Maratón 2/4: "Mi compañero de banco."

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Al día siguiente encontré el uniforme sobre una silla cerca de mi cama con una nota: "Debes usarlo". Lo mire, era azul y bonito, para haber visto tantos, este era uno de los mejores.

Me bañe, vestí, comí y camine al colegio. Revise mi mochila casi vacía y encontré el horario. Estos arcángeles pensaban en todo.

Fui a la primera clase: Biología y estaba él solo en el primer puesto leyendo un libro.

-Hola- le dije ya cerca de él, no me escucho, me acerque a su oído- Hola- se sobresalto y me miro.

-¿Que haces aquí?- miro asustado a todos lados.

-¿Como que hago aquí?- me senté a su lado

-No debes hablar conmigo.

-¿Por qué?

-Nadie habla conmigo.

-Tomas, soy nueva, no me sé las reglas, pero si sé que en algún momento estas hay que romperlas. No te preocupes, no te pasará nada- dije sonriendo. Me miro y sonrió de medio lado.

-Me preocupas tu, no yo- llegó el profesor y se quedo en silencio.

Me quede pensando, ¿qué me podía pasar a mi?

La clase paso lenta y fome, el profesor era demasiado aburrido, por eso no conocía la vida de Tomas en el colegio.

Cuando tocaron para el recreo nos levantamos y fuimos a la puerta, ya no quedaba nadie en la sala, solo unos pocos en la puerta.

-Linda, no tienes que sentarte con él por lastima- dijo uno tapándonos el paso.

Lo mire de arriba abajo, yo ya no era el pequeño ángel cuando se trataba de defenderme en la tierra.

-Primero: no me llamo Linda; segundo: me siento donde se me de la gana; y tercero: no lo hago por lastima y no te importa el por qué.- sentí el sentimiento de furia que lo estaba envolviendo. Ya tenia casi el control completo de mis poderes cuando me concentraba, pero cuando se manifestaban las emociones del otro muy intensificadas era difícil ignorarlas, no podía hacer nada para calmarlas, solo sentirlas.

 -Sabes que el estar con éste será un problema, ¿cierto?

-¿Para quien? ¿Para ti?- quería saber hasta donde podía llegar.

-Juliet- dijo Tomas a mi lado con cierto tono de miedo en su voz- no creo que sea buena idea desafiarlo.

-Deberías hacerle caso a tu amiguito- dijo con una sonrisa de malo el idiota frente a nosotros.

-Sé lo que hago- le dije a Tomas- y éste no me va a venir a decir lo que debería o no hacer- me dirigí esta vez al idiota.

Extrañamente el timbre había sonado. Su mirada era como si me fuera a matar en cualquier momento, pero yo seguía firme- Esto no se queda así, ¿quedo claro?- y se fue.

-Era por eso que no tienes que juntarte conmigo- escuche decir a Tomas.

-Tranquilo, será la ultima vez que nos moleste.- Esta noche recibiría una pequeña visita. Iría a ver a Lía, una vieja amiga que cayo por ser muy curiosa.

 -Esta bien- dijo no muy seguro.

Luego de las clases en el colegio nos fuimos a su casa para estudiar. Tenia claro que no tendría toda la materia, pero al menos entendería algo.

Cerca de las 10:00pm terminamos agotadísimos de tanto estudiar y Tomas se ofreció a acompañarme hasta mi casa. Al principio nos fuimos en un silencio cómodo hasta que empezó a contarme su historia y el porque no tenia que acercarme a él en el colegio.

-Le hace la vida imposible a todo aquel que se me acerque solo porque estoy enfermo, todos en el colegio lo sabe y por eso nadie se me acerca- dijo mirando el piso- es por eso que no tampoco quiero que te hagan daño a ti- esta vez me miro directamente a los ojos.

-No le tengo miedo- le dije por quinta vez lo mas segura para que se quedara tranquilo- Te aseguro que después de hoy no volverá a molestarte.

Me habían encargado protegerlo y hacerle la vida lo más fácil y feliz posible sin importar qué, pero siempre cuidando las reglas. Aunque pedirle ayuda a un ángel caído no era peligroso mientras fuera por un bien.

Llegamos a mi casa y me despedí de él pidiéndole que me avisara cuando llegara. Espere a que se fuera y fui a ver a Lía.

Golpee a su puerta.

-¿Qué hiciste?- preguntó apenas me vio.

Reí- Nada, soy ángel de la guarda.

- Que alivio- soltó un suspiro- Pasa- hice lo que dijo y siguió- ¿Qué te trae por aquí entonces?

-Tengo a alguien a quien necesito que adviertas algo.- sonrió de oreja a oreja, supe que ya había aceptado. Le indique que debía decir y a quien.

-... y lo mas importante que no sepa que me conoces, ni a mi ni a tomas, solo adviértele, ¿entendido?

-No te preocupes, ya soy toda una profesional en advertencias- sonrió y supe que estaba todo listo.

-Muchas gracias, nos vemos pronto.- me despedí y volví a casa para un nuevo día.

Al día siguiente llegué a la escuela y ahí estaba èl, solo nuevamente. Atrás mio venían los idiotas, pero esta vez ni siquiera me miraron. Me sentí orgullosa de haber hecho algo bueno.

-Ni siquiera te han mirado- dijo Tomas apenas me acerque a él.

-Te dije que confiaras en mi- le dedique una sonrisa y me la devolvió.

Pasamos el día, semanas, meses en los que mi meta era hacerlo feliz, que se divirtiera y fuera un chico normal.

Al igual que yo, un día se nos acercò un chico, al parecer nuevo.

-Hola, siento interrumpir- lo miramos atentamente, nadie nos había vuelto a hablar, al menos no idiotas-¿este es el 3° medio A?

-Si- respondimos ambos al unísono. El chico sonrió y se sentó tras nosotros. Lo quedamos mirando y nos sonrió.

-Por cierto, soy Alex Silver.

-Hola- dijimos ambos al mismo tiempo, el chico nuevo sonrió y nosotros también al ver el por qué, últimamente pensábamos igual y respondíamos al mismo tiempo.- Ella es Juliet Stewart y yo Tomas Hemingway.

Sonreí en respuesta y escuchamos el timbre para inicio de clases. El profesor hizo que se presentara a toda la clase y desde ahí que nos hemos vuelto inseparables.

El secreto mejor guardadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora