Capítulo 8

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El hospital era muy grande y estaba dividido en diversos edificios conectados por puentes cerrados. El lugar se situaba, no en el centro de la ciudad, pero tampoco en las afueras y el sector en que estaba definitivamente no era el mejor.
Ni Adam ni Gray eran estudiantes de medicina (afortunadamente), sin embargo, Annie no dejaba de hablar de ellos, especialmente de Adam. Leda trataba de seguirle el ritmo de la conversación, pero Annie hablaba demasiado rápido y cambiaba el tema de conversación tan de repente que la rubia quedaba perdida.
-Adam está en el equipo de hockey y es el capitán
-¿En serio?- escuchó todo el parloteo de Annie diciendo que tan guapo era Adam y lo genial y caballeroso que era. Leda supo desde el principio que eso acabaría mal; ninguna relación podía ser buena si una estaba enamorada y el otro solo quería diversión, pero no se sintió capaz de decirle a Annie; sin embargo, cumpliría con advertir
-Annie talvez vas muy rápido- ella se calló y puso toda su atención en Leda –Se ve que en verdad te gusta mucho y todo pero como tercera persona te digo que no veo el mismo interés de su parte- trató de ser tan amable como pudo; no quería meter la pata
-Oh- fue lo único que articuló
-No todo esta perdido, simplemente creo que le dejas saber lo mucho que te gusta y como él lo sabe, se aprovecha de la situación- suspiró –No puedes dejarle ver a un chico lo mucho que te gusta; sólo uno de cada diez usará esa información correctamente
-¿Dices que debo hacerme la interesante?
-No realmente, digo que está bien que te guste, pero que se la pongas más difícil; Annie apuesto a que él habla y coquetea contigo cuando le entra en gana, pero ¿y cuando no?- cada una de las chicas estaba en un cubículo de baño, cambiándose y poniéndose el típico uniforme azul
-Entiendo tu punto, aprovecha que me gusta para utilizarme como diversión cuando quiere
-Exacto- Annie suspiró afligida –Como te dije, debes ser firme con él, si quiere algo de ti debe ganárselo
-¡Wow! Gracias por esto- ella rió nerviosa y abrió su cubículo. Leda luego salió también
-De nada, la verdad no sabía como decirte sin herirte
-Eres buena consejera, ¿haz tenido varios novios?- no quería entrar en preguntas tan personales, pero al mismo tiempo no le molestaba contarle. Pensó en una solución en la que pudiera desahogarse y mantener su secreto, así que se decidió a contestar única y explícitamente las preguntas que Annie efectuara
-Uno
-¿Cuánto duró?
-Como cuatro o tres días- Annie se rió
-¿Así de malo fue?
-No es que fuera malo, simplemente creo que en ese momento ninguno de los dos sabía lo que quería y él era del tipo de chico que no solo puede tener a una chica
-Qué perdida de tiempo- Annie estaba arreglándose frente al espejo y Leda sólo veía. Si acaso se peinaría un poco.
-Sí, pero no pasó nada, ni siquiera nos hablábamos casi; fue una atracción física nada más, no estábamos completamente interesados el uno en el otro
-Espera- Annie dejó de hacer lo que hacía -¿Nunca has besado a un chico?- esa no era la pregunta que esperaba.
No es que se avergonzara de eso, más bien el tema la hacía sentir incómoda porque ella se rehusaba a dejar que su estado de ánimo dependiera de un chico. Tampoco quería regalarle sus sueños a alguien ni pasar la noche en vela pensando en la opinión que un muchacho podía tener sobre ella
-Sí, ¡Dios! Nunca has besado a nadie y resulta que Gray no tiene novia
-Annie, por favor, quiero ser clara con esto: no busco novio, ¿Sí? Estaré aquí por un año, no voy a quedarme- en el rostro de la morenita apareció una amplia sonrisa
-Mucho mejor
-No, Annie, en serio- tampoco se refería a eso.
Para librarse del tema, se dirigió a la salida del baño con Annie tras ella, preguntando y diciendo cosas sin sentido.
En una pequeña sala, se reunieron los estudiantes con algunos doctores para recibir
–Les pondremos algunas tareas y les advertiré que el turno nocturno es más pesado de lo que parece- iba diciendo una de las doctoras y dividieron a algunos chicos y chicas para iniciar en ciertas áreas y luego cambiarlos a donde los necesitaran. Tras una charla, empezaron a salir de la sala y Annie por fin había dejado atrás el tema.
-Señorita Arias- llamó un doctor –Soy el psiquiatra Dreem
-Un placer conocerlo- Leda estrechó la mano del doctor
-Me dijeron de la experiencia que tuviste en la psiquiatría en Colombia- comentó
-¿En serio?- se mostró sorprendida
-Así es, y quería ofrecerte si querías ser mi asistente- el doctor Dreem era un hombre de edad; debía tener aproximadamente cuarenta y algo años de edad. Vestía su bata blanca, el estetoscopio alrededor del cuello y lentes rectangulares sobre los ojos.
-Suena fantástico, doctor Dreem- le sorprendió que el supiera. Se preguntó si ese suceso ahora formaba parte de la razón por la que pudo ser parte del intercambio académico –Sería sensacional
-Bien- sonrió amablemente –Me gustaría que fueras a mi oficina a las diez de la noche
-Sí, doctor, ahí estaré- el doctor salió y ella se reunió afuera con Annie.
La noche transcurría normalmente; a los estudiantes los llamaban para que tomaran la presión arterial, para sacar sangre, para poner antídotos, para recetar a un par de pacientes con enfermedades simples, ser asistentes en partos, etc.
Cada vez que un doctor o enfermera veía a un estudiante libre, lo llamaba y le daba una nueva tarea. En el hospital siempre había algo que hacer
-¿Qué tal Annie?- le preguntó cuando se cruzó con ella en el pasillo
-Fascinante, excepto por el hecho de que tuve que masajear los pies de un anciano- Leda se rió
-Serás doctora, Annie, verás y sentirás cosas peores- Leda salía de la sala de partos en donde una mujer acababa de dar a luz a un par de gemelos.
Pasó una hora en el área de pediatría, haciendo tratamientos de quimioterapia a unos niños.
-Doctora- una mujer se dirigía a ella, una mujer que ella podría haber jurado que ya había visto antes pero no sabía donde –Disculpe, mi hijo ingresó aquí el Sábado en la noche y me dijeron que estaba aquí en el área de pediatría; él esta muy grave- Leda sintió que la mujer estaba a punto de llorar
-Por supuesto- Leda guió a la mujer a la recepción que estaba en el área de pediatría para buscar el nombre del niño en el sistema
-¿Nombre del paciente?
-Daniel López- tecleó. Era latino.
-¿Latino?- preguntó abandonando el acento del idioma inglés y la mujer asintió. Se veía tan triste –Aquí dice que está en cuidados intensivos- la mujer sollozó y cubrió su rostro –Señora, haremos lo que podamos por él, ¿Gusta que la lleve al cuarto de su hijo?
-Por favor- Leda ya había pasado por cuidados intensivos y recordaba el camino muy bien.
No podía recordar de donde había visto a la mujer; le era tan familiar pero simplemente no sabía porqué.
-Es aquí- abrió la puerta de madera.
La habitación era tan blanca; las paredes, el suelo, las cortinas, la cama, las sábanas. Tanto blanco podía llegar a molestar.
-Dani- la mujer se arrodilló junto al niño mientras Leda veía y anotaba unos datos arrojados por el electrocardiógrafo
La chica se giró para acomodar el respirador del niño y se llevó la sorpresa de su vida: ¿Era el niño que vio en el aeropuerto? No, no, no, era imposible. Ella había dicho que el pequeño había ingresado al hospital el sábado en la noche y ella lo conoció el domingo por la mañana. Tenía que ser una broma.
-¿El va a estar bien?- le preguntó la mujer, pero Leda estaba consternada
-Yo... yo llamaré al doctor que lo está tratando- la chica se salió del cuarto y respiró con dificultad. Tenía que calmarse.
-Doctora Hannah- llamó a la mujer que salía de otro cuarto –La madre de Daniel López está aquí y pregunta sobre el estado de su hijo
-Enseguida voy- empezó a caminar –Trae el expediente del niño- ordenó y Leda fue por el documento.
La rubia lo sacó de la recepción de cuidados intensivos y abrió la carpeta para echar un vistazo.
El paciente Daniel López ingresó al hospital a las 12:37 horas de la noche del sábado con una herida de bala en el pecho a un costado del corazón. Se saltó unos renglones paseando su vista por el papel que mostraba su tipo de sangre, alergias, enfermedades crónicas, etc. Había radiografías también; dio la vuelta y se sorprendió con el dato que venía a continuación: El paciente Daniel López falleció a las 5:50 horas de la mañana del domingo.
Los doctores revivieron al paciente cinco veces entre las 5:50 y las 6 horas de la mañana.
Simplemente no podía ser; debía haber un error.

I R R E A LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora