Capítulo 32.

10.1K 883 50
                                    

Me desperté y el sol estaba un poco salvaje, por eso me dí cuenta de que ya era tarde. La puerta se abrió y Kenya me miro.

-Buenas tardes señorita Jo.- caminó hacia la cama dejando mi desayuno encima de esta.

-¿tarde?.- pregunté mirándola.

-si, ya son las 1:30 pm.- pués hasta me levanté temprano, me quedé hasta tarde pensando en las cosas de Natasha.

Y de nuevo este sentimiento de culpa alberga mi alma y cuerpo. Miré las sabanas y me sentí mal conmigo misma.

No lo haré. No lo mataré. Lo siento Natasha.

Aunque puede reaccionar de mala manera y no quiero que le pase nada a mi familia, pero no puedo hacerlo y no es porque me guste ni nada, sino porque no soy así, no puedo quitarle la vida a alguien así por así, no tengo las agallas para hacerlo. Por más cosas que me haya hecho en un pasado.

Me deslicé por la cama y suspiré, mirándo el desayuno o almuerzo y lo devoré lentamente, degustando el sabor de la deliciosa comida.

Me dí un largo baño y encontré ropa en la cama, de nuevo.

Me vestí rapidamente y peiné con mis dedos mi cabello dejándolo secar, ya que me había lavado el pelo nuevamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me vestí rapidamente y peiné con mis dedos mi cabello dejándolo secar, ya que me había lavado el pelo nuevamente.

Me miré en el espejo y esta ropa se acentuaba bien a mi cuerpo.

-señorita Jo, el rey la espera.- la miré y la seguí, esta caminaba rápidamente por los pasillos así que tuve que trotar rápidamente para alcanzarla.

Llegamos a un gran comedor, donde cabían más de doce personas y esta me guió, para que me sentara al lado de rey imbécil. Lo miré.

-Buenos días.- deseó este, yo lo miré con mala cara.

-ni tan buenos, con verlo a usted.- me senté y alcé mis piernas, poniéndolas encima de la mesa. Quiero que me odie, no que se enamore de mí.

-¿puedes bajar los pies de la mesa?.- preguntó.

-no.- sonreí, este me miró pero no dijo nada.

-por favor, sirvanle algo a la señorita.- miró a Kenya. Lo miré.

-no gracias, ya comí como una perra.- me dí un golpecito en mi vientre, lo miré, tosí.- oh perdón, ya comí.- sonreí, a este se le escapó una sonrisa. ¿Por qué no me odia?, ¡quiero que me odie!.

-entiendo.- y siguió comiendo muy alegremente, ¿y a este qué le pasa?. Miré su comida, ¿y los vampiros comen?, no lo sabía.

Miré mis uñas aburrida y este me miró.

-¿quieres hacer algo?.-preguntó.

-¿cómo qué?.- pregunté.

-no lo sé, alguien por ahí me dijo que te encantaba el voleyball.

-¡¿voleyball?!.- me exalté, pero al ver como me puse me incorporé.- eje, ¿voleyball?.- pregunté echándome para atrás suavemente. Este sonrió.

-si.- asintió.-¿quieres hoy?.- preguntó,  yo sonreí y asentí.

-¡claro!.- celebré.- estaba cansada de no hacer nada el día completo.- me exalté, estaba feliz.

-por eso quiero hacer algo contigo hoy.- miró mi mano que estaba encima de la mesa y estiró la suya agarrándola. Miré su mano junto con la mía y la halé un poco sin disímulo, este no dijo nada, solo me miró por un corto tiempo y luego solo siguió comiendo.

Después de esto, él comió y después de un rato este ordenó a las sirvientas  a jugar conmigo y yo feliz de ocupar mi tiempo en algo. El rey nos dió unos uniformes, que de hecho se parecían mucho a los de mi escuela y entonces eso me puso a pensar en mi vida. ¿Cómo estará mi padre?, ¿cómo estaran mis amigos?, espero que no sufran por mi desaparición. Y entonces me puse a pensar sobre Alma. No sé si le va a decir sobre lo que le pasa a su cuerpo  cada luna llena y es raro, porque nunca ha dado sospechas de algo raro. Supo como guardar su secreto muy bien. 

Todas las sirvientas eran vampiros y por lo tanto, no podían utilizar sus habilidades y prácticamente sin eso, eran unas mierdas comparadas conmigo. El short era corto y resaltaba mis nalgas abultadas y firmes y el t-shirt se adaptaba a mi cuerpo de reloj de arena. Me hice una coleta alta, despeinada como siempre. Puse mis manos en mis rodillas y esperé  a que el pitido del rey iniciara el juego. 

Daba saltos altos, era ágil y resistente. Mi equipo ganó el pequeño torneo que habíamos formado esa tarde. Cené tranquilamente y me acosté a dormir temprano ya que me dejó agotada este día tan activo que tuve. 


Sentí algo extraño, algo frío recorrer mi piel de arriba a abajo, la habitación estaba helando, traté de abrazarme con las frazadas y las halé, pero esta estaba estancada por algo, entonces abrí los ojos para verificar si Natasha estaba allí lista para joderme, pero me equivoqué, había algo peor.

Grité y salté de la cama cayendo de culo, me tapé la boca al ver aquello tan horrible. Las lagrimas se acumularon en mis ojos, Oh Dios mio. No, No, No.

No quería volver a ver esa cosa. Comencé a llorar de la consternación.

En mi cama yacía el cuerpo inerte de Lana. Sus ojos estaban abiertos y estaba de lado, mirándome la cara mientras dormía. Tenía su cuello cortado y la sangre caía por toda la cama, me abracé a mi misma. Estaba tan pálida como un papel y sus labios resecos. 

Escuché unos tacones caminando lentamente por la habitación y luego escuché su risa maléfica.

-te dí un chance.- susurró.- no maté a nadie de tu familia y eso debes de agradecelo en el alma de verdad.- la miré.- no debes de jugar conmigo mi amor, puedes salir lastimada,  hasta que no hagas lo quiero, seguiré dejando muchos cadáveres alrededor tuyo. ¿Qué tal si el proximo es tu padre, o Jeff?.- sonríe maligna, la miré.

-no te atrevas.- murmuré seca. Esta sonrió.

-entonces trata de hacer las cosas bien, como a mi me gusta. Y entonces, ahí te dejare tranquila en tu vida de porquería.- la observé caminar hacia la puerta.- disfruta tu regalo.- me guiñó un ojo y sonrió, para luego salir por el balcón. La observé irse y entonces, fue ahí cuando me levanté y ojeé el cuerpo. No podía ni mirarlo fijamente, Dios, ya la conciencia me está matando. No quiero que muera nadie, todo es mi culpa. Corrí hacia la habitación del rey, llorando y entré sin tocar. Todo estaba oscuro, ni siquiera una ventana estaba abierta. Sollocé.

-rey.- mi voz salió quebrada. En menos de un segundo, sentí sus brazos alrededor de mí y ahí empecé a llorar mas. No lo merezco, no merezco su cariño, no después de lo que haré.

Iguales (Two Souls #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora