Capítulo 14.

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La clase de volley a primera hora, me fue bien

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La clase de volley a primera hora, me fue bien. Lana me miraba, pero una sombra de temor se acercaba a su rostro cuando la miraba con enojo.

Esa no se atreve a abrir la boca. La segunda hora era de literatura, leer varios libros y hacer un informe sobre ellos. El profesor de Matemáticas faltó a clases por que estaba enfermo y hacia donde me dirijo ahora, es al salón de historia.

Entré sin demora alguna y me senté en mi pupitre acostumbrado. Y al sonar el timbre de entrada, después de varios minutos entró el profesor, miré mis cosas que estaban encima de mi pupitre. Ni siquiera podía mirarlo y ojala no me pregunte nada.

Aunque si supuestamente estoy reprobada para los otros alumnos, no debo de estar aquí. Pero lamentablemente las bocas de aquí no se quedarán quietas, ideando cualquier respuesta que reponda la duda, pero ya la situación es otra, que mal que ya no lo sepan.

Sentía su mirada punsante en mí, pero no quería mirarlo. Oh Dios mío, es algo extraño lo que en está pasando y debo de comentarlo con alguien.

Pero la verdad no tengo ganas de que alguien venga a sermonearme sobre lo que está bien. ¡Esperen!. ¿Acaso me está gustando lo que pasa entre el profesor y yo?.

Apuesto que si fuera un profesor feo y barrigón, ya estaría en la dirección mandando a encarcelar a este tipo. Pero es extremadamente guapo, es bello.

¡Mierda!.

Debo de dejar de pensar esto pero es imposible. Me asusta, si, pero no dejo de pensar en él y sus besos. Y pensar que está aquí, en frente mio. Me eriza la piel, crucé mis piernas poniendome más nerviosa, pero no era por él, eran por mis pensamientos.

Estúpidos pensamientos.

Es que es imposible pensar mal de ese tipo, puede ser que sea un asesino serial y violador, o algo más malo de ahí, pero siento algo, que me amarra a él. No sé si sea deseo, ya que su cuerpo y su rostro, su actitud, su forma de besar. Dios.

La clase comenzó normal, ni siquiera me preguntó  nada y eso se lo agradezco en el alma, ya que no tenía ganas de ni siquiera estar en esa clase. La verdad ni me preocupaba lo que pensarán los estudiantes al verme aquí, cogiendo  una clase que estaba ya reprobada. Pero lo que no saben, es que puedo recuperar mis puntos, y de que manera.

La clase terminó. La clase para mi duró como dos mil años, la incomodidad que sentía era mucha.

Recogí todo rápidamente y comencé a caminar hasta la salida, pero su llamado hizo que pusiera en pausa mi caminata, miré la puerta con pesar, no quería hablar con él. Me volteé lentamente y lo miré. Su mirada era intensa.

Quisiera saber lo que pasa por su cabeza. ¿Será tan oscuro como su apariencia?. No es que se parezca a un emo o algo, pero hay algo que lo hace ver intimidante. Su semblante. Sus... ojos.

Caminé hacia él lentamente, contando los pasos. Subi los peldaños que dividían el pequeño escenario del suelo, en él estaba su escritorio grande de madera oscura. Y el gran pizarrón verde oscuro donde la asignatura estaba escrita, con su linda letra cursiva.

No quería acercarme a él más de lo que estoy.

Tomó un leve respirar, casi inaudible y luego me miró.

-hoy no estoy de humor para esto.- dije.

-tienes diez puntos menos si no lo haces.- alzó sus cejas. Abrí mis ojos desconsideradamente.

-eso no es justo. Solo pido aunque sea este día, ¿no entiende que esto resulta muy incómodo para mi?.- pregunté.

-te prometo que desde que obtengas tus 100 puntos, ya te dejaré tranquila, pero por ahora no puedes parar.- lo miré como si estuviera loco.

Y otra vez, ni siquiera lo vi venir. Y de repente estaba en el escritorio con él encima mio. De verdad me sorprendió la velocidad y quedé aturdida por ello. Terminé con las piernas abiertas y él entre ellas.

Las acarició lentamente, mientras me besaba con fevor.

¡Tengo un gravisimo problema!.

Cada vez que nos besamos, no quiero separarlo de mi y es como la marihuana. O el cigarro, cuando lo pruebas, se vuelve un vicio interminable.

Arqueo mi espalda cuando comenzó a besar mi cuello lentamente, dando besos mojados. Mis vellos se erizaban constantemente. Mierda. Agarré su pelo y lo acaricié, atrayendo su boca a la mía besandolo con pasion y profundidad. Mucha profundidad.

Su masculinidad estaba erguida, formando una montaña, grande, en su pantalon.

Se estruja contra mi, como si quisiera otra cosa conmigo. Dios. Es tan pecaminoso lo que pienso. Pero ya está mal que te esté besando a tu profesor de historia como si no hubiera un mañana.

Pero las cosas fueron bajando de intensidad, dando nuestros último y suave toque de labios.

Nos miramos. Miró mis ojos saltones verdes grisaceos, decorados con pestañas naturales exageradamente  largas, bajo unas cejas espesas, oscuras y arqueadas.

Mis pecas y mis labios carnosos y recogidos en un corazón, también adornaban mi cara, llena de duda, al tener esa mirada intensa sobre mi rostro, preguntándome que estaría pensando.

Subió sus dedos y lentamente acarició mis pomulos. Miré sus ojos oscuros. Esto podría convertirse en una costumbre para mi. E incluso reconocía, que se está volviendo una droga tenerlo cerca porque me gusta lo que ocasiona en mi. Aunque esté prohibido, quiero ser tocada por él. Más de ahí, nada. La llama ha sido prendida, ahora tiene que apagarla.

Si mi yo del pasado, escuchara a la yo del presente, vendría aquí y le diera una bofetada para que despertara. Pero mi yo del pasado no lo está viviendo. No sabe con que ser perfecto se ha topado. Y creo que me arrepentiré luego si no aprovecho esta oportunidad.

No hay amor de por medio. Solo deseo.

-eres tan hermosa.- susurró.- te doy 10 puntos más.- acarició mi largo cabello, que estaba esparcido en el escritorio y luego caía onduladamente, hasta medio escritorio.

Miré sus labios y me acerqué a darle un beso suave. Me aparté y él se quedó, con los ojos cerrados por unos segundos.

Abrió los susodichos y decidió levantarse. Lo que me dejó un gran vacío... entre las piernas.

Me senté en el escritorio arreglando mi top, arrugado por aquel encuentro. Lo miré, mientras caminaba para recoger mi mochila. Deslicé la correa por mi hombro.

-nos vemos el lunes profesor.- caminé hacia la puerta sin mirarlo, pero antes de cruzar por ella, escuché su voz.

-te llamaré.- di un respiro y sonreí. Esto me está gustando. Y seguí caminando.

 Y seguí caminando

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Iguales (Two Souls #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora