Leda entregó el historial medico del niño a la doctora Hannah y salió de esa área rumbo a la oficina del doctor Dreem. No tenía cabeza para pensar en otra cosa más que en Daniel; ni siquiera Helen Marrise.
¿Él había estado muerto y en dos lugares a la vez? ¿Cómo? ¿Era esa la razón por la que la madre parecía no oírlo? Y si la respuesta a la última pregunta era afirmativa, entonces ¿porqué ella si pudo? ¡Incluso le dio galletas!
Ella habría querido disfrutar un poco más su trabajo en el hospital, pero ahora sólo quería dormir un poco; su cabeza estaba agotada y le pedía a gritos una aspirina. Le habría gustado que alguien más le confirmara que era el mismo niño, pero es que no lo necesitaba. Todo encajaba.
En el aeropuerto, la mujer ignoraba al niño y lloraba; por otro lado el pequeño le dijo que su madre se encontraba sumamente molesta porque el había jugado con un arma y ahora resultaba que tenía una herida de bala.
Lo primero que Leda pudo pensar es que se disparó a sí mismo por error el sábado y la mamá tomó el primer vuelo a Alaska (en el que iba ella) para poder ver a su hijo.
-Dios- susurró más en forma de súplica. ¿Qué pasaba con ella? Sólo quedaba un cabo suelo: el padre de Daniel suponía ser un militar. Pensó que podría buscar a ver si averiguaba algo, pero no iba a engañar a nadie, ella sabía que era el mismo niño y no importaba cuanto tratara de creer lo contrario, no lo lograría.
-Doctor Dreem- saludó cuando lo vio a la entrada del área de psiquiatría.
El área de psiquiatría no estaba conectada por puente con el resto del hospital; era un edifico que estaba como a unas dos cuadras de distancia del resto del lugar y eso era por propia seguridad de los pacientes; de hecho, esa área estaba rodeada por una reja que tenía un alambre espinado encima.
-Leda, hola- estaba en la recepción y tomaba algunos papeles y una tabla para apoyar los mismos
-¿En qué puedo ayudar?- se encontraba un poco ansiosa y nerviosa
-Bueno, acompaña a la enfermera Lori y ayúdala a medicar a los pacientes
-Sí, con gusto- la enfermera era una mujer de edad; alta, delgada y rubia. Leda la siguió y entraron a una sala de espera en donde un par de personas se encontraban sentadas.
Caminaron hasta llegar a un pasillo con puertas a los lados; no era diferente al resto del hospital.
-Aquí están los que ya van en mejora y se preparan para su reinversión a la sociedad o bien, que no tienen trastornos graves- explicó la enfermera mientras entraban a la primera habitación.
Era de un señor, un anciano que solo requería un calmante para dolor. La segunda, fue algo tan simple como la primera y también la tercera, cuarta, quinta y todos los que se encontraban en ese piso.
En total recorrieron diecisiete habitaciones con pacientes estables y se turnaban para poner inyecciones y administrar los medicamentos. No era nada que no hubiera hecho antes.
-Son las únicas habitaciones de este nivel con pacientes- le dijo la amable enfermera porque había más cuartos en el pasillo –Hay más en el nivel de arriba; abajo tenemos una bodega con medicamentos y todo lo que necesitamos
-Excelente- expresó -¿Cuántos niveles son?
-Son tres niveles, pero con nivel no me refiero a piso; ahí esta el elevador- le señaló las puertas plateadas –El primer nivel es de dos pisos, el segundo nivel de tres y el tercer nivel de uno; comprenderás que conforme aumenta el nivel, significa que la gravedad del trastorno es peor
-Entiendo
-Vamos al segundo nivel- ando hacia el ascensor y entraron en él
Caminando por el segundo nivel, las puertas de los cuartos fueron sustituidos por rejas y los cuartos eran de un tamaño muy reducido a comparación de los del primer nivel. A ella solo se le ocurrió comparar ese nivel con una cárcel.
Entraban dos en cada celda para administrar algunos calmantes o sedantes; mientras uno sostenía al paciente, el otro lo inyectaba.
Había un par de pacientes que se dejaban inyectar y lucían tranquilos; otros ni se movían, sin embargo, un par de ellos gritaban y pataleaban.
Leda se sintió muy mal mientras sostenía a una señora para que la inyectaran; ocuparon de tres personas para inyectarla porque no se quedaba quieta.
En ese piso, también había un "cuarto" bonito que terminó siendo la oficina del doctor encargado de ese nivel. Leda pensó que así mismo el nivel uno debía requerir de un encargado.
Se fueron piso tras piso acompañados de otros tres estudiantes, dos enfermeras y un doctor y Leda empezó a temblar ligeramente mientras subían por el ascensor hasta el nivel uno.
Apenas las puertas del ascensor se abrieron, Leda supo que eso sería lo más cercano al infierno que podía encontrar. Las paredes no tenían ni siquiera pintura y el piso no tenía baldosa; todo era del gris oscuro del cemento. Las puertas eran de un gris un poco más claro y sólo poseían una pequeña ventanita en el centro de la mitad superior.
Era un pasillo horrible y no se creyó capaz de entrar ahí por si sola.
-Me asomaré por la ventanilla para ver donde se encuentra el paciente, abriré la puerta y todos entraremos, ¿entendido?- ¿de verdad necesitaban a seis para tratar con cada paciente?
El doctor se asomó y abrió la puerta. La celda (porque eso era) estaba muy oscura, no había ni una sola fuente de luz; había una camilla, un baño, una cámara en una esquinita y eso era todo.
El paciente estaba acurrucado en una esquina del cuarto, quieto como una estatua.
-Señor Pars- lo llamó el doctor -¿Puede ponerse en pie?- lo obedeció
-Acérquese, por favor- pero ya no le hizo caso –Señor Pars, le pido que se acerque- repitió.
No tuvieron ni tiempo de reaccionar cuando el señor Pars se acercó corriendo y chillando.
La enfermera soltó un grito y en un momento el paciente estaba sobre el doctor, golpeándolo y todos trataban de quitárselo de encima. Los gritos del paciente eran desgarradores y sólo decía una cosa: muerte.
Cuando pudieron quitarlo, Leda pudo encajar la aguja y depositar el calmante en su sistema circulatorio; una vez quedó sedado, lo pusieron en la camilla y salieron de ahí.
-¿Está bien, doctor?- le preguntó un estudiante
-Tranquilos- les dijo una voz tras ellos –Eso pasa todo el tiempo- quien hablaba tenía la pinta de doctor y Leda dedujo que él debía ser el encargado del nivel tres –Soy el doctor Kubain- se presentó y los dirigió a su oficina.
Leda supo que no era la única que veía a los lados.
Algunos pacientes tenían sus rostros pegados en las ventanillas y los veían fijamente, otros ni siquiera se veían.
Era escalofriante porque tampoco estaba muy iluminado el pasillo.
-Soy el encargado del nivel tres y estos son mis pacientes- les explicó cuando entraron en su despacho –Entiendo que probablemente mi puesto sea el último que les gustaría tener- dijo con cierta gracia pero siendo honesto.
Estuvieron hablando un rato respecto a algunos pacientes y el doctor Kubain le ayudó al otro doctor con algunos de los golpes sufridos.
Leda revió su celular y este marcaba las dos y media de la madrugada; faltaba hora y media para su salida y añoraba descansar un poco su cabeza.
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I R R E A L
ParanormalIntercambio académico: Proceso por medio del cual a una persona se le da la increíble oportunidad de viajar a otro país para ¿estudiar? Una latina estudiante de medicina es elegida para un intercambio académico que la lleva a un lugar completamente...