-¿¡QUE!?- Grité mientras entraba en la cocina, mis mejillas estaban húmedas y de mis ojos salían ríos.
-An- Dijo Harry, su cara se tornó blanca y empezó a llorar- Te puedo explicar…
-¡Oh dios!- Grité yo, estaba enfadada, decepcionada y sobre todo rota.- No me vengas con esas ahora, ¿Encima te pones a llorar? No entiendo nada, ¿Se puede saber con quién fue?
-No creo que…- Empezó a decir, Angie lo está pasando mal, ¿No ves cómo llora? Cállate por favor, no necesito tus consejos ahora.
-Dímelo, creo que merezco saberlo- Dije yo, ¿En realidad quería saberlo? No lo sé.
-Kendall- Dijo y mis lágrimas caían con más fuerza.
-¿Tanto te gusta esa chica?- Pregunté yo, no sé de donde estaba sacando la fuerza para ni si quiera hablar con él, me apetecía irme pero aún no lo haría- La primera vez que os vi besándoos me dijiste que no significaba nada, que me amabas, de aquella no te podía reprochar nada, aún no estábamos saliendo, pero ahora…
-Angie de verdad que lo siento- Dijo él, los chicos que nos acompañaban en la cocina estaban en shock, Liam parecía que iba a llorar y Louis aún no reaccionaba- No sé cómo pasó, estaba muy borracho, no recuerdo nada, de verdad…
-Dios, ¿Por qué me tuve que enamorar de un famoso?- Grité saliendo de la cocina- Eres un jodido hijo de puta Harry, ojala ninguna chica tenga que sentirse como me siento yo ahora por tu culpa.
Salí de la casa. Empecé a caminar en busca de la parada del bus. Mi vida ahora mismo no tenía sentido, todo se había venido abajo en un abrir y cerrar de ojos. En dos horas tendría que estar cogiendo un vuelo para pasar un tiempo a solas con mi chico. Ahora ya no había mi chico ni había nada. Cogí el bus y me dirigí a mi casa. No podía dejar de llorar. ¿Tan mala era que tenía que pasar por estas cosas? ¿Para qué seguir adelante si la vida iba a seguir siendo tan dura conmigo? Al llegar a casa abrí la puerta y la cerré con fuerza tras de mí. Corrí hacía el baño y me encerré. Me apoyé en el lavabo y miré el reflejo del espejo. No pensé en verme tan horrible. Realmente quería acabar con todo, poder descansar en paz de una vez. Llené la bañera con agua fría y me desvestí. Me metí lentamente hasta que conseguí sentarme abrazando mis piernas. Cogí una cuchilla e hice lo que había prometido no volver a hacer. El agua cristalina se empezó a tornar de un color rojo. ¿De verdad estaba haciendo esto por un idiota? Sí, lo estaba haciendo. ¿Cómo una persona me puede hacer querer abandonarlo todo? Siempre he seguido adelante y esta vez… ¿No lo iba a hacer? Realmente me había planteado esto demasiado tarde. Mi cuerpo estaba pesado, el cansancio se apoderaba de mí y de mi brazo cada vez brotaba más sangre. ¿Este era el final? Angie, espabila, tú no quieres acabar con todo, vamos, sé que puedes, podemos, sal de aquí… poco a poco. Intenté levantarme. Lo conseguí. En verdad ya no sentía dolor en el pecho. Simplemente estaba temiendo de verdad por mi vida. Caminé por el baño y con un paño tape la muñeca. Había hecho eso tantas veces… Muy bien pequeña, ahora ponte algo. Caminé como pude a mi habitación y cogí una camiseta grande y ropa interior. Me lo puse y me calcé. Cada vez me encontraba más mareada. No había nadie en casa. EL coche de papá se encontraba fuera. Cogí las llaves y me propuse llegar sola al hospital. No quedaba muy lejos. Monté y arranqué. Salí a la carretera y conduje. Mi mente estaba demasiado lenta y la sangre seguía brotando. Empecé a llorar. No quería eso. Tendría que pensar las cosas antes de hacerlas. Estaba tan furiosa, vulnerable que hice lo que creía una solución a todo. Y no era así. Estaba viendo como mi vida se iba de mis manos y no podía hacer nada. La vista se me nubló y un fuerte pitido se metió en mis oídos. Sentí un golpe en la cabeza y un cristal rompiéndose. Todo se volvió negro como tantas veces lo había hecho, pero esta vez no como un simple desmayo. Esta vez… ¿Se había acabado todo?