Capítulo 39.

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Su rostro era de total tristeza ante las palabras que acababan de salir de mis labios.

-¿acaso que tengo que  hacer para que sepas que es verdad lo que estoy diciendo?.- preguntó con lágrimas en sus ojos. Sabía que era verdad, pero ya no me importaba en lo absoluto lo que me diga, solo quiero a una persona. Y esa persona ya me faltó una vez, casi muero y dudo que ame a alguien más.

-Nada, porque ya no me interesa lo que pienses o lo que sientas.- Murmuré, esta iba a hablar, pero pausó al escuchar algo arriba. El polvo del techo se removió causando una pequeña lluvia del susodicho. Tosí y miré a Natasha, quien miraba hacia arriba con cara de duda y preocupación.

Ella está aquí.

-vengo en un momento.- susurró para luego irse y dejarme en completa soledad en aquella habitación.

°°°

Habíamos venido al mismo castillo en el que me habían encerrado y verlo a simple vista, me pone triste porqué recuerdo esos momentos que pasaron, con personas que jamas volveré a ver.  Pero ahora todo es diferente, porque sé lo que tengo que hacer y es exterminar el mal en el reino vampiro.

Ya estoy harta de todo lo que tenga que ver con Natasha, me ha hecho sufrir y me ha obligado a pensar cosas que no son.

Debo de terminar con ella y cometió un gran error al meterse con lo que amo. Entré  por la ventana, no había sido fácil llegar hasta aquí, pues Benjamín ha tenido varias batallas con hechiceros muy poderosos. Sabía lo que venía y estaba dispuesto a sacrificarse por su amigo, ya era hora de que se terminara todo esto, ya era justo que las cosas malas se largaran de nuestras vidas. Ya hemos sufrido lo suficiente.

Ya he sufrido lo suficiente.

Abrí la puerta y entré como perro por su casa, como si ya conociera cada rincón del castillo. Sólo quería encontrar a esa personita, para arrancarle la cabeza.

Tal vez ella sea mas fuerte que yo, tal vez ella me extermine en un segundo, pero ya me tiene cansada. Quiero terminar esto,  quiero acabar con lo que empezó hace tiempo y aun no ha logrado terminarse. Ya morí, ahora es ella la que tiene que morir.

El sonido de unas botas me alarmaron, pero me mantuvieron quieta esperándola. Su cuerpo apareció lentamente por la puerta del pasillo. Su mirada no quería encontrarse con la mía. Con cierto temor sus ojos se conectaron con los míos.

-estás viva.- sus ojos liberaban miedo.-¿Cómo paso?.- preguntó. Sonreí con burla y la miré.

-¿sabes por que estoy aquí o no?.-  pregunté caminando hacia ella. Esta se le veía el miedo encima y yo me aprovecharía de eso.

-¿Cómo es que estás viva?.- preguntó de nuevo. Su voz iba a quebrarse. Miré hacia arriba sin importancia, alzando mis hombros.

-no lo sé.- miré su rostro.- pero vine a matarte por querer meterte conmigo, ¡una vez más!.- me exalté.

-tienes más vidas que un gato. Ya no sé como desaparecerte del maldito mapa.- suspiró. Sonreí con malicia.

-quien va a desaparecer del mapa, eres tú.- de pronto aparecí en frente de ella y le propiné un puño en su quijada, haciendo que volara lejos de mi. Su cuerpo se transportó por todo el pasillo, hasta chocar con una puerta y romperla. Camino hacia ella molesta y esta se sienta en el suelo, confundida, pero al verme caminar hacia ella rápidamente, se levanta.

-espera.- gritó. Su semblante era de susto, su cuerpo estaba encorvado, evitando que cualquier golpe llegara a su estómago y la pusiera débil. Paré en seco con la respiración entrecortada por el enojo. -ya no quiero más muertes.- Sonreí burlona.- no quiero matarte y no quiero terminar con tu clan, dejemos esto así.- se levantó mostrando valentía. Valentía que no poseía en ese momento.

La observé.

-¿me tienes miedo, Natasha?.- pregunté, esta solo me miró.

-siempre te he tenido miedo, Jo.- me incorporé ante la sorpresa de su respuesta. -siempre has sabido como terminar bien después de todo y sabes como luchar sin hacer trampas.- suspiró.- aunque digas que eres cobarde, no veo nada de cobarde en ti, por eso me asustas. Por seguir adelante después de todos esos momentos difíciles.- la miré.

-¿que pretendes, Natasha?.- pregunté, esta sonrió.

-ahorrar tiempo.- de pronto siento como mi mente casi explota. Agarro mis sienes y la masajeo, gritando a ver si desaparece tan fatídico dolor.- si eres estúpida.- escuché su risa mientras que yo solo caía de rodillas al suelo. El dolor era insoportablemente horrible. -nunca debes de confiar en mí y menos en mis palabras alentadoras.- miró hacia atrás.- gracias Marcus.- asintió, mientras que yo me acostaba en el suelo, cerré mis ojos y en mi campo de visión, aparecieron tres personas, las cuales conocía perfectamente.

Mis padres en mi otra vida, y... Tanner.

-tú puedes Jo.- mi madre sonrió.

-haz que se arrepienta por haberme asesinado.- mi padre siguió.

-y haz que se arrepienta por hacernos sufrir a todos.- Tanner habló.

-sé que tengo la fuerza.- Murmuré.

-siempre estaremos aquí Jo, ayudandote. Levantaremos un poco él poder mental de Marcus y luego tu haces lo que sigue.- miré a Tanner. Parecía un sueño, este me sonrió, parecía un simple pensamiento, miré a mi padre.

-nunca te hemos abandonado Jo.- sonrió y entonces, alguien abrazó a mi madre de la otra vida. Quería llorar al ver a las dos juntas. Mi madre en mi vida presente estaba allí, sonriendo, las dos se miraron y sonrieron, una rubia y una castaña.

-yo tampoco te he abandonado Jo, y tengo la esperanza de que saldrás de esto junto a nosotros.- sus comisuras se alzaron.- dile a Alma que me alegra que Nathan la haya encontrado, no pudo hayar a alguien mejor.- estaba muriendo de alegría, asentí.

-ya sabes lo que tienes que hacer.- la rubia habló.

Y entonces abrí los ojos y el dolor que sentía había disminuido completamente. Miré hacia atrás y este abrió sus ojos al ver que su magia ya no funcionaba en mi.

-adiós, Marcus.- Sonreí y en menos de dos minutos estaba bebiendo de su cuello, hasta arrancarle el mismo con mis filosos dientes. Este cayó de rodillas sin vida.

Miré a Natasha, quien miraba la escena estupefacta. Miré la silla cerca de mi y la rompí de una sola patada, sacando un trozo de madera.

-imposible.- murmuró, e iba a voltearse para correr lejos de mi pero fui mas ágil y me aparecí en frente de esta, agarrando su cuello y alzándola en él aire. Me miró con esos ojos oscuros, dudando en lo que iba a hacer.

-no moriré por tu mano. No ganarás.- murmuró, yo sonreí.

-lo siento, ya gané.- y le clavé la estaca en el pecho.

Iguales (Two Souls #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora