-Buenos dias, querida.
-Buenos dias, ¿por qué tan temprano?- miro el reloj, eran las 6:30pm.
-¿Será por que tienes colegio? Yo no seré responsable, pero tu si,por algo gasto plata para que tu estes hay.
-Hoy no voy.
¿Y por qué no?
-Por prevensión. Por algo estoy aquí.
-¿No sabes que pasa?
-No.- no me gusta quedarme con la duda, pero con Ashley no hay nada que hacer.- y ¿cómo sabes que algo pasa?- se supone que nadie sabe de la Ashley.
-Querida, tu amiga es muy obvia. Estoy entrenada para reconocer demonios.
-Oka, osea todo el mundo sabe antes que yo
-Pues caiste muy temprano, esta claro el por qué de tu inmadures en estas cosas.
-Muy bien.
Maldito el momento en el que he pecado por una maldita estupidez.
La deje y me cambie de ropa para ir a correr, era temprano pero quería despejarme. Antes de salir tome mi celular y los auidofonos. Le avise a Lia en caso de que necesitara algo y salí.
Siempre que estaba en casa de Lia mi recorrido consistia en rodear un plaza que se encontraba a una dos cuadras. La verdad las unicas veces que corria era cuando estaba en su casa, ya que siempre era en las peores situaciones. Comenzaba con un trote lento y de vez en cuando corria lo que más podía hasta cansarme y volvia con un paso ligero.
Me encantaba esa plaza. Siempre vacia y a la vez llena. Se veian parejas jovenes enamoradas listas para ir a un motel. Pero a la vez corrias como si fueras la unica persona del planeta... Hasta que un tarado se te crusaba de la nada.
-Perdona.
Lo mire detenidamente. Debía tener mi edad o un poco más. Era un poco más alto que yo, ojos oscuros al igual que su cabello y delgado. Luego recordé que era del colegio. Iba un año más que yo.
- No, lo siento yo, iba distraida.
-Soy Diego ¿te he visto en algun lado?- me mira de pies a cabeza para ver si me recuerda, por suerte no lo logra.
-Supongo que no. Soy Juliet.- Jamás hablaba con nadie. No tenía tema de conversación. Y tampoco.quería que me reconociera- Lo siento, debo irme, adios.
-Adios, espero verte pronto.- le dedico una sonrisa y sigo mi camino de vuelta a casa. Con eso ya no era necesario seguir corriendo, con lo guapo que era me despeje de todo demonio que estuviera en mi cabeza.
Al llegar a casa estaba Lia aún tomando desayuno. Tan lenta que era para comer.
-¿Qué te ocurre?
-Nada ¿por qué?
-Es que tienes una sonrisa de oreja a oreja y no has estado ni media hora corriendo.
-No es nada, solo estoy feliz. Hay que vivir la vida.
Lia queda perpeja. Dudosa de mis palabras, pero no le tomo asunto y me voy a duchar para tomar un desayuno como Dios manda.
Creo que saldré más seguido a correr por la hermosa plaza.
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El secreto mejor guardado
Science FictionJamás sabes que puede ocurrir al enterarte que tu amiga no es una simple humana, sino tu enemigo natural. Son muchos los aliados, pero puede que quedes sola.