Capitulo 54.

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Cuando conseguí tranquilizarme entré en casa de nuevo. No quería armar una escenita. Me vestí. Desperté a Ryan y salí de casa. Será mejor obviar lo sucedido antes. Mientras esperaba el ascensor sentí una puerta abrirse. Miré hacia atrás y me encontré con el chico mono de enfrente. Harry. Me saludó con una sonrisa y entramos al ascensor. El trayecto fue un tanto incómodo. Me acababa de imaginar que me despertaba a su lado y ahora me encontraba en el ascensor con este individuo. Gracias a dios no fue largo el viaje. Cada uno salió y se dirigió a su plaza de garaje. Entré en mi coche. Cogí mi móvil y marqué el número de Laura.

-Consulta de la doctora López- Dijo su voz al otro lado- ¿En qué puedo ayudarle?

-Laura, soy Angie- Dije yo.

-¿Qué tal An? Cuanto tiempo- Dijo, digamos que se considera mi amiga.

-Necesito verte, ¿tienes algún hueco para mañana?-Pregunté, realmente necesitaba ayuda profesional.

-Ven por la mañana- Dijo ella- Tengo toda la mañana libre.

-Vale, muchas gracias- Dije y colgué.

Salí del garaje y me encaminé a una dura mañana de clases absurdas. El jueves es el peor día de todos.

Cuando por fin acabo la jornada, monté en mi coche y me dirigí al centro comercial. Entré en muchas tiendas perdiendo mi tiempo. No me gustaba nada. En la última que entré acabé comprando unos pantalones y una camiseta. Di un largo paseo por el centro de nuevo y regresé a mi coche. Se había hecho tarde. Volví a casa. Al entrar en mi piso Ryan aún estaba allí. Me cambié y me puse a preparar la cena. De repente sentí unas manos en mi cintura y unos labios en mi cuello. Me di la vuelta y Ryan me besó. Subí los brazos y lo agarré del cuello. Me levantó y me sentó en la encimera. Volvió a mi cuello y gemí. Mi novio se separó de mí y me miró… ¿Enfadado?

-¿Qué has dicho?- Preguntó, ¿Había dicho algo? No me había dado cuenta.

-¿Qué?- Pregunté extrañada, realmente no recuerdo haber dicho nada.

-¿Quién es Harry?- Preguntó aún más enfadado, se avecinaban problemas esto estaba clara.

-El… vecino- Respondí, no tendría que haberle dicho nada.

Ryan empezó a caminar hacia la puerta. Llevaba los puños apretados y por más que le llamaba, no me hacía caso. Llegó a la puerta de Harry y empezó a aporrearla. Estaba como loco. Nunca le había visto así.

Narra Harry.

Miraba la tele aburrido mientras esperara que la cena se hiciese en el horno. Empecé a escuchar gritos en el rellano, ¿Qué pasaba? Poco después unos golpes se escucharon en mi puerta. Me levanté y la abrí. Un puño se abalanzó sobre mi cara impactando en mi nariz. No me dio tiempo a reaccionar, ¿A qué venía esto?

-¡Ryan para!- Gritó una voz femenina, era Angie, estaba a punto de llorar con la escena- ¡Lo siento! ¡No debería haber dicho eso! ¡Déjale, no tiene la culpa!- El chico se separó de mí.

-Mira An- Gritó él mientras se dirigía a las escaleras- Cuando quieras hablar me llamas.

Desapareció de nuestras vistas. ¿Qué narices acababa de pasar? Toqué mi nariz y sangraba. Angie se quedó parada mirándome. ¿Qué es lo que no tenía que haber dicho? ¿Estaba llorando? Mi pequeña estaba llorando… Me acerqué a ella y la abracé. No fui correspondido al principio, pero a los pocos segundos sentí sus pequeños brazos a mi alrededor. La solté y me miró. Esos penetrantes ojos suyos… Me volvían loco.

-Lo siento, es un poco… impulsivo, a veces- Dijo ella cabizbaja- Esto es culpa mía.

-No es culpa tuya- Dije, no quería verla así.

-¿Te duele?- Preguntó preocupada.

-Un poco- Fui sincero.

-Ven, tengo una cosa que te aliviará- Dijo y me cogió la mano conduciéndome a su casa, hacía tanto tiempo que no cogía su pequeña mano...

Me dirigió al baño y me sentó en la tapa del inodoro. Cogió unas cuantas cosas de un armario y las colocó en el lavabo. Primero limpió con cuidado la sangre de mi nariz. No podía dejar de mirar cada movimiento que hacía. Luego cogió una pomada y la empezó a untar. Una mueca de dolor barrió mi cara cuando tocó demasiado fuerte.

-Lo siento- Dijo y reí- Iré con más cuidado.

Siguió esparciendo la crema hasta que no quedó ni una gota. Lo guardó todo y me pidió perdón por todo por décima vez. Era tan bonita como la recordaba. Y no exageraba cuando decía que tenía que comer más, estaba mucho más delgada que hace cinco años. Su estomagó sonó rompiendo el silencio que se había formado en aquel pequeño lugar. Su cara enrojeció, me imagino que de la vergüenza y yo reí.

-¿Tienes hambre?- Pregunté.

-Un poco- Respondió tímida.

-¿Puedo invitarte a cenar?- Dije yo- Eso si no se ha quemado en este rato.

-No creo que debas…- Dijo ella- Ya te he causado bastantes problemas por hoy.

-No es ningún problema que vengas a cenar- Dije yo, quería volver a cenar con ella, aunque fuera una sola vez, la volvería a enamorar costara lo que costara- ¿Por favor?

-Bueno… ¿Otro día cenarás tú aquí?- Preguntó sonriente.

-Eso está hecho- Respondí y salimos de su casa para entrar en la mía.

Pusimos la mesa y saqué la lasaña del horno. Sabía que a ella le encantaba la pasta. Espero que este buena. Nos sentamos y comimos. Sí, estaba buena. Ella me felicitó por mi talento culinario. Si supiera que me enseñó a hacerla su primo… ¿Qué sería de Sergi ahora? La última vez que lo vi se había ido con Patri a Italia. Al acabar de cenar preparé un café para mí y un chocolate para ella. Le mandé que me esperara en el salón. Antes de irme con ella dejé caer unas pequeñas nubes en su chocolate. Cuando me senté a su lado y le di su taza la miró con detenimiento durante unos minutos.

-Chocolate caliente con nubes- Dijo ella en un susurro y luego miró hacia mí- Creo que me estoy volviendo loca.

-¿Por qué?- Pregunté ¿La estaba volviendo loca?

-No lo sé, sé que son todo coincidencias pero… mejor déjalo- Dijo y bebió un sorbo del chocolate.

Un pasado para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora