada, soñaba que estaba en su ciudad natal, en un lago con su novia. Todas las personas del hospital no sabían que hacer o como actuar, los pacientes gritaban de dolor y maldecian a los jefes que ordenaron se propagara la guerra.

El doctor cayó de espaldas, debido a que una lámpara se derrumbó y el techo también comenzaba a caer como si estuviera hecho de cartón. A Candy se le aceleró el pulso, pensó que era su fin.

Wilson estaba cerca, un joven médico que se acababa de graduar ese mismo mes, pensaba que el joven no merecía terminar así su carrera y su vida con un gran futuro por delante.

Una ultima detonación, fue lo que percibieron todos en aquel lugar.

"¡Boom!" se escuchó, el edificio cayó, todo estaba a punto de arder completamente. Candy solo percibió que alguien la abentaba por una ventana cercana, cayó de un solo golpe, y se pego muy fuerte en la cabeza. Pensó en Terry, sus amigos, sus madres... En todos.

Olía a humo, antisépticos quemados, alcohol esparcido. Se escuchaban gritos de dolor, el edificio estaba completamente en llamas y Candy no podía ver con claridad debido al golpe y la gran cantidad de humo.

Pudo observar solo que tres personas corrían rumbo al bosque, un conserje, una enfermera y un paciente que tenía su brazo roto. No se vieron más señales de vida ni dentro, ni fuera del hospital, todos habían sido acorralados.

Primero el derrumbe después el fuego, gritos y más gritos. Todo era una pesadilla, ¿Donde estas mi dios? Preguntaba la joven viendo hacia el cielo y llorando por no poder hacer nada.

Wilson fue quién la empujó para que salieran de las abrazadoras llamas que se comenzaban a extender con su fuerza infernal.

El edifico comenzaba a caer y ya que tenían una ventana como única salida todo se tenía que aprovechar en esas condiciones. Wilson le dio un rápido chequeo a la joven enfermera para sercioraese que todo estaba en orden, implicada su salud. El golpe no había afectado en nada grave a Candy, ella estaba intacta.

Solo a excepción de que la chica al caer desde un tercer piso su hombro se había falseado y una pierna estaba fracturada pero no era nada de que preocuparse. El chico decidió llevar a la muchacha al pueblo más cercano, ahí se mantuvieron hasta la pronta recuperación de la joven.

Después Wilson ofreció a Candy retirarse del país, por su seguridad y así dar aviso a su familia que estaba viva, la chica lo pensó bien y no quería llegar de un momento a otro a América, aún no estaba lista para enfrentar la realidad que ella se aferró en escapar y por lo que decidió ir a la guerra.

Aún tenía miedo de enfrentarse a sus fantasmas del pasado, sobre todo al sufrimiento ocasionado por las heridas que estaban sin sanar, causadas por el amor.

Así que decidió quedarse por un tiempo más, pensando que Albert y los otros estarían bien, por lo que mejor optó en enviar una carta dirigida a William Albert, pero jamás imagino que la habían dado por muerta.

Amor sin alas [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora