El día preferido de María había llegado, le encantaba sentirse el centro de atención por un día. Desde bien pequeña sus cumpleaños habían sido muy especiales pero desde que Pablo y Sergio lo organizaban eran aún mejor. Estaba ansiosa por saber que le tenían preparado esta vez.
Como cada año Pablo y Sergio desayunaban con María, los tres juntos y solos. Sergio madrugaba e iba a buscar churros y chocolate. Luego se vestían, ellos le daban pistas de cómo vestirse y ella se vestía.
- ¿Me tengo que poner algo especial? - Preguntó María emocionada.
- No - Dijeron al unísono y María se decepcionó.
- ¿No? - Ambos se rieron y María hizo un puchero - María se puso un short tejano, una camiseta de tirantes blanca y algo escotada y sus converse blancas.
Como cada año le vendaban los ojos, la subían al coche, bueno alguna vez había sido en metro, otras en autobús, una vez fue en bicicleta incluso, pero esta vez en coche. María intentó concentrarse en el trayecto a ver si podía averiguar hacia donde la estaban llevando, pero al tercer cruce ya se lió. Sergio y Pablo bromeaban y hablaban entre ellos, como si María no estuviese... cada año igual. Dos horas después el coche paraba. Pablo le abría la puerta a María y la ayudaba a bajar cogiéndola de la mano. Ahí olía a aire puro, a hierba, a flores silvestres, olía a ... magia. María no podía verlo, pero el coche había parado delante un maravilloso lago azul. Pablo se colocó justo detrás de María y pegó su boca a su oreja.
- Vale enana, este es el juego... Vas a contar hasta 100 y te vas a quitar el antifaz. Luego vas a buscar bien y vas a analizar al detalle cada pequeña cosa que hay a tu alrededor. Habrán pequeños detalles que no encajen, como si fuese un cuadro torcido y esos son los que te van a llevar al lugar exacto.
- ¿Os vais? - María se asustó.
- Tranquila María, no estarás sola. Sigue las pistas - Pablo le dio un beso en la mejilla y se alejó de ella. Desde la distancia le gritó que ya podía empezar a contar y María empezó.
- Uno, dos, tres, cuatro ... - De pronto el sonido de un pájaro la asustó. - cinco, seis, siete... - escuchó como el coche arrancaba y se iba. Tuvo ganas de quitarse la venda pero aguantó.
Cuando llegó a cien se destapó los ojos. El sol la cegó y tardó un rato en poder ver con claridad y cuando lo consiguió no supo qué decir. Se quedó sin aire. Esta vez se habían superado. Era lo más bonito que había visto en la vida. Giró sobre sí misma, observó la densidad del bosque, precioso, con árboles altos, luego el lago, las flores, la hierba, las piedras... sentía como si en cualquier momento fuera a salirle un hada o un gnomo. Era mágico. Se puso a analizarlo todo. Pablo le había dicho que había pequeñas cosas que no encajaban.
- Pequeños detalles, pequeños detalles... - María se mordía el labio y lo miraba todo.
Se quedó mirando al lago, un lago precioso, de un color azul verdoso, rodeado de árboles y plantas. Uno de los árboles junto al lago tenía una pequeña cinta que se movía con el viento colgada de una rama. María se acercó para verlo mejor. Cuando llegó la cogió, era una cinta de seda azul y en ella ponía Lago. Siguió buscando y no tardó en ver dos rosas cortadas junto al lago. Se acercó y al cogerlas en una de ellas había un trozo de papel atado con cinta que ponía María. Mirando hacia dentro del bosque vio algo en una piedra, se acercó y con cera había escrita la palabra Cruza. Miró el lago de nuevo, se fijó en las piraguas, en una había pintada la letra E y en la otra la letra L y las dos juntas formaban la palabra EL.
María se quedó pensando.
- ¿Cruza el lago? ¿Vamos, están locos? - María se acercó hasta las piraguas y dentro de una había dos remos. Se giró buscando a sus hermanos, seguro que la estaban observando.
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En la cama de María - Trilogía María parte 1
Dragoste¿Qué pasaría si tú primera vez no fuera de una manera convencional? ¿Sí todo lo que te habían contado de pequeña del amor o del sexo se volvieran inciertos dentro de tu cabeza? A María le pasa, y por ello su vida cambia y se ve sumida en un torbelli...