Capítulo 13

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Pasó un buen almuerzo con amena compañía, pero la hora de irse llegó pronto.
Una vez terminaron con el pollo frito, los chicos hicieron honor a su promesa y llevaron a Leda a la Universidad, en donde ella empezó su búsqueda por el club de teatro.
El club de teatro se reunía los sábados y martes por las mañanas así que sintió libre para asistir. Antes que nada, regresó el periódico que había tomado de la biblioteca y pensó que lo mejor era no molestar a los muertos, aunque siendo realistas estaban siendo ellos los que la molestaban.
Su curiosidad le pedía que buscara más, pero su sentido común le pedía que se alejara de lo que no le concernía, así que juró que si volvía a ver un espíritu lo ignoraría por completo y seguiría su camino.
El teatro estaba casi vacío y en él solo había como cuatro personas que recogían sus cosas. Ya se iban.
Vio a un hombre con lentes quedarse revisando unos papeles mientras el resto se iba y decidió acercarse a él porque tenía pinta de ser el profesor.
-Buenas tardes- saludó consultando antes su reloj, viendo que ya era la una de la tarde
-Hola, ¿En que te puedo ayudar?- dejó los papeles
-Yo quería saber si todavía tengo oportunidad de inscribirme en el programa- jugaba con las correas de la mochila a causa de su inseguridad
-Claro, que bueno que vienes, este semestre apenas son tres alumnos y ahora contigo cuatro- él estaba entusiasmado –Soy el maestro McGlade y dirijo el club
-Un placer conocerlo, yo soy Leda
-¡Genial! ¿Sabes el horario?
-Sí, señor martes y sábados de diez a una
-Estupendo, ten- le entregó un juego de hojas –Es el libreto de un nuevo proyecto llamado "Azufre" espero que te guste, el Sábado elegiremos nuestro reparto así que quiero que elijas un personaje y hagas tu audición; elegimos por votación
-Suena grandioso- admitió y puso el libreto contra su pecho
-Bien, no llegues tarde- recomendó y antes de despacharla, le pidió apuntar sus datos en una lista en que vio varios nombres, pero sólo uno llamó su atención: Jenny Blake, ¿Es posible que fuera la misma Jenny que mencionaron en el periódico?
El destino le complicaba su juramento de alejarse.
Cuando el reloj marcó las tres de la tarde Leda inició su jornada escolar y clase tras clase estaba más cerca de las cinco y eso significaba que le tocaría el laboratorio de toxicología, el cual, se llevaba a cabo en el hospital.
No había visto a Annie en todo el día, así que supuso que debía tomar el autobús que iba de la Universidad al hospital y viceversa. No le molestaba para nada tomar el transporte público, de hecho, ya estaba memorizando algunas rutas para poder moverse sola, el único problema eran las prácticas del lunes y viernes puesto que ningún autobús trabajaba a las cuatro de la madrugada.
Apenas se bajó del autobús, echó un vistazo al edificio de psiquiatría y recordó que el doctor Kubain le había pedido que fuera, entonces pensó que podría pasar al término de su clase de toxicología.
La clase era interesante, tuvo frente a sus ojos el veneno de una cobra escupidora occidental y otras sustancias extremadamente riesgosas.
Le fascinó la dinámica en que les daban ciertos síntomas clave y ellos debían dar el nombre de la toxina y proponer algún tratamiento o cura. Tuvieron frente a ellos muestras de diversos medicamentos que también podían tener temibles efectos si se mezclaban.
En el momento en que el reloj de su celular marcó las siete de la noche y con ello el final de las dos horas del laboratorio, los alumnos empezaron a desalojar el hospital.
-Hola- la saludó la doctora Hannah –El doctor Kubain me pidió que te recordara que fueras
-Gracias, doctora- quería ir. Definitivamente quería ir.
En el hospital psiquiátrico todo estaba en calma en el primer piso; avisó a la recepcionista que iba con el doctor Kubain y ella lo llamó por el teléfono mientras Leda iba camino al nivel tres por el elevador.
Las puertas plateadas se deslizaron hacia los lados, permitiéndole salir y volver a cruzar ese horrible pasillo. Al llegar al despacho, tocó la puerta esperando a que el psiquiatra abriera.
-Leda, hola, pasa- se quitó y la dejó entrar y en una silla había una mujer amarrada de las muñecas y los tobillos con cintas de cuero –Lamento la escena, pero la señora Ramírez trató de apuñalarme con un esfero
-Sí, lo comprendo- no le sorprendió para nada lo que le dijo el doctor, era muy normal que un paciente que padece un trastorno mental trate de lastimar a quienes lo rodean
-Bien, vamos a empezar con una psicoterapia psicodinámica en la que trataremos de concentrarnos en la conducta, sentimientos y el patrón de pensamiento inconsciente- lo explicó como si fuera la cosa más sencilla del universo y eso puso nerviosa a Leda
-Toma asiento- había tres sillas; una tras un escritorio y dos delante de él; en una estaba sentada la señora Ramírez, la que iba detrás del escritorio debía ser la del doctor Kubain y ella tendría que sentarse junto a la mujer.
La señora no daba la cara, era totalmente calva y su cabeza tenía varios cortes, al igual que su cuello y extremidades. Al sentarse Leda, la mujer se estremeció.
-Dile que empezaremos con una dinámica simple en la que quiero que me diga lo que ve en las tarjetas que le muestre- su silla era mucho más cómoda que la de cualquiera de las dos.
Leda obedeció y habló en español con la mujer al igual que como lo había hecho con Daniel, pero ella no le dio ninguna señal de haber escuchado. El psiquiatra sacó la primera tarjeta frente a la dama, pero ella seguía con su cabeza agachada.
-Señora Ramírez, el doctor Kubain quiere saber qué ve usted en la tarjeta- le dijo Leda, pero ella ni se inmutó –Señora Ramírez, ¿puede ver la tarjeta, por favor?
-Esto nos tomará bastante- comentó el doctor –Vamos a tener una terapia intensiva de cuatro veces por semana y...- la mujer empezó a lloriquear
-Señora Ramírez, ¿Se siente bien?- le preguntó Leda acercándose para verla mejor
-Me duele mucho- lloró –Mi Tara, mi linda Tara
-¿Quién es Tara?- se arrodilló a un poco menos de un metro de ella –Señora Ramírez, ¿Quién es Tara?
-Mi Tara, mi Tara, Dios mío- lloraba
-¿Pasa algo?- le preguntó el doctor
-Ella mencionó un nombre, alguien llamada Tara- él sonrió como en burla
-¿Y eso cuando fue?- se sintió totalmente desconcertada
-Doctor, me lo acaba de decir, ¿no oyó?- ¿estaba sordo?, pensó de inmediato
-No ha dicho ni una palabra- sentenció. ¿Cómo? –Voy por un documento a la recepción- se paró seguro de sí mismo y salió de su oficina.
¿Acababa de dejarla sola con una mujer que había tratado de asesinarlo?

I R R E A LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora