Capitulo 48.

433 19 3
                                    

-¿¡QUE!?- Grité mientras entraba en la cocina, mis mejillas estaban húmedas y de mis ojos salían ríos.

-An- Dijo Harry, su cara se tornó blanca y empezó a llorar- Te puedo explicar…

-¡Oh dios!- Grité yo, estaba enfadada, decepcionada y sobre todo rota.- No me vengas con esas ahora, ¿Encima te pones a llorar? No entiendo nada, ¿Se puede saber con quién fue?

-No creo que…- Empezó a decir, Angie lo está pasando mal, ¿No ves cómo llora? Cállate por favor, no necesito tus consejos ahora.

-Dímelo, creo que merezco saberlo- Dije yo, ¿En realidad quería saberlo? No lo sé.

-Kendall- Dijo y mis lágrimas caían con más fuerza.

-¿Tanto te gusta esa chica?- Pregunté yo, no sé de donde estaba sacando la fuerza para ni si quiera hablar con él, me apetecía irme pero aún no lo haría- La primera vez que os vi besándoos me dijiste que no significaba nada, que me amabas, de aquella no te podía reprochar nada, aún no estábamos saliendo, pero ahora…

-Angie de verdad que lo siento- Dijo él, los chicos que nos acompañaban en la cocina estaban en shock, Liam parecía que iba a llorar y Louis aún no reaccionaba- No sé cómo pasó, estaba muy borracho, no recuerdo nada, de verdad…

-Dios, ¿Por qué me tuve que enamorar de un famoso?- Grité saliendo de la cocina- Eres un jodido hijo de puta Harry, ojala ninguna chica tenga que sentirse como me siento yo ahora por tu culpa.

Salí de la casa. Empecé a caminar en busca de la parada del bus. Mi vida ahora mismo no tenía sentido, todo se había venido abajo en un abrir y cerrar de ojos. En dos horas tendría que estar cogiendo un vuelo para pasar un tiempo a solas con mi chico. Ahora ya no había mi chico ni había nada. Cogí el bus y me dirigí a mi casa. No podía dejar de llorar. ¿Tan mala era que tenía que pasar por estas cosas? ¿Para qué seguir adelante si la vida iba a seguir siendo tan dura conmigo? Al llegar a casa abrí la puerta y la cerré con fuerza tras de mí. Corrí hacía el baño y me encerré. Me apoyé en el lavabo y miré el reflejo del espejo. No pensé en verme tan horrible. Realmente quería acabar con todo, poder descansar en paz de una vez. Llené la bañera con agua fría y me desvestí. Me metí lentamente hasta que conseguí sentarme abrazando mis piernas. Cogí una cuchilla e hice lo que había prometido no volver a hacer. El agua cristalina se empezó a tornar de un color rojo. ¿De verdad estaba haciendo esto por un idiota? Sí, lo estaba haciendo. ¿Cómo una persona me puede hacer querer abandonarlo todo? Siempre he seguido adelante y esta vez… ¿No lo iba a hacer? Realmente me había planteado esto demasiado tarde. Mi cuerpo estaba pesado, el cansancio se apoderaba de mí y de mi brazo cada vez brotaba más sangre. ¿Este era el final? Angie, espabila, tú no quieres acabar con todo, vamos, sé que puedes, podemos, sal de aquí… poco a poco. Intenté levantarme. Lo conseguí. En verdad ya no sentía dolor en el pecho. Simplemente estaba temiendo de verdad por mi vida. Caminé por el baño y con un paño tape la muñeca. Había hecho eso tantas veces… Muy bien pequeña, ahora ponte algo. Caminé como pude a mi habitación y cogí una camiseta grande y ropa interior. Me lo puse y me calcé. Cada vez me encontraba más mareada. No había nadie en casa. EL coche de papá se encontraba fuera. Cogí las llaves y me propuse llegar sola al hospital. No quedaba muy lejos. Monté y arranqué. Salí a la carretera y conduje. Mi mente estaba demasiado lenta y la sangre seguía brotando. Empecé a llorar. No quería eso. Tendría que pensar las cosas antes de hacerlas. Estaba tan furiosa, vulnerable que hice lo que creía una solución a todo. Y no era así. Estaba viendo como mi vida se iba de mis manos y no podía hacer nada. La vista se me nubló y un fuerte pitido se metió en mis oídos. Sentí un golpe en la cabeza y un cristal rompiéndose. Todo se volvió negro como tantas veces lo había hecho, pero esta vez no como un simple desmayo. Esta vez… ¿Se había acabado todo?

Un pasado para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora