Capitulo 25.

790 26 0
                                    

Tras la comida le pedí a Harry que me llevara a casa. Me prepararía para la fiesta de la noche y podría pensar un poco en todos los maravillosos momentos del día anterior. Llegué a mi casa y comí. Hacía ya rato que mis tripas no dejaban de sonar. Después de comer como si no hubiera comido en años, me heché una siesta. Necesitaba descansar. A las seis me desperté y me metí en la ducha. Tenía que ir preparándome para la noche. Salí y me envolví en una toalla. Me sequé bien el pelo y me dirigí al armario. Me puse un vestido palabra de honor, corto y negro. Era perfecto para la noche. Perfecto para romper y dejar a la amiguita de Harry con la boca abierta. Acompañé el vestuario con unos tacones preciosos negros, cortesía de Katy para mi diecisieteavo cumpleaños. Me planché el pelo. Lo tenía demasiado largo, debería replantearme la idea de cortarlo. Un poco de maquillaje sin pasarse y perfecta para la noche. A las ocho y media en punto sentí el timbre de mi casa. Bajé más ilusionada que una niña para encontrarme con mi perfecto príncipe azul. Era una pena que mi príncipe azul no supiera que cada vez que le veo pierdo el sentido y me comporto como una niña pequeña que solo necesita mimos. Que mi estomago se encoge y unas nauseas horribles se apoderaban de mi pero el hecho de estar con él lo arreglaba todo. Que una sonrisa tonta se apodera de mi cara haciéndome sentir una idiota, pero una idiota que después de haberle conocido, no puede vivir sin verle ni un solo día. Él timbre volvió a sonar y me acerqué a la puerta temerosa de lo que pudiera decir Harry y la abrí. El chico me miró y sonrió.

-Estas preciosa Angie- Dijo cogiéndome de la mano y haciéndome girar.

-Gracias- Dije sonrojándome- Tú también.

-¿Nos vamos pequeña?- Dijo él sonriendo.

-Vamos- Dije yo.

Salimos de casa y entramos en su coche. Al rato habíamos llegado a una enorme mansión. La música resonaba por los alrededores. Esta iba a ser una gran fiesta. Entramos y Harry me agarró de la cintura. Me sentía segura a su lado. Nos acercamos a una barra donde se servían las bebidas y Harry pidió por los dos. Tras un rato bebiendo y hablando me apetecía bailar. El alcohol corría por mis venas. En otra situación no bailaría, no me gusta nada, pero bueno, como se suele decir, una vez al año no hace daño.

-Harry...- Dije yo- ¿Bailamos?

-¿Quieres bailar?- Preguntó él divertido.

-Pues claro- Dije yo agarrándole de la mano y tirando de él hacia la zona dedicada a la pista de baile- ¡Vamos Harry!

Bailamos un rato. El chico se movía bien. Al cabo de unas canciones unos chicos llamaron a Harry para saludarle y yo me acerqué de nuevo a la barra. Me fijé en toda la gente dispersa en distintas zonas de la casa. Había de todo, gente rica, no tan rica, joven, no tan joven, famosos, no famosos... Una chica rubia se acercó a mi. Al principio no sabía muy bien quien era, luego me di cuenta que se trataba de Taylor Swift, la anfitriona.

-¿Quien eres tú?- Dijo desagradable- No te conozco.

-He venido con Harry Styles- Dije yo- Hablamos por teléfono.

-Ah sí...- Dijo ella con cara de asco.

Una canción lenta inundó él lugar. Seguí hablando con aquella chica tan repelente. No dejaba de preguntarme cosas acerca de Harry y yo, era un poco pesada en mi opinión. Vi a mi príncipe azul acercarse a donde la rubia y yo nos encontrábamos. Venía sonriendo. 

-¿Quieres bailar bonita?- Dijo el rizoso.

-Por supuesto Harry, pensé que no me lo pedirías nunca- Respondió Taylor situándose enfrente mio.

-Lo siento Tay, pero no te lo decía a tí- Dijo Harry- Angie... ¿Vamos?

-Vamos- Dije cogiendo la mano que me había sido ofrecida.

Después de todo, la noche había sido como me la esperaba, fantástica. Me empecé a sentir cansada y Harry y yo regresamos a mi casa. Me acompañó hasta la puerta y nos despedimos. Un beso fue plantado en mis labios sin esperármelo. Sentía que me iba a caer, me temblaban las piernas, nunca había sentido algo así, este chico me mata. Se separó de mi y se fué sonriendo victorioso. Entré en casa sonriendo como una tonta, como cada vez que lo veía. Subí a mi habitación y me metí en la cama. Mientras el sueño arropaba mi cuerpo y mi mente, no dejaba de revivir en mi mente el bonito momento que había sucedido minutos antes. 

Un pasado para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora