Me quedé parada en medio del recibidor al encontrarme a mi hermano llorando y a mi padre desesperado dando vueltas de un lado para otro. Al verme lo primero que hizo mi hermano fue venir a abrazarme. Qué pena que papá no hiciera lo mismo. La mano que golpeó mi cara dejaría una buena marca.
-¡AY!- Grité yo casi poniéndome a llorar- ¿Qué pasa?
-¡PERO BUENO!- Gritó mi padre haciendo que mi vello se erizara- ¿Te parece normal que me llamé Alex diciéndome que te dejó en casa enferma y que cuando llegue no estés? ¡LLEVAMOS LLAMANDOTE TODA LA TARDE Y NI SI QUIERA RESPONDES A TU TELEFONO! ¡PODRIA HABERTE PASADO CUALQUIER COSA!
-A ver- Dije yo intentando calmarlo- Salí un momento a hacer unas cosas y ya está, he vuelto antes de las diez ¿no? No me ha pasado nada y no me he saltado ninguna norma, no he cogido el teléfono pues porque no lo he oído y tampoco hace falta ponerse así papá.
-¿Qué no hace falta ponerse así?- Volvió a elevar el tono- Angie, se consciente de lo que te he dicho, habiendo todo lo que hay hoy día por la calle y lo despistada que andas siempre, me temía lo peor, ¡HE TENIDO QUE COGER UN VUELO DE ULTIMA HORA! ¡MENOS MAL QUE YA HABIA ACABADO LA REUNION Y HABIAN EMPEZADO MIS VACACIONES SI NO….!
-Bueno papá- Dije yo- Eso te pasa por no confiar más en mí, soy la mayor por si no lo sabías y se cuidarme sola, además llevas mucho tiempo sin estar de seguido en casa no tienes ni idea de cómo soy, ya no soy una niñita despistada, si necesito algo puedo llamar a Max o a cualquiera.
-Pues mira- Dijo ya bastante tranquilo- Ahora vas a saber cuidarte mejor, no me voy hasta el lunes, o sea que esta semana que este yo aquí vas a estar castigada, dame tu móvil, tu ordenador, tu IPod y no vas a salir de casa, ya sabes de casa al colegio y del colegio a casa.
Le di todas mis cosas y subí a mi habitación enfadada. Vale, sí, al principio me esperaba lo peor y casi lloro, me sentía mal porque se hubieran preocupado pero mi padre era un imbécil obseso del control, soy un ser humano, una adolescente, no puede controlarme siempre y menos si nunca está en casa. En algunos momentos echaba de menos a una madre pero me acordaba del momento en el que había tenido una y se me pasaban las ganas de revivirlo. Menuda mierda de día, lo único bueno había sido el reencuentro con una de las personas más importantes de mi vida. Me eché en la cama y me puse a mirar hacia el techo. ¿Qué iba a hacer una semana sin móvil y sin ordenador? Menuda mierda.
Picaron a la puerta. Antes de contestar entró Alex. Él era el causante de todo, en estos momentos no quería ni verlo pero me puso una carita de pena que claro, se me partía el corazón si lloraba en esos momentos por lo que no le dije nada. Hablamos y me contó que me llamó varias veces y al no contestar se preocupó. Yo le conté mi aventurita de la tarde y le pedí que no comentara nada a nadie. Era mi hermano, obviamente sabía que no lo iba a contar.
Al rato, después de oír mí móvil sonar unas siete u ocho veces y de escuchar a papá rechistar, le sentí subir las escaleras y entrar a mi habitación hablando con alguien, desde luego que era una de mis amigas, hablaba por mi móvil. Me pasó el aparato y se sentó en la cama a esperar. Puse mala cara y respondí.
-¿Si?- Dije yo.
-¡Angie!- Dijo una voz de chica al otro lado, una muy dulce voz he de decir- Soy Keisy, ¿Puedes hablar?
-Esto…- Dije yo- ¿Te puedo llamar más tarde?
-Por supuesto- Dijo ella- Entonces hasta luego.
-Chao- Dije yo.
Miré a mi padre. Lo conocía y sabía que iba a empezar otro de sus largos, muy largos discursos. Preparados, listos… Comienza tu charla papá.
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