Capítulo 21

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Olía a alcohol y sudor; a la derecha había un bar y a la izquierda una montonera de gente supuestamente bailaba, pero en realidad eran solo un montón de borrachos moviéndose mientras sonaba música. Era el tipo de lugar que visitaban sólo alcohólicos y gente sin mucho presupuesto pero si con muchas ganas de emborracharse.
Había hombres disfrutando de placenteras compañías, malas mujeres haciendo de las suyas y la siempre presente botella de cerveza en la mano.
-El noventa y cinco por ciento de las personas aquí están terriblemente borrachas, no te metas con nadie y no tendremos problemas- Leda sentía curiosidad por ver su rostro, pero llevaba un sweater negro y la capucha cubría su cabeza, dificultándole verlo –Sígueme- le dijo y comenzaron a atravesar lo que era una improvisada y concurrida pista de baile.
Pasar fue complicado, la gente estaba demasiado amontonada y un par de borrachos se acercaban a bailar; afortunadamente el trayecto no tomó mucho y llegaron pronto a un pequeño rincón en el que habían dos puertas: una con una figura femenina y al frente otra con una figura masculina.
-Hay que secarnos un poco y limpiar las heridas- aconsejó –Si terminas antes, esperas dentro del baño, ¿sí? Te asomas y si no estoy, regresas dentro y así hasta que salga aunque no creo que me tome nada; si en la mochila tienes ropa, cámbiate
-Esta bien- accedió y entró al baño de damas, aunque la primera impresión no fue en absoluto la de damas porque habían cinco mujeres semidesnudas y borrachas de las cuales: tres peleaban a golpes y se estrellaban contra las paredes y lavabos; y las otras dos estaban en plenos actos lésbicos.
-¿Te unes?- le preguntó una de ellas y se asustó; no apoyaba la homofobia ni nada por el estilo, pero ver eso no era para nada sano, además, las que peleaban, al verla la insultaron y temió que le hicieran algo.
Probablemente lo que narré haya durado sólo dos segundos, porque en el momento en que entró a ese horrendo y sucio baño y vio la escena, retrocedió el paso que antes le sirvió para entrar; y que ahora era para salir.
Su espalda chocó con alguien; Nicholas ni siquiera había alcanzado a entrar.
-¿Pasa algo?
-Bueno, vi a tres mujeres sumergiendo sus cabezas en los retretes y golpeándose entre ellas y a otras dos haciendo cosas- pensó una buena palabra para describirlo –Privadas
-Este lugar no ha cambiado nada- se rió –Ven acá- abrió la puerta del baño de hombres y la sostuvo ante ella
-¿De verdad esperas que entre a un baño de hombres?- adentro estaba igual cochino y habían un par de borrachos tirados en el suelo
-¿Pasa algo?
-Que es para hombres- se rió ante su comentario
-Te aseguro que no eres ni la primera ni la última mujer que entra aquí- su tono de voz le dio a entender que ese no era solo un baño, sino una habitación de motel –Siempre puedes regresar al de mujeres o cambiarte aquí afuera
-¿Estas demente?- nuevamente estaba sonrojada por lo que había dicho
-Sólo entra- supo que no había mejor opción.
El baño de hombres tenía de un lado varios espejos colgados en la pared sobre los lavabos, varios cubículos y orinales; todo distribuido como se hace comúnmente, con paredes y piso de baldosas blancas.
-Elige un cubículo para cambiarte- le dijo mientras el se sacaba el sweater negro.
Abrió un cubículo pero la escena era perturbadora: había un hombre y una mujer, ambos seguramente borrachos, teniendo relaciones. Cerró de golpe y retrocedió.
Escuchó la risa de Nicholas y volteó a verlo. Estaba recargado en el lavabo y se burlaba de ella; sin su sweater, podía ver sus características, su cabello era rubio y tenía un corte un tanto extraño; su cabello era liso con las puntas un poco onduladas y un lado de la cabeza estaba casi rapado pero no del todo. Era un corte un tanto exótico pero iba mucho con él por que su rostro era un poco alargado y con los ángulos marcados.
Su piel era blanca como la de Connor, pero mientras el pelirrojo tenía pecas, él no. Su altura definitivamente era la mayor; era altísimo y delgado.
-Te dije que había más mujeres- se cruzó de brazos aún riendo
-No sabía que hablabas de este preciso instante- se acercó al lavabo –Ni que la vería de esa manera
-¿De que otra manera crees que vas a encontrar a una mujer en el baño de hombres de un lugar como este?- preguntó con ironía
-Olvídalo- negó con la cabeza y empezó a sacar su ropa -¿Me dirás algo sobre lo que pasó?- ella lo vio ponerse serio por el reflejo del espejo –Necesito saberlo
-No lo necesitas, quieres saberlo
-Es lo mismo- renegó –Trataron de matarnos, me gustaría saber al menos porqué; él hablaba de Satán y del Señor, ¿de qué hablaba? ¿Pertenecía a algún tipo de secta o algo?
-¿Tu qué crees?- inquirió
-¿Porqué estaban ahí?
-Querían matarnos- le contestó -Pero más a tí
-¿Matarme? Pero, ¿por qué?- ni siquiera tuvo ánimos de palidecer; sólo se sorprendió. De hecho, alguna parte de su ser ya lo sabía por la manera en que los habían atacado
-No sé exactamente, a ellos su Señor les da comunicados, les pide sacrificios y ese tipo de cosas; tu debiste aparecer en sus encomiendas, debe haber alguna razón por la que te quieran muerta- explicó
-¿Qué razón?
-Tú dime- le pidió
-¿A qué te refieres?- su cara demostró su duda
-¿Tienes algo especial en lo que una secta satánica pueda estar interesada? No lo sé, libros de magia negra, algún tipo de joya u objeto sagrado- descruzó los brazos y le dio la espalda
-Claro que no- negó rotundamente –Sólo vengo a estudiar
-Jack me dijo que te comportabas muy raro- le contó y ella se volteó inmediatamente cuando él empezó a retirarse su camisa; le daba nervios lo que pudiera ver –Algo no está bien contigo desde hace rato, ¿puedo saber qué es?
-Jack no me conoce- contradijo metiéndose en un cubículo libre para quitarse el uniforme de prácticas del hospital y poniéndose su ropa normal
-Confío en su juicio
-No puede juzgarme si no me conoce
-Le preguntaste sobre Helen, ¿por qué?
-Una compañera me habló un poco de ella y me dio curiosidad- se sentía como en un interrogatorio
-¿Por qué un psiquiatra solicita la presencia de una alumna para el tratamiento de una paciente de alto riesgo?- ¿Cómo sabía eso?
Lo ignoró un momento mientras terminaba de vestirse con la ropa seca y doblaba la ropa mojada para ponerla dentro de la mochila; los únicos ruidos eran los que hacía la pareja del lado, la lluvia afuera acompañada de algunos truenos y el agua que caía cuando escurrían su ropa.
Para su suerte, como en Juneau llovía tanto, ella había empacado sus libros en bolsas entonces estaban seguros.
Nicholas no habló en un rato hasta que ella salió del cubículo; el sólo estaba ahí de pie esperando, con su ropa ya no empapada pero si mojada. Ando hacia el lavabo con la mochila ya en la espalda y se recargó para lavarse el rostro; cerró la llave del agua y miró su reflejo en el espejo, su rostro se veía pálido y ojeroso, entonces soltó un suspiro.
-No contestaste, eso me dice que quieres pensar una buena mentira o fingir que nunca pregunté- la fulminó –Creo que hay algo que no quieres contarme
-Tu tampoco me has contado muchas cosas- lo reprendió –Tu también ignoras mis preguntas, no me pidas que confíe en ti porque tu tampoco me has dicho nada
-Vamos al grano- se acomodó al lado de ella viendo hacia el espejo -¿Qué ves?
-¿Qué veo de qué?
-¿Qué ves que otros no pueden?- preguntó y ella se sintió enfadada
-¿Qué más quieres que te diga si ya lo sabes?
-Quiero confirmar y saber más- ella supo que el sabía mucho más de lo que creía
-Yo no sé nada- comentó de mala gana -¿Por qué los veo? ¿Por qué puedo hablarles? ¿Por qué quieren matarme?
-Ves y oyes a los muertos y a los demonios ¿Qué tanto contacto has tenido con los no vivos?- el la miraba de la misma manera en que un niño pequeño ve un juguete complicado: curioso y suspicaz
-Empezó con un niño llamado Daniel, aunque ahora que lo pienso bien, supongo que inició en Colombia cuando me comunicaba con una anciana que estaba en el centro psiquiátrico; también vi a una mujer que murió en el hospital, hablo y escucho cosas que dice la señora Ramírez, la oía lamentándose y también maldiciendo pero los demás no lo oían o no le entendían- suspiró –Y creo que también vi a Helen, pero todo el tiempo siento escalofríos y miradas, ya nunca estoy en paz a no ser que Toby esté cerca- rió
-¿Toby?- preguntó –Entonces ha hecho bien el pequeño- olvidaba que Griffin y Connor le habían dicho que él los había entrenado
-Ya contesté tus preguntas, ¿puedes tú contestar las mías?- tuvo esperanza
-Bien- accedió –Tal vez no todas, pero lo intentaré

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